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El león, un padre digno

Faltaba solo un día para el cumpleaños número diez del hijito del rey de la selva.
El león siempre fue un excelente padre que cada día le enseñaba los secretos para llegar a ser un buen rey al principito, pero tenía algo que lo amargaba, el gran león nunca fue muy demostrativo de su cariño, o sea, nunca un abrazo, nunca un te quiero hijo y nunca unas palabras que demostrara su gran cariño, solo en las acciones cotidianas el leoncito hijo sabía que su padre lo amaba.
Pero este cumpleaños el padre le había prometido unas palabras especiales. Y el hijito estaba muy contento esperando ese gran día.

¡Mi padre hablará para mí, que alegría que tengo!
Comentaba el leoncito

El león y rey, por más que trataba de escribir sus sentimientos en un papel, nada se le ocurría, entonces una brillante idea se le cruzo por su melenuda cabeza.

 

«Ya sé, que mi amigo el mono me escriba algo»

El mono era el poeta y dramaturgo venerado de la selva, el mejor escritor desde hace muchos años y autor de “Las parábolas del Mono”, era un verdadero pensador. Entonces el león envía a dos de sus guardaespaldas a lo del mono a pedirle y asignarle esa tarea. Fue así que los dos rinocerontes de la custodia fueron con su aspecto intimidante (anteojos negros, trajeados y con auriculares en una sola oreja) a visitar al mono poeta.

Lo haré de buen gusto dijo el mono, y se sentó en su escritorio, los custodios se pararon uno a cada lado y no le sacaron la vista de encima.
El poeta pensó en las palabras más bonitas en sus envoltorios de rimas dignas de un poeta, decía todo con metáforas, para nombrar un simple árbol usaba un sin números de muy bonitas y excelentes palabras, Pero… tras varias horas de escribir y escribir, no quedo muy convencido, se tomaba la cabeza, limpiaba sus lentes y escribía, los custodios bostezos mediante ya se miraban entre ellos, y uno se anima a deslizar una pregunta.

—¿Pasa algo?
—No, no— Respondió el letrado,

—Mire mono que el cumpleaños es mañana— Agregaron los guardias

—Ya casi está listo— Respondió el brillante escritor

Y entonces, el poeta tuvo una magnifica idea, doblo la hoja en blanco y se las dio a los impacientes corpulentos.

—Listo, entreguen esta carta a su majestad, y díganle que lo que está escrito solo puede leerlo un padre digno.

En eso la cotorra, la más chismosa de la selva, que estaba observando, inmediatamente salio a contarles a todos los que se encontraba en su camino.
¡El mono escribió algo que solo los padres dignos pueden leerlo!

Los custodios antes de llegar a la cueva del rey no pudieron aguantar y ya que ellos también son padres de unos traviesos rinocerontitos, abrieron la hoja y quisieron leer esas mágicas palabras, y...

—Che, no veo nada, ¿Será un idioma leones?

El otro un poco más ágil de pensamiento dice...

—¿Cómo que no ves nada? Que magnificas palabras...

Pero el tampoco veía nada. Pasaban por ahí unas jirafas y unas hienas también padres y les preguntaron si ellos podían leer lo que decía en ese papel, pero como ya la cotorra había contado a todos, los animales exclamaban.
—Ohhhh Que hermosas ¡palabras! Que contento se pondrá el ¡leoncito!

Nadie podía leer nada, pero no podían admitir que eran padres no dignos.
Cuando los rinocerontes le entregaron el papel al león, le dijeron lo que dijo el escriba, SOLO LOS PADRES DIGNOS PODRÁN LEER, el león no le dio mucha importancia ya que confiaba en el mono poeta y estaba muy seguro de que no tendría problemas en leer ya que se consideraba un león digno como padre.

Y siguió con los preparativos de la gran fiesta, no escatimo en gastos ya que seria un gran momento, una gran fiesta, Y llego el día, la asistencia fue perfecta, nadie falto hasta los animales del pantano de a lado vinieron.
Bailaron y se divirtieron toda la noche, el león estaba un poco nervioso pues nunca antes había dicho unas palabras a su hijito y menos delante de toda la selva, la leona lo animaba con mimos y abrazos.
—Bueno, bueno
Dijo la cebra

—Nuestro rey va a dedicarles unas bellas palabras a su hijo

Todos se callaron, hasta el sapito John tresvueltas detuvo su baile. Todos se pararon enfrente del pequeño escenario armado por las hienas arquitectas de la jungla, la leona sentó al leoncito justo frente a su padre, y el silencio reinó en la fiesta, todos querían escuchar esas palabras, (en realidad querían saber si el león era digno y ellos no)
El rey miró al mono de reojo y le sonrió, el mono levantó su copa y también le sonrió,
Y dijo el león...

—Hijito mío lo que dice acá lo pensé yo solito, pero como el mono sabe escribir un poquitito mejor que yo, le pedí que me lo escribiera

El hijito escuchaba maravillado y miraba a sus amigos y a su leona madre mostrando su alegría,
Dijo el león

— ¡Tráiganme el sobre! Los rinocerontes se atropellaron entre ellos para alcanzarles el sobre con la carta.
Su majestad abrió el sobre. Los animales miraban como estatuas, sacó la hoja y se dispuso  a leerlo en voz alta, pero… «acá no dice nada» pensó para adentro.

—Tráiganme mis lentes…— Exclamó
Inmediatamente la jirafa le trajo sus lentes, el león trató de leer y nada veía, levanto la vista miró a su hijo y luego miró al mono, el mono le hizo una seña con el pulgar arriba, muy nervioso el rey escuchó a su hijo que dijo…

—Dale papi, estoy temblando de la emoción

Entonces el rey levanta la hoja, sacó pecho y dijo;

—Hijito mío, mí muy querido y amado hijito, te amo con toda mi alma, con toda mi vida con todo mi ser, y deseo que este día sea el mejor día para vos, siempre estaré a tu lado siempre te cuidaré te mimaré te abrazaré y te amaré, nunca dudes de mi amor ¡ Feliz cumpleaños hijito de mi corazón!

Y el pequeño hijito rompió en un llanto de emoción y alegría, y todos aplaudieron las emotivas palabras del león, el hijito corrió a dar un enorme abrazo al padre y le dijo

—Gracias papi, yo también te amo tanto

Luego de tanta algarabía, el rey se acerca al mono y le pregunta en voz bajita,

—Ese papel no decía nada

Y el mono poeta responde

—Ese papel decía todo tal cual lo leíste...

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