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AMOR DE FUEGO

AMOR DE FUEGO

Era un día muy caluroso para los recién casados Don Armando Montero y doña Carmen Cervantes; es que aún recordaban con nostalgia la hermosa boda realizada en la hacienda de sus padres los conocidos y prestigiosos Señores Montero y Castilla, padres de Armando, que aunque había nacido y crecido en la opulencia y el dinero era un hombre más bien sencillo y parco muy estimado por sus peones y querido por sus vecinos en las haciendas que limitaban con su propiedad.
Por su lado doña Carmita como la llamaba cariñosamente su devota madre, era casi una niña cuando conoce a Armando, es que solo bastó con una mirada de este para que su joven corazoncito sepa que era el amor de su vida; desde el primer momento en que lo vio ella supo que el sería el padre de sus hijos, si porque era lo que ella más deseaba en la vida, realizarse como madre y esposa abnegada al igual que su madre y su abuela.

Armando y Carmen habían fijado su residencia en una hacienda vecina a Don Hilario Fuentes, un apuesto y gentil caballero que era su vecino más próximo, casado con Rosa de la Cruz con quien ya tenía una familia formada por su unigénito llamado Rodrigo un niño que para esta época tenía ya unos 12 años.

Muchos proyectos y planes comenzaron a irse tejiendo en la joven pareja don Armando dedicado de lleno a las labores del campo y ciertos aspectos políticos de su pequeño pueblo, y doña Carmen por su parte impartiendo orden como toda una ama de casa al ejercito de sirvientas a su cargo, y al aspecto social que era muy importante, ya que ellos pertenecían a la crema y nata de la localidad, cosa que la mantenía ocupada y olvidada de la soledad que le tocaba vivir debido a las actividades de su marido, que quería ante todo progresar y se había prometido que a los 30 años llegaría a tener más dinero que su padre, quien era un hombre sumamente rico.

En sus ratos libres Carmen se dedico a educar a los hijos de sus peones ya que ella había logrado terminar con éxito su bachillerato como interna del colegio de los Sagrados Corazones de su pueblo natal. (colegio muy prestigioso, en donde solo podían ingresar las señoritas que pertenecían a la clase alta), Y la verdad es que en el fondo a ella siempre le hubiera gustado ser maestra.

Buenos días señorita dijo Jacinta su ama de llaves¡ pero mujer que te pasa ¡ dijo Carmen en tono de dulzura, te veo pálida, Te sientes mal?, no se preocupe mi niña es que ya tengo los dolores de parto es mi hijo que va a nacer, y por qué sabes que eso va a pasar?, Porque ya empecé desde la noche en trabajo de parto y la verdad es que no me siento nada bien, y sabes niña que no he pegado un solo ojo y me he levantado muy nerviosa, sobre todo porque no tuve un sueño placentero, la verdad es que me siento realmente cansada, porque no te vas a descansar negrita?, Tu eres muy mayor para tener hijos, y puedes tener problemas, si niña; Lo mejor será que me acueste un rato, luego te vengo ayudar con tus cosas; no Jacinta, voy a mandar a ver un medico para que te revise y me diga como estás, si está todo bien, pues tranquila, si no te llevaremos al pueblo; eso no niña, de aquí sólo me saca muerta, usted sabe lo que yo pienso de esos hospitales, yo paro aquí, y punto.

