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Categoría: Aventuras

GRILLO

Todo comenzó una noche durante el verano.
Entonces es cuando uno recuerda que la casa fue construida sobre un nido de cucarachas. Están por todos lados. Absolutamente todo lo que se mueve se transforma en mi objetivo. Mi arma: mi calzado. Ya sea una chancleta, ojota, alpargata, zapatilla, zapato o borseguí.
A todo lo que se mueve se le acierta, no importa su tamaño, primero le pegas y después te fijas a ver que era.
Volviendo a la cálida e insoportable noche de verano.
Yo me encontraba dispuesto a bañarme para aplacar un poco el calor y de esa forma soportar hasta el día siguiente.
Como medida preventiva uno al entrar a cualquier ambiente, sea cual sea, debe mirar a ver si no se mueve nada, y con eso me refiero a la cucaracha.
Algo se movió.
Por suerte recordé la graciosa anécdota de mi tío Jacinto.
Jacinto en sus tardes de aburrimiento se entretenía con lo que se le cruzaba por su cabeza. Y esa tarde se le cruzó cortarle los bigotes al gato para ver que pasaba nomás. Al tipo le gustaban los experimentos. Y el gato se quedó sin su “radar” porque se llevaba por delante cuanta pata de silla, mesa y sillón había. Parecía atontado el pobre.
Y fue allí cuando decidí cortarle las antenas a ese horrible insecto, que tanto odio engendraba en mi.
Y con mi mejor cara sé sátiro me dispuse a atontar a la cucaracha para después sacarles esas antenas que tan mal le quedaban.
Al acercarme para aplicarle la “anestesia” veo con asombro que no era una cucaracha, sino un pequeño grillo. Un grillo con mucha suerte, ya que salvo su vida por un pelo... o una antena.
De repente vino a mi mente un antiguo proverbio oriental: “Los grillos traen suerte”. Y no sé por que cuerno decidí quedarme con el bicho. Quizás porque soy terriblemente supersticioso.
De ahora en mas esta va a ser tu nueva casa, le dije al grillo, mostrándole una pequeña cajita de cartón que encontré entre tanta basura que tengo en mi cuarto.
Yo no podía decir que era un tipo con mala suerte pero tampoco tenia buena suerte, por lo menos no tanta como yo quisiera. Pero la tuve. Si, tuve mucha buena suerte.
Un tipo que lo que tocaba se transformaba en oro, un negociante brillante, donde miraba encontraba el negocio perfecto y resultaba.
Con las mujeres no podía ser mejor. Un ganador, un güiner, un campión. Atracción fatal me decían.
Era el mejor amigo que un amigo quisiera. Era el mejor hijo. El mejor alumno. El mejor.
Hasta que mi grillo desapareció.
Un rapto, pense. Secuestradores de grillos!, pedirán rescate?
Charlie! dónde estas?! Charlie era mi grillo.
La suerte ya no estaba de mi lado. Es mas me pateaba en el piso como un grupo de barrabrabas arrebatándote la entrada para ver la final del mundial Argentina vs. Inglaterra.
Si no tenía mala suerte antes, vino con retardo, e intereses.
Todo mal, sin guita, ni mujeres, ni amigos, ni mi vieja me quería. De hecho la muy boluda fue la que tiró el grillo.
Salí en busca de Charlie. Tenía que aparecer!. No puede ser que no esté.
La basura! pensé. Debe estar aun en la basura. Y fui directo al canasto de la basura. Pero nada, no estaba la bolsa. Los basureros ya habían pasado.
Hasta que escuche su melodía, el canto de las sirenas, una opera prima. Charlie me llamaba. Pedía socorro. Fui en su rescate. Guiándome por mis agudos oídos lo encontré. Estaba en una bolsa de basura, en la esquina, junto a otras bolsas de basura.
Estaba bien, estaba sano.
Y ahora vive conmigo, junto a 1.000 grillos más.
Datos del Cuento
  • Categoría: Aventuras
  • Media: 5.3
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