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Categoría: Misterios

Extraños sentimientos

Era el cumpleaños de mi difunto padre, ya hacía diez años. Mi hermana y familia me invitaron a su casa, me estaba esperando. Cuando llegué los vi sentados a todos alrededor de la mesa central de la casa con una torta de cien velitas. Y por estar todas las luces apagadas me pareció entrar a aquellas casas en donde se practica el esoterismo, o el contacto con los muertos a través de un médium. No sé, pero aquel fue el sentimiento que tuve, pero igual entré a la casa de mi hermana. Apenas me senté todos comenzaron a cantar el "Feliz cumpleaños", todos menos yo, pues me quedé callado al contemplar algo totalmente escalofriante. En la pared que estaba frente a mí, el rostro de mi difunto padre se descubría ante mí sonriendo como si estuviera a punto de apagar las cien velas junto a aquello hijos que aún le recordaban. Al contemplarlo no pude más que echarme a llorar sin decirle que lo extrañaba, quería, lo sentía, pero no, no señores, no dije nada, nada de nada a mi difunto padre...

Al verme en aquel patético estado, mi hermana, su esposo y sus dos hijas prendieron las luces, y asustados preguntaron qué era lo que me ocurría. Mentí. Les dije que la nostalgia me había embargado, que lo sentía mucho, y que lo mejor sería que me fuera a descansar a mi hogar pues estaba demasiado triste para celebrar una noche como aquella. Me paré y ante un silencio espectral de toda la familia de mi hermana, salí en silencio, y con los pasos que me pesaban tanto como si fuera el Cristo rumbo al Gólgota, rumbo hacia mi solitario departamento.

Mientras viajaba en mi auto, ante mi mente aparecieron una infinidad de imágenes de mi difunto padre. Por ejemplo: cuando jugaba a las cartas con mi madre; cuando me golpeaba por no lavarme los pies para luego hacerme arrodillar por una hora en el borde de su cama; cuando tocaba el piano y me hacía cantar junto a él toda una canción en francés de Maurice Chevalier... Así fue como llegué a mi casa, empañado de nostalgias y pesadumbre.

Ya en mi cuarto, pensaba en que sí, en que fueron momentos buenos, duros y malos. Y todos fueron momentos verdaderos como este instante en que escribo esta carta dirigida hacia mi hermana diciéndole que no soporto estar más tiempo lejos de mi padre cuando sé que se manifiesta en mi vida tan solo en mis nostalgias y recuerdos… Y por ello he decidido viajar a su lado, es decir, matarme. Sí, eso es lo que anhelo, pero ahora que tengo la pistola, las balas, la soledad, el seguro contra accidentes de muerte a favor de mi hermana, dudo, dudo como nunca antes... Y dudo así pues veo que de las sombras de las húmedas paredes de mi pequeño departamento mi difunto padre se está insinuando como esos humos de cigarro que lentamente se condensan en una botella vacía de vidrio. En este caso, veo, siento, que la sombra de mi padre está incorporándose al frasco ilimitado de mis miedos, de mi incapacidad de alcanzar algo que jamás entenderé... ¿No es cierto padre?




San Isidro, 31 de mayo de 2005
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 14803
  • Fecha: 31-05-2005
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.92
  • Votos: 73
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4501
  • Valoración:
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