No habrían pasado unos diez minutos de esta charla sostenida entre Carmen y Jacinta, cuando está entró nuevamente a la habitación en que se encontraba su patrona y dijo con una voz de dolor; hay niña creo que ya se viene, Jacinta llama a Candelaria y las demás mujeres de la casa y diles que vengan enseguida, en cuanto Jacinta cumplió la orden dada por su ama llegaron las otras mujeres, vamos señoras les dijo, tenemos mucho trabajo que hacer; Candela pon agua a hervir, Graciela y Lucrecia, traigan toalla y sábanas limpias, parece que el primer bebé de la casa esta por llegar al decir esto Jacinta calló al suelo con la cara empapada en sudor vamos; a trabajar señoras esto es de urgencia, puja Jacinta, puja por Dios Santo, piensa en tu hijo, te lo ruego no nos hagas esto no nos dejes por favor, ten fuerzas mi negra, te lo suplico; no mi niña, cuida a mi hijo como si fuera tuyo, niña linda si es hombre ponle de nombre Manuel, y si es mujer que se llame como yo, por favor pero hazlo tu compañero, prométemelo para que me pueda ir en paz, júramelo mi niña, júramelo, (decía Jacinta a doña Carmen pues sentía que la vida se le escapaba y sabía que su hijo si es que vivía iba a crecer sin ella), quiérelo como a un hijo, quiérelo como yo te quiero a ti, si mi negrita, pero no hables así tu vas a vivir y las dos vamos a criar junto a ese potrillo, no mi niña, yo me voy a morir solo que ya estoy mas tranquila, pues tu estarás a su cargo, ahora si me voy en paz, lo dejo en tus manos cría bien a mi hijo, ahora será el tuyo. Al decir esto, Jacinta dio un pujo tan fuerte que su débil y pequeño hijo salió, con un llanto casi leve al oído. Era un niño muy delgado, y sin los cuidados de su madre solo un milagro lo podría salvar. Mira Jacinta es un varón, míralo es hermoso; Jacinta esbozó una sonrisa e inmediatamente perdió por completo el poco color que quedaba en sus mejillas, se escuchó algo parecido a un suspiro y Jacinta falleció luego de su parto.

Jacinta negrita grito Carmen, no señora dijo Graciela, ella ya no está, ella se fue a pasar a mejor vida, con el señor que vino a recoger su alma, ahora este negrito es tuyo; pero yo que hago, yo no se nada de niños, y Armando, que dirá Armando Dios, ustedes saben lo orgulloso que es él, no va a querer a este niño que es negrito como un hijo propio, siento que el nacimiento de esta inocente criatura me va a traer serios problemas en mi matrimonio, no piense eso niña dijo Graciela, hágalo como una obra de caridad, si es cierto ya pensaré en como solucionar mi problema con Armando, y tú por lo pronto envía a un sirviente a comprar leche, biberones y las cosas que usen los recién nacidos, ya que este bebé que está muy delicado. Por el resto no tiene niña de que preocuparse, para eso estamos nosotras, te ayudaremos en todo niña. Ahora a encargarnos de la pobre Jacinta y todo los asuntos de mortuoria, manden a llamar a Armando, el sabrá lo que tenemos que hacer, y avisen a mi madre, le gustará estar junto a la negra, pues ella estuvo a su servicio desde que era una chiquilla.

Era una tarde muy calurosa, la familia con mucha pena enterró a Jacinta, que había vivido toda su vida al lado de Carmen, pues había sido su nana, y cuando esta se casó decidió irse a vivir con ella en su nuevo hogar.
Carmen como se lo prometió a Jacinta se dedicó al cuidado de Manuel, quien a pesar del estado delicado en que nació se iba recuperando rápidamente y con un apetito de toro, como decía don Armando; dale despacio mujer que así como va ese chico nos acaba toda la comida de la hacienda, y ambos rieron. Es cierto mi amor no puedo creer que un crío tan pequeño pueda comer tanto.

Carmita, dijo Armando, quiero hablar contigo, dime amor, que pasa, no me gusta tu tono de voz, mira querida Carmen, la verdad es que te voy a decir algo que en realidad no te va a gustar, pero hay cosas que para mí no pueden ser, A qué te refieres, no soporto a ese negro en mi cama, ni que te refieras a el como mi hijo ni nada de eso, pero es que yo le prometí a Jacinta, yo lo sé y casa y comida no le va a faltar, pero de ahí a que yo lo quiera como mío imposible, y que tu pases malas noches y preocupaciones por este muchacho tampoco lo voy a permitir. Dile a una de las sirvientas que le de espacio en su habitación, cómprele lo necesario cama, ropa, lo que quiera, juguetes, yo no sé pero hasta ahí, y no quiero tener problemas por esto, es un asunto que realmente no quisiera que pase a mayores, creo que me entiendes?; si Armando está claro.
Lo sabía, yo sabía que esto iba a ocurrir, no me iba a ser tan fácil hacerme cargo de este chiquillo. No te preocupes tanto hijita, deja que lo cuiden las empleadas y tu supervisarás de cerca que nada le falte; en el fondo Armando tiene razón, tu pronto tendrás tus hijos propios, y no puedes igualarlos a este niño, Pero mamá usted también me sale con esas cosas; si hija mía, te guste o no tu marido tiene toda la razón; esta bien mamá, lo voy a hacer, pero contra mi voluntad, que le quede bien claro.

