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Un Halloween inolvidable

~Todos en mi clase estábamos nerviosos por esa noche, la noche para pegar sustos y tirar huevos a las casa de los tacaños que no nos daban chuches, la noche de las bromas, la noche de Halloween. Hasta el mas aburrido de la clase lo comentaba; todos nos íbamos a disfrazar de algo, yo me iba a disfrazar de diva del pop, ese disfraz para mí era mi salvación porque en mi clase me gustaba un chico llamado Roy, era moreno con ojos claros, no era muy estudioso pero era agradable y simpático, era un buen chico; yo no hablaba mucho pero cuando nos mirábamos me sacaba los colores.
Unos amigos y yo habíamos quedado para irnos juntos a pedir chuches, entre esos amigos estaba Roy. Por fin salimos del colegio, yo estaba impaciente por que llegara la noche, tenía unas ganas enormes por ver a Roy de nuevo. Esa tarde se me hacía larguísima, estaba tan aburrida que justo cuando me iba a caer del sofá de lo sopa que me había quedado oigo a mi hermana gritarme en el oído:- ¡Paula despierta! Fue horrible como me tembló el tímpano; mi hermana Marta era mi hermana pequeña, era una bruja, una bruja cruel y despiadada que lo rompía todo y hacía lo que podía para hacerme la vida imposible, pero en el fondo la quería mucho.
Fui corriendo a mi cuarto a ponerme el disfraz y al acabar me quedaba perfecto y estaba segura de que Roy se fijaría en mi; me estaba mirando en el espejo cuando de repente se oyó el timbre, eran mis amigos, era genial: una noche entera con Roy, era como un sueño. Al abrir la puerta todos estaban disfrazados me fui con mis dos mejores amigas Julia y Sara que me estaban esperando con otros cuatro chicos mas: Roy, Guillermo, Raúl y Andrés, también estaba una amiga de la clase llamada Gema, no era tan buena amiga como Julia, Sara y yo pero si éramos amigas.
Todos cogimos nuestras bicis o como en el caso de las niñas, los patines y nos fuimos a un parque a las afueras del pueblo, casi siempre nos íbamos a pasar el rato a una placita cerca de ese parque. Al llegar a ese desierto patio nos sentamos algunos en los columpios y empezamos a contar historias de miedo, después dimos unas vueltas por el patio y nos encontramos un camino mas desierto aún, estaba todo oscuro, no se veía mucho, nos entró un poco de miedo pero continuamos; tanto patinar me dejaría agujetas.
De repente se terminó el camino, no sabíamos que hacer pero poco antes de irnos desapareció la niebla y vimos una gran mansión, vieja pero grande; todos decían que parecía eso como en las historias de terror de las mansiones encantadas, pero en primera persona, de repente vi una sombra reflejada en una ventana pero me callé, Gema, al parecer también la vio pero no se calló, lo dijo y todos menos yo se empezaron a reír y el mas gracioso como siempre, Guillermo, para ver si era verdad lo de la sombra o no, se metió en la casa, no tardó mucho en darse unas vueltas y justo en la puerta, cuando se iba a empezar a burlar de Gema algo le cogió y se lo llevó dentro de la casa y tras eso se cerró la puerta. Entonces nos asustamos de verdad yo empecé a gritar con mis amigas, no sabíamos que hacer si salvar a Guillermo a salvarnos nosotros, yo quise salvarle con Roy, Raúl, Sara y Julia, Gema no quiso porque al parecer lo que había visto era mentira, en tono sarcástico pero yo le di a elegir: O quedarse sola o entrar en la casa con nosotros, ella, por supuesto se metió en la mansión con nosotros. Al entrar en la casa hacía mucho frío y todo estaba lóbrego y oscuro, de repente vimos una luz subiendo las escaleras pero antes de que llegáramos a subir la tercera escalera esa luz desapareció, no nos quedaríamos esperando a otra señal de vida así que fuimos hacia donde se había encendido la luz y nos encontramos con por lo menos diez habitaciones enormes; estuvimos buscando una buena habitación y tras encontrarla dejamos nuestras cosas y nos fuimos a buscar a nuestro amigo. Mientras caminábamos se oían gritos fuertes y tenebrosos, lo único que encontramos fue la linterna de Guillermo junto a su gorra enfrente de unas escaleras que iban hacia bajo, de ahí salían todos los gritos; teníamos tanto miedo que hasta no veíamos bien, nos temblaban los ojos.
No teníamos mas remedio que bajar y abrir esa puerta, bajábamos de escalera en escalera y por cada peldaño que dejábamos atrás mas miedo nos entraba y mas ruidos se escuchaban. Al bajar todas las escaleras llegamos a la puerta pero no se podía abrir, no sabíamos porque, entonces subimos las escaleras y volvimos al largo pasillo; Julia y Gema tenían que ir al baño y tuvimos que ir a la habitación en la que habíamos dejado nuestras mochilas, pero no estaban, pensamos que a lo mejor nos habíamos equivocado, salimos de la habitación pero no encontramos más alcobas, era como si todas las demás hubieran desaparecido. Teníamos mucho miedo. Sara empezó a llorar y yo también porque oímos un fuerte grito, el grito de Guillermo; estábamos tan asustados que no podíamos hablar.
Julia y Gema fueron al baño, Sara y yo las acompañamos por si acaso; al llegar al baño nos quedamos sorprendidas de lo grande que era, también tenía unas puertas que daban a unos baños más pequeños, como si fueran baños privados en otro mas grande. Gema, Julia y Sara se metieron en los baños privados y yo me quedé fuera, en los lavabos, esperándolas. Pasó un rato largo y no salían así que me fui yo sola a la habitación, tenía tanto miedo que fui corriendo al cuarto, al llegar no estaban ni Roy ni Raúl, entonces fui corriendo al baño y busqué a las chicas pero tampoco estaban, ahora si que estaba aterrada, yo sola en esa casa fantasmal.
No sabía que hacer y de repente oí un ruido, no era ningún grito sino pasos; eran pasos lentos y largos que se oían cada vez mas cerca, pensaba que iba a morir del susto o devorada por un monstruo, no lo sabía, pero iba en camino del susto y entonces lo vi, vi al monstruo, era un ser feo con colmillos largos y afilados; era mi fin, cerré los ojos y conté hasta quince, después de contar oí unas risas, abrí los ojos y todos mis amigos se estaban riendo, el monstruo, al parecer, era la antigua dueña de la casa, Clara; todos se estaban partiendo de la risa, por lo visto era una pequeña broma de la mujer; como todos los años, a Clara se le acababan los caramelos porque su nieta Rossi los encontraba dos días antes y como la anciana estaba harta de gastarse dinero decidió dar un escarmiento a lo niños que le tiraban huevos a sus ventanas. Clara se ofreció a acompañarnos a casa en su coche y explicarles a nuestros padres lo que supuso que llegáramos tan tarde. Aunque nuestros padres nos castigaron a todos, conseguimos pasar una noche muy divertida. Pero lo mejor de todo fue que Roy me pidió salir la semana después. Fue un Halloween inolvidable.
 

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