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El mensaje misterioso

Había una vez una niña llamada Bea a la que le gustaba mucho pasear por la playa. Vivía en una ciudad costera, así que los días que había buen tiempo podía hacerlo sin problema. 

Un soleado día de verano, mientras caminaba por la arena con su madre, vio una botella flotar en el mar, cerca de la orilla. Se preguntó si habría algo dentro. Con la curiosidad a tope, Ana corrió hacia la botella y, como no estaba en una zona profunda, la cogió. Acto seguido, la abrió y encontró una nota arrugada. Hablaba de un tesoro escondido en esa misma playa, en la zona de las rocas. 
Ana, intrigada, emprendió la búsqueda del tesoro. Estuvo el resto de la tarde recorriendo todas las zonas rocosas de la playa. Al caer la noche, se fue a casa a dormir, pero, como estaba de vacaciones en el cole, pudo volver al día siguiente. Estuvo dos semanas incesantes investigando. Con prismáticos, lupa y con todo lo que podía llevar un explorador de verdad. 

Tras días de trabajo sin descanso encontró lo que el misterioso autor de esa nota había escondido. La niña en un principio se decepcionó pero pronto comprendió el sentido de todo aquello. Escondida en una esquina de la playa, en la zona donde la gente cogía mejillones, se topó con una caja de cartón cerrada. Ansiosa, la abrió y miró dentro. En el interior no había monedas de oro o collares como en las pelis de piratas que había visto en la tele. No había nada que Ana pudiera considerar un tesoro o un premio. Lo que encontró fueron unas bolsas de plástico vacías y un cepillo de limpieza. En medio de todo aquello había otra nota, escrita con la misma letra que la primera que había encontrado dentro de la botella flotante. Esta era más clara. 

Le decía que llevaba mucho tiempo siendo irrespetuosa con el medio ambiente. Que Ana contaba que le gustaba la playa. Pero que lo que no decía era que dejaba los papeles siempre desperdigados, que no recogía las cáscaras de las pipas o que pegaba los chicles en las rocas cuando estaba en esa zona de la playa jugando o tomando el sol. Así que el autor misterioso de la nota le había dejado esas cosas para que limpiarse lo que había ensuciado. Le explicaba también que la playa es de todos y que parte de esa basura iba a parar al agua haciendo mucho daño a la fauna.

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