Era un día lluvioso, y fresco resultaba una tarde serena cuando la pareja cumplía ya su primer año de matrimonio, además ya Carmen tenía que dar una buena noticia a Armando, Mi amor le dijo susurrando al oído, tengo una noticia muy importante que darte. Habla mujer no des tantas vueltas y dime, te sacaste la lotería o que. Algo mejor que eso, Dime Carmita; a que se debe tanto alboroto; vas a ser padre. Queeeé, dijo Armando impávido sin saber que decir, dime que es cierto mi amor, dímelo, es lo que te he tratado de decir en toda la tarde y sonrió.

Se llamará como yo Armando Montero, le enseñaré todas las labores del campo, será el Alcalde de este pueblo, lo mandaré a estudiar al extranjero y tendrá más dinero que tu familia y la mía juntas, Y si es niña? Jesucristo mujer mi primer hijo será un varón, más no una hembrita, y si es una niña? Ya lo discutiremos después si es una niña, buscaremos enseguida el hombrecito, pero mi amor tenemos a Manuel. Cuantas veces te he dicho mujer que no digas que ese negro es mi hijo carajo, que le des de comer y beber no significa que sea mi hijo, el es el hijo de una sirvienta negra, y como tal será tratado ¿entendiste?. Nunca pretendas que llame hijo a un negro.
No seas tan cruel Armando, gimió Carmen, lo siento por ti cariño, pero te pido que no te encariñes más de lo que debes con ese negro. Uno cría cuervos y luego le sacan los ojos, es lo que siempre me decía mi padre y eso es cierto; cuantos casos han pasado de gente que cría a esos negros con cariño, para que luego les roben o se vayan hablando de uno, creo que es suficiente. No quiero escucharte que lo trates como hijo, él será simplemente Manuel a secas, quedó claro Carmita, se lo tratará con cariño, con compasión por ser huérfano y por el hecho de ser un bebé, pero hasta ahí, porque en realidad me resulta molestoso todo este asunto del bendito Manuel.

En los meses posteriores doña Violeta, madre de Carmita, tuvo que venir a vivir ese tiempo del embarazo con su hija, Madre, estoy muy preocupada es muy grande mi barriga, madre; ¿que piensa usted?, No hija todo lo que tu sientes es normal; sabe madre estoy muy preocupada por Manuel, por que mi niña, si el está perfecto, sabe madre yo le prometí a Jacinta que lo iba a cuidar y pienso que no estoy haciendo bien las cosas Viole, ¿que dices tú?. Pero hijita que más puedes hacer, es verdad lo que dice Armando; no puedes acostar en tu cama un bebé negro y pronto va a nacer tu hijo, no puedes tener las cosas revueltas, tu hijo es tu hijo, el otro, tendrá que criarse como el hijo de una criada, con más privilegios que los otros porque tu eres su madrina, su protectora, o lo que sea, ah y por cierto ya deberías pensar en ir bautizando ese crío, pues no me gusta que haya un niño moro en la casa, dicen que no trae buena suerte. Si madre, habla con el sacerdote por favor y encárgate de todo, yo ya tengo las piernas muy hinchadas y pienso que no paso de una o dos semanas, con esto, y tengo que estar calmada para cuando nazca Armandito o Fátima. ¡Ni lo digas hija tu marido cae con pataleta donde no es hombre!, Hay mamá usted también mire que cuando yo nací mi papá se puso muy feliz y nunca le reprochó nada, como podemos saber lo que Dios quiere que sea, es verdad Carmita, conque nazca sano es suficiente, ahora si vamos a rezar el rosario para que descanses y esperes a tu marido tranquila que ya no debe de tardar.

