Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Infantiles

El ángel del claustro

El frío se calaba hasta los huesos. La nieve cubría, como una alfombra blanca, el suelo, de manera que los pies se hundían y el borde de su vieja capa castellana se arrastraba sobre el gran velo blanco. Él llamaba puerta por puerta a todas las que a su paso dejaba atrás, y lo mismo que se habrían se cerraban de nuevo. Seguía caminando sin esperanza, esperando morir de hambre o de frío en cualquier momento, cuando divisó una puerta abierta. Se acercó buscando el calor de un hogar y un bocado que calmara su hambre, pero se desengañó al entrar y ver que solo se trataba de un claustro. De un frío, triste y viejo claustro. De caminar sobre la nieve no sentía ya los pies, así que nada perdería acurrucándose en un rincón, calentándose las manos con su propio aliento, esperando que la muerte viniese a por él. Cerró los ojos,  y por un momento se encontró envuelto en el recuerdo de una tosca, fea, pero acogedora habitación, rodeado por sus padres y hermanos compartiendo una barra de turrón y un pequeño pollo. Estos recuerdos de su niñez le hicieron llorar, las lágrimas se congelaban al resbalar por sus mejillas. Abrió los ojos y vio que en el claustro había alguien más. Oía pisadas sobre la nieve. Se levantó y se dirigió al lugar del que provenían las pisadas. Era una niña, una niña muy pequeña, con las mejillas coloradas por el frío. Se acercó a ella.

 

            -Niña ¿tienes frío?

            -Sí.

El pobre se quitó su capa y arropó con ella a la niña. La niña sonrió y el pobre se sintió feliz.

            -Señor ¿Quién eres?

            -Nadie.

            -¿Nadie?

            -Nadie. Niña ¿tienes hambre?

            -Si.

 El pobre metió las manos en un viejo zurrón y sacó un trozo de pan, muy pequeño, era su alimento para toda la semana. Se lo dio a la niña. Ésta lo cogió:

            -Toma, señor, come un poco, tú también tienes hambre.

            -No.

Al pobre el estómago le rugía, el cuerpo le pedía a gritos una manta o algo con que calentarse y su corazón le decía:”salva a esta niña” 

           -Niña ¿tienes sueño?

            -Si.

 El pobre la cogió en brazos y se acurrucó con ella en el frío suelo del claustro, donde al poco rato ambos dormían. De pronto todos los capiteles del claustro brillaron mucho y un ángel de nieve se acercó al pobre y se lo llevó. El pobre se sintió rodeado por los amorosos brazos de su madre, que hacía tiempo le esperaba en el cielo.

 Por la mañana, los encargados de limpiar el claustro les vieron; el pobre y la niña abrazados, acurrucados. La niña se despertó. El pobre no.

Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
  • Media: 0
  • Votos: 0
  • Envios: 0
  • Lecturas: 425
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.223.32.230

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.633
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.508
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 53.552.815