Por  casualidades de la vida, y  sin proponermelo, un  día encontré una  página de  cuentos,  en las  que  podía  volcar  todos mis   deseos reprimidos por  ser escritora. Lo primero  que hice  cuando  entré  fue ver un  cuento,  que  cautivó mi  atención: Con aroma de café,  quedé  tan impresionada con  él  dolor, de aquel hombre sin  rostro,  que comencé a  escribir mis  cuentos, desde lo más profundo de mi, sin importarme lo  que  otros pudieran decir, o  si realmente lograría llamar la  atención de los lectores. No me  importaba,  sólo  quería desbordar todo  cuanto  sentía, el momento  era  crítico  en mi vida, y  necesitaba con desesperación gritar al mundo lo  que sentía  con respecto  a mi  corazón. Como respuesta obtuve la  aprobación de muchos, pero también la  de  aquella persona  que me había inspirado. Quizás  fue  un  atrevimiento, pero  tomé  su  correo, de algún comentario y le  envié un saludo. Continué  escribiendo, pero  con la esperanza de  abrir mi buzón y  encontrar una  carta. Pasaban los  días y llegué  a pensar  que no  quería comunicarse conmigo,  quizás por  diferencias políticas,  ideológicas, por ser de donde  soy, o  por la mala  impresión  que  alguien pueda  tener  de mi gente,  entonces decidí escibir  un  cuento  sobre la amistad, pero a los  pocos  días recibí un  correo  como respuesta, era él. Me  había  escrito a mi, desde  entonces continúa  escribiendome y  con cada carta y cada sugerencia  sobre algún  que  otro  cuento, me  da las fuerzas  que necesito para continuar, es  como una droga  que ya no puedes  dejar de consumir, es  como  el olor del café.                                
                             
                            
Gracias, no hay fronteras para la expresion que surge del alma, no hay limites de edad, ni politicos, ni de ningún orden para evitar que las almas afines entren en sintonía, a pésar de la brecha generacional me siento afín a ti. Gracias TQM Ed