Corría el mes de noviembre como los dos días anteriores habían sido las celebraciones del día de los muertos y otras fiestas, había durado mucho los días festivos y todos estaban agotados de atender a tanta gente que llega a la casa a visitar con motivo de estas fechas, que por cierto para Armando que era parco y no le gustaba mucho la actividad social resultaba más bien molestoso.

Se había desatado una tormenta muy fuerte, con truenos, rayos, y el agua caía en gruesas gotas que retumbaban el techo de aquella enorme casa, cuando de pronto se escucha la voz desesperada de Carmen que llama a gritos, Madre, madre, venga por favor mire que me he orinado y no he sentido, madre que será esto?. Violeta sonrió y dijo esto es simplemente que vas a ser madre mi hija linda, ya has reventado el agua fuente y está próximo a venir mi primer nieto.

Muchachas, Armando vengan todos, escuchen bien; quiero que dispongan todo, Vayan a ver al médico, díganle que llegó la hora de mi niña, y ustedes, traigan sábanas limpias, toallas, agua hirviendo y todo lo que necesitamos, si tenemos suerte alcanzará a llegar el doctor, caso contrario nos toca a nosotros traer al mundo a este bebé. Graciela a usted, la quiero en la cocina coja una gallina y póngase a hacer un delicioso consomé porque esta criatura va a tener mucha actividad, Armando usted, avise a mi marido y a sus padres y nos esperan afuera, porque los hombre no hacen más que poner nerviosas a sus mujeres y entorpecen nuestro trabajo; Así que por favor que se haga todo como he dispuesto.

Doctor, se escuchó el grito de Armando que se confundía con el de Carmen en la habitación, venga rápido que creo que ya no alcanza a llegar; tranquilo hombre, tranquilo, se nota que es su primera vez, para mi ya es como la número mil; sí, pero mientras sean hijos míos tenga la seguridad que siempre va a ser así. Me alegro hijo de eso. Vaya Doctor y atienda a mi mujer, cuídela mucho por favor, no se preocupe señor, todo está perfecto.

A ver esta señora que está tan nerviosa que grita tanto vamos a ver, pero si ya estamos casi listos; a ver hijita linda vamos a colaborar; vas a hacer lo que yo diga, tus contracciones son muy seguidas y esto ya está lo suficientemente dilatado para que salga, vamos a la cuenta de tres puja con todas tus fuerzas, vamos, un , dos, tres, vamos nuevamente con fuerza como toda una Cervantes de Montero, vamos. Mira que afuera está un batallón de gente esperando que hagas tu hazaña, y ver tu premio.

Pero que veo ya esta afuera pero si es, hizo una pausa el médico. Que es doctor?. Dígamelo por favor, que es, no me tenga en ascuas. “Es una hermosa niña”. Pero hija porque lloras mira lo linda que está, Hay doctor. Es de felicidad, nunca me imagine que yo iba a tener algo tan hermoso y tan mío.

Ahora, aséenla para que pueda venir su esposo a conocer a su primogénita, Doctor, ya está preguntó Armando y sus padres que ya habían llegados todos pendientes de la gran noticia, así es mi querido amigo su primogénita nació, Qué fue niña?, Así es mi buen amigo, su primera hija, y es tan hermosa y sana como su madre. Las lágrimas de Armando rodaron por sus mejillas, con el tiempo se supo que las lágrimas de Armando fueron de felicidad, más no de desilusión como insinuaba Violeta, porque no había sido varón.

Carmen reposaba con su hija en su regazo y Armando se enterneció mucho de ver a su hija; ella se despertó con una sonrisa y le dijo la Llamaremos Fátima, como la virgencita; el asintió con la cabeza, y desde ese momento, esa niña llegó a ser la felicidad más grande de este hogar.

