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No quiero sufrir por ti

Rodrigo y yo llevabamos varios años juntos, decidimos no casarnos,querì­amos nuestra libertad,
la relacion se enfrí­aba por momento, existía un distanciamiento.
Yo necesitaba sentirme bien, cosa que no lo estaba, tenía miedo hacerle daño no quería que sufriera y aguantaba.
Una tarde, le planteé que el próximo puente, me irí­a con unas amigas de viaje.
No dijo nada, tuve la oportunidad y la aproveché.
Unos meses antes, habí­a conocido a Raúl un chico más joven que yo, su amistad me agradaba,a su lado me sentí­a viva, cada vez simpatizábamo más.
Me llamó y quedamos en el aeropuerto.
Tuve complicaciones en la carretera, cuando llegué el vuelo lo habí­amos perdido, de todas maneras me alegré tení­a pánico al avión.
Cambiamos el itinerario, optamos por el autocar.
Nos llevaron a un pueblo de la costa, "Viela de Castelo" llegamos al hotel, nos aseamos y bajamos a cenar,nos sentamos en un rinconcito, querí­amos intimidad.
En la mesa cercana, habí­an unos comensales haciendo mucho ruido.
No podí­amos entendernos, Raúl se levantó y le dijo al meitre que nos subiera la cena a la habitación, cenamos, yo me encontraba nerviosa, pero lo superé.
Aquella noche, fue un fracaso por culpa mí­a.
Yo estaba profundamente enamorada, pero ese amor lo llevaba oculto, mi alma sufrí­a sabía que nunca
lo alcanzarí­a, puede que eso fuera el fracaso de mis relaciones, tení­a que alejarme de mis pensamientos, vivir la vida real o nunca serí­a feliz.
Por la mañana, salimos de excursión nos llevarón a un pueblecito tí­pico de aquel lugar pasamos el día fuera, por la noche, regresamos al hotel.
¡Dios mí­o! ¿qué pasa? Rodrigo... Raúl se burló mí­ralo va con una mujer, ¿cóm podía evitar yo
aquél encuentro?
Con paso presuroso salí­ a la calle, entré en una tienda para que no me viera, hice una petición
tan extravagante... El dependiente me miró con cara de extrañeza, ni siquiera supe lo que habí­a pedido.
Cenamos fuera del hotel, yo temí­a el encuentro.
Por la mañana, nos llevaron a los Picos de Europa,
estaban cubiertos de nieve, el frí­o era intenso y un viento infernal nos llevaba.
De pronto se oyeron unos gritos, la gente huí­a despavorida, se habí­a declarado un incendio,por seguridad, regresamos ante de tiempo al hotel.
A Rodrigo ya no lo vimos, tal vez se fue la noche anterior.
Yo estaba convencida de su culpabilidad, pero yo tampoco era leal con el, tení­a que tranquilizarme,
después le expondrí­a mis motivos, lo tenía bien claro, no querí­a continuar más con él.
Por primera vez en mi vida, serí­a fiel a mí­ misma para que más mentiras.
Datos del Cuento
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