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El candidato presidencial

El candidato andaba a todo motor. Eran los últimos días de proselitismo. El partido que lo nominó como candidato estaba en poder, es decir al frente del País. De hecho, ya tenía bastante tiempo al frente de los destinos de un país rico, pero que sus gobernantes lo tenían pobre: casi 65 años. Se hacían los ajustes necesarios, para que el mitin político saliera como en otras tantas ocasiones, a la perfección. Un sin fin de gente corriendo de aquí para allá, buscando el mejor ángulo para vigilar. Unas horas antes, todo había quedado listo para tal menaje, sin embargo, como otras veces había detalles de último minuto que se tendrían que resolver.
La reunión empezó a la hora prevista. Cinco minutos antes de las ocho, el candidato había arribado con todo y sus neceseres. Un potente altavoz, retumbó hasta los alejados confines del barrio. El mitin se celebraba en una cañada. Sólo una entrada, o una salida, como mejor le plazca, tenía el lugar. Se contaban alrededor de dos mil a dos mil quinientas personas reunidas en el lugar para escuchar las propuestas del futuro Presidente de la República. ¿Por qué futuro, si era apenas un candidato? Simple y sencillamente, porque las triquiñuelas de los hombres en el poder, hacían que lo imposible fuera tal. El fraude rondaba las futuras elecciones y sólo era cuestión de tiempo. Guardias del Estado Mayor Presidencial custodiaban celosamente el lugar. No entraba una mosca, sin que ésta fuera registrada. Pero...
El mitin transcurrió casi sin novedades, excepto por unos patanes que a voz pelona gritaban consignas al orador. Con voz estentórea los organizadores invitaban al público a que saludaran al candidato. Éste bajó del pedestal donde antes se había llevado a cabo la reunión, y caminó entre la gente. La música estruendosa allanaba los oídos de los ahí presentes, de pronto, entre tantas manos que saludaban y palmeaban la espalda del candidato, surgió una que no iba precisamente a eso. Nadie escuchó nada, sólo se vio al candidato derrumbarse a su costado izquierdo, ya cuando terminó su viaje y cayó pesadamente, es posible y fuera muerto. Dos presuntos tiradores habían atentado contra la vida del que hubiera sido el posible Presidente. Una bala entro por su parietal derecho, con dirección al oído. Dicen que fue mortal por necesidad. La otra bala, sólo lastimó su costal izquierdo. Esa no hubiera causado mayor daño. De pronto, una docena de hombres tomaron de los brazos al hombre caído y lo llevaron apresuradamente hacia una ambulancia que se encontraba en el lugar. El hospital se puso en boga y feroz movimiento su personal. Doctores, enfermeras y toda clase de personas, entraban y salían sin decir nada. Por fin, casi a las diez de la noche, una doctora salió y dio la noticia que todos temíamos: Luis Donaldo Colosio Murrieta, acaba de morir.
De inmediato se desataron miles de especulaciones en torno a su muerte. La televisora más poderosa del País, enmudeció literalmente y cortó sus transmisiones. Era la primera vez que sucedía algo de tal magnitud en nuestro País. Sin contar desde luego la muerte de Obregón en la Bombilla, siendo éste ya Presidente electo.
Luis Donaldo Colosio fue asesinado el 23 de marzo de 1994. Las autoridades que encabezaron la “investigación”, hasta la fecha nunca resolvieron nada. Se habla de un tirador solitario, pero mucha gente no cree en eso. La sociedad silenciosamente condena al expresidente Salinas de Gortari. Su sucesor, Zedillo, un gris economista y regular presidente, tampoco dio en el clavo. Y el actual, Fox, entre que dice una tontería y otra, así se la ha pasado. Ni modo, en México, mi querido país, todo es posible, y la muerte de un poderoso candidato presidencial que estorbaba posiblemente los planes de poder de otros, era la mejor solución al yerro de haberlo destapado como candidato y el cual se supone se sacudió del yugo que lo amarraba a su sucesor, causal para firmar su sentencia de muerte.
Mitad periodismo, mitad ficción, eso fue la muerte de un candidato paisano; y como en el caso Kennedy, tampoco jamás se sabrá la verdad...o quizá en cincuenta años más la tendremos...o ¿usted que cree amable lector, fue atentado o un simple casualidad de un loco...?
Datos del Cuento
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