Manuel lávese las manos para que ayudes a la niña a subir las escaleras, Manuel estaba cerca de cumplir los tres añitos y Fátima 2 cuando Carmen se dio cuenta que iba a ser madre por segunda vez. Nuevamente, las expectativas de Armando se fijaron en el hijo varón, y transcurrió un embarazo de lo más normal aunque la ansiedad de Armando por un heredero de su apellido ponía a Carmen muy nerviosa, luego llegó el día del parto, volvió el médico de la familia y salió con la no muy feliz noticia para Armando de que había nacido su segunda hija, Angela; el no muy feliz padre, pues él soñaba con un varón y se había hecho tantas ilusiones que la verdad sintió desilusión, luego en un momento de reflexión pidió perdón a Dios y entró lleno de amor a ver a su segunda hija, que era hermosa, y muy parecida en las facciones a su padre.

Carmen seguía a medias con sus labores de enseñanza a sus empleados y sus hijos, y Armando queriendo incursionar en la política del pueblo como Teniente Político, muy a pesar de los ruegos de su mujer que no le gustaba para nada la política. Mujer no es por dinero decía él, lo que pasa es que el poder político es importante, así hasta podré ser diplomático en otro país y con nuestro tercer hijo nos iremos a conocer otro continente; pero hombre, si yo lo que quiero es que mis hijas crezcan aquí en el campo, libres, como crecimos nosotros, y cuando ya estén en edad, pues las mandaremos a la capital a estudiar, hay mi mujer tienes que tener más aspiraciones, piensa en que las niñas puedan llegar a ser profesionales, si señor, pero ya habrá tiempo para eso, ahora ayúdame a cambiar de pañales a esta niña.

Armando gritó Carmen a mitad de la noche; ¿que pasa mujer, si son las dos de la mañana? ¡Ya es hora! Armando; hora de que mujer; me asustas, ve a ver al médico, nuestro tercer hijo va a nacer, anda y no hagas ruido para no despertar a las niñas, avísale a mi madre y tu madre, necesito de ellas, no sé porque creo que este hijo va a ser especial, será porque es el varón; no-se hombre ve ya.

Cuando el doctor salió de la habitación con la buena nueva, Armando se encerró en el estudio y no quiso ir a conocer a Zobeida, su tercera hija, y estuvo ahí durante una semana, solo salía, para ir al baño o atender a su padre, estaba tan aislado del mundo.
Ya Carmen muy preocupada por la desatención de éste, mandó a ver al sacerdote, y le contó su problema, este intercedió ante un Armando terco como una mula diciendo que los designios de Dios, no hay que reprocharlos y que todo ser humano tiene una misión en la tierra y que esa niña era especial que por eso estaba entre ellos. Fue un discurso muy conmovedor que el mismo Armando salió de su habitación y con lágrimas en los ojos pidió perdón a su mujer y vio por primera vez a su hija. Realmente eres especial mi amor le dijo, perdóname, se que tienes una misión y un destino que seguir, yo estaré contigo, siempre vas a ser mi niña pequeñita, mi osita; Tan conmovido estaba Armando que se quedó dormido con su pequeña hija, hasta que sus dos primeras hijas vinieron a despertarle con muchos besos y una lista de peticiones que incluían desde muñecas a confites.
Llévanos a la feria papá, dicen que hay carruseles, y payasos vamos papá.

Armando se fue al pueblo con sus dos hijas pequeñas, y con el negrito Manuel a quien le iba tomando aprecio, con el paso del tiempo o como decía en sus pensamientos Armando no es que no lo estime, simplemente que así tiene que ser. Fue un día maravilloso para los niños y para el propio Armando que como teniente político tenía más privilegios que cualquier otro ciudadano, pero que felices estaban las niñas y Manuel, que ni se diga. Papi dijeron las niñas, mira una tienda con juguetes, llévanos allí por favor, vamos anda, di que sí por favor papá, esta bien, vamos. Las niñas habían enloquecido nunca en su vida habían visto tantos juguetes juntos, cuantas muñecas, y de Manuel ni que decir, si se había quedado embobado y no decía palabra; papi ¿podemos escoger algo?, si mi amor una muñeca cada una. Yo quiero la rubia, no yo la vi primero; Armando al ver a sus hijas en este alboroto dijo para sí nunca pensé que escoger una muñeca daba tanto trabajo, y tanto tiempo llevaban, ya casi una hora y aún no se ponían de acuerdo hasta que tuvieron que hacerlo con una moneda de lo contrario nunca regresarían a casa. Vamos niñas, que hermosas muñecas, eran enormes y muy caras; vamos papi dijeron ellas. Papá y Manuel?, no está, cierto me falta Manuel.

Manuel, muchacho donde te has metido, Don Pedro, ¿ha visto a Manuel?, Venga don Armando, Manuel tiene exactamente 55 minutos parado como una estatua delante de ese trencito; Armando se acercó a él, y al mirarlo le dio un sentimiento de tristeza y ternura al mismo tiempo de ver la carita con la que Manuel miraba ese trencito, es que hasta sonaba, tenía un pito tan maravilloso, Manuel debe haber imaginado que era una maravilla del mundo; el sólo estaba acostumbrado a juguetes de madera, artesanías del pueblo, muñecos que no lloran, y ahora se encontraba frente al mejor tren del mundo, Dios mío que lindo, como me gustaría uno de estos pensaba en su interior. Armando leyó sus pensamientos y pidió al dueño de la tienda, que lo envuelva para llevar, el primer regalo que Manuel recibía, sin duda era el día más feliz de su vida; tenía el trencito más lindo del mundo y además tenía un empacho tremendo pues había comido tanto en la feria que ni bien se sentó para irse a la casa sintió que el mundo se le venía abajo y estuvo tres días de vómitos y diarreas.

Buenas Doctor, como le va, saludó Armando al doctor, Armando con usted quería hablar; sabe que he estado por ir muchas veces a su casa, pero quería que pase un tiempo prudencial para poder conversar con usted. Qué pasa doctor, me asusta usted; dígame por favor. Mire Armando voy a ser claro con usted, en el último parto de su esposa, las cosas se pusieron difíciles yo pienso que ella no debería tener más hijos, o caso contrario tendrá que tener cuidados extremos, como por ejemplo internarse en un hospital en el octavo mes, porque puede necesitar una cesárea, pero ¿porqué no me lo dijo antes doctor?. No quería alarmarte hijo, además son cosas que las puedes controlar y manejar, es únicamente una precaución que debes de tomar en el futuro. Si deseas tener más hijos, tu mujer debe ser controlada desde los primeros meses de su embarazo, para no tener que lamentar, nada, así no sufrirá de un abortó o algún otro problema que pueda surgir. Dile por favor que venga una de estas tardes a mi consulta que quiero hacer un control total con análisis de sangre y todas esas cosas que se necesitan, la traeré personalmente doctor, pues no pienso parar con esto de tener hijos hasta no tener el varón que tanto he ansiado.

Que mal te veo Carmita, replicó Armando; ni sabes Armando, creo que estoy embarazada nuevamente, pero nunca he tenido estos achaques, será este el varoncito que tanto esperamos, ojalá mujer dijo Armando; Pero un temor interno se hizo dueño de todo su cuerpo, tienes que cuidarte mucho finalmente dijo, pues te noto muy pálida y delgada; lo haré mi amor, lo haré. Los meses siguientes fueron terribles para Carmen, con una vida tan agitada como la de Armando ahora con más funciones en la tenencia Política, sus tres niñas, su madre que ya no era tan joven y este cuarto embarazo que resulto verdaderamente una pesadilla para la joven mujer. Al séptimo mes de este, reventó el agua fuente, y estuvo en el borde de la muerte; de no ser por el máximo cuidado y por la acción oportuna de los médicos, ambas, porque nuevamente fue niña y esta una hermosa hembrita rubia llamada Lorena, ambas hubieran fallecido. La niña estuvo por dos semanas en termo-cuna, y a Carmen la tuvieron en observación los 5 primeros días.
Lo siento Armando dijo el doctor, pero no tendrás hijos varones, a no ser que te conformes con los yernos, pero tu mujer si llega a salir embarazada sería su sentencia de muerte, por lo que necesito tu autorización para ligarla, y no tener problemas luego. Hágalo doctor, mi mujer es lo que yo más quiero en este mundo y por un capricho mío no voy a exponer su vida, después de todo estas niñas mías representan la verdadera felicidad.

Los siguientes años fueron muy ocupados para Carmen y Armando; como primera dama del cantón tenía que desenvolverse en un sinnúmero de actividades como madre de familia ni que se diga, entre las escuelas, sus hijas, y las actividades de su esposo la vida de esta familia era pura agitación.

Un día cuando la hija mayor de este matrimonio tenía ya 17 años, llegó la primera invitación formal para un baile a las niñas, que como ya se sabía anteriormente las muchachas a los 15 años ya estaban preparadas para un matrimonio. Era la inauguración de la hacienda de sus vecinos, que habían construido una hermosa casa y querían convidar a todos sus amigos a conocerla, era Don Rodrigo Fuentes y Ma. Soledad Vera de Fuentes Las niñas ya de 17/15/14/12, estaban entusiasmadísimas de conocer la residencia de sus vecinos pues era muy pocas las amistades de estas con un padre tan celoso como Armando.
Ya en la residencia la Familia Fuentes Vera, recibió a sus invitados, Don Rodrigo a sus 30 años ya había hecho una gran fortuna con el negocio del ganado y la siembra de productos; esa noche él junto a su esposa, se encargaron de atender a todos sus amigos, pero prestando especial atención a Don Armando y sus hijas.
A Carmita, no le gustó el trato especial de Don Rodrigo a sus hijas, especialmente las muchas atenciones que le brindaba a Zobeida, así que en un disimulado gesto instó a las niñas a que se acerquen a ella y a pretextos se las llevó a su casa. Que pasa mujer; ¿porque esa forma abrupta de sacarnos de la reunión, si apenas se había prendido la rumba?, dijo Armando en un tono más bien de burla a su mujer. Armando en realidad te voy a ser muy franca, no me gustó las muchas atenciones que ese hombre brindó a nuestras hijas, especialmente a Zobeida, tu sabes que ella es muy desarrollada y aparenta tener más edad de la que realmente tiene. Es cierto mujer, pero todas mis hijas son hermosas y es normal que las admiren. Sí, pero no un hombre casado Armando, no lo voy a permitir, no he criado tan bien a mis hijas, para que un sapo atrevido se quiera aprovechar de la virtud de ninguna de ellas; lo siento y si me toca en algún momento ser irrespetuosa lo seré, pero a mis hijas, no me las toca nadie.

Pero que hermosas las mujeres de mi vida, dijo el abuelo paterno cuando llevó a regalar un pony para Lorena la menor de sus nietas; es que todas ellas eran hermosas, tenían diferentes tipos, pero todas eran mujeres muy bonitas.
La primera hija Fátima de temperamento fuerte como Armando, de cejas espesas y mejillas con un rubor natural, una chica que resultaba muy atractiva.
Angela, siempre sonriendo, con su pelo negro lacio y brillante, que le daba un aire majestuoso, muy parecida físicamente con su madre.
Zobeida, era como un ángel, era una chica muy carismática, llena de dulzura, nunca se creyó más que nadie, era amiga de todo el mundo, su madre siempre le decía que era muy confiada de la gente, pero ni hablar; así era Zobeida.

Lorena, la rubia, la más pequeña, con sus bucles dorados tenía cara de niña de portadas como le decía su abuela, Mi nieta es para posar en revistas, ya quisiera Shirley Temple, haber tenido esta cara, y todo el mundo reía con las ocurrencias de Violeta.

Ellas crecieron todas en un ambiente afable, llenas del cariño de todos sus seres amados, nunca sufrieron necesidades, más bien siempre tenían más que otros; recibieron una educación especial, pues tenía maestras de Piano, Danza, idiomas, costura, canto , y todo lo necesario para ser una dama de sociedad. Crecieron con el cariño de sus empleados, con el cuidado del siempre fiel negrito Manuel, quien para esa época ya tenía 18 años y solo había aprendido a leer, como decía siempre Armando, la cabra tira al monte.

Cuando Fátima cumplió los 18 años llegó la triste y esperada separación, el momento de sus estudios universitarios; tenía que partir a la capital a estudiar para ser maestra como siempre lo había deseado. Su padre, para que sus hijas no lo vean llorar se encerró en su despacho en un gesto que más bien le dio a creer a Fátima que ella no le importaba, pues no se despidió de esta, pero en las noches mientras miraba las estrellas se preguntaba cuál sería la suerte que le espere a su hija sola y sin conocer el mundo. Dios guíale sus pasos decía quedamente y dirigía sus pensamientos hacia ella.

Sus hermanas sin embargo y a pesar del dolor que sentían siguieron su vida cotidiana. Un día llegó un comerciante de licores, el Sr. Esteban del Hierro, era un joven emprendedor pero aunque no era millonario, tenía un futuro por delante, Zobeida se enamoró perdidamente de el, lo vió únicamente una vez, pero inmediatamente, quedó prendada por la educación y cortesía de este joven, y él al verla, quería casarse el mismo día de conocerla; parecía un amor loco, pero en realidad no era así. Zobeida era una chica muy centrada y pidió consentimiento a sus padres para verse con el apuesto joven y empezaron una relación muy seria, con planes matrimoniales a un futuro no muy lejano.

Zobeida era una muchacha muy romántica, y cada vez que podía le escribía cartas o poemas a Esteban, entre tantas cartas, había una que decía así:

Siempre es la palabra que identifica este amor
Siempre es el tiempo que deseo que dure
Siempre te quiero conmigo
Pues tu sabes que te querré
Siempre.

Tuya hasta la eternidad

Zobeida

Aunque a Armando no le gustaba la idea del todo, Zobeida continuó su romance con Esteban. Armando mantenía la esperanza de que este noviazgo solo sea una ilusión de su hija, y que pronto terminase, pues sentía que Zobeida era muy joven para el matrimonio, pero era muy difícil ordenar la vida de los hijos, y Armando como buen padre terminó asimilando esta decisión.

En esos días en que la familia estaba llena de mucha agitación un día domingo, Manuel se dirigía al pueblo a comprar víveres, para la casa, cuando se encontró con Rodrigo, Buenos días vecino dijo este, buenos días señor contestó Manuel y siguió su camino. Es que no te han enseñado buenos modales muchacho; no te han enseñado que cuando un superior te habla debes de escuchar, si mi señor, dígame en que le puedo servir. A donde vas? preguntó Rodrigo. Voy para el pueblo señor; ven sube en mi carroza, yo te llevo y así tenemos tiempo para conversar y conocernos mejor. Si mi señor, dijo Manuel y subió a la carroza de Rodrigo.

Este se portó muy amable con Manuel, regaló una buena propina e incluso entró a la cantina con este como grandes amigos y se tomaron una cerveza juntos. Lleva mi recado a la joven Zobeida, dile que voy a bautizar a mi hija Aura María, y deseo que ella sea la madrina; dile que me conteste si puede para fijar la fecha del bautizo, pero tienes que avisarme a más tardar el día jueves, puesto que tengo que comunicar a mi esposa, para que se dedique a hacer todos los preparativos. Ya sabes tú, cosas de mujeres; así es mi patrón contestó Manuel sin saber que con este acontecimiento, empezaba a cumplirse su destino y el de la familia entera.

Manuel llegó esbozando una sonrisa, buenas tardes mi niña, dijo a doña Carmen, que se encontraba cosiendo una sábana. Cómo estás negrito replicó ésta. Patrona, me encontré con el vecino cuando me iba al pueblo y me pidió que le diga a mi niña Zobeida, que si quiere ser su comadre, que va a bautizar a su hija pequeña, y quiere que ella sea su madrina.
UUF, no me gusta ese hombre cerca de mis hijas, pero con el compadrazgo se sentirá comprometido y tendrá que respetar de verdad a mi hija; dile que está bien, que nos comunique con anticipación la fecha, que mi hija estará gustosa de acompañarlo en este sacramento; ve ve de una vez.

En estos días de invierno, el calor es muy pegajoso y húmedo; estaba Armando so pretexto del calor recostado en una hamaca, en su hacienda, cuando llegó su vecino Rodrigo, que a decir verdad, le parecían puras exageraciones de Carmen todos los comentarios mal sanos acerca de este caballero.
Vecino buenas tardes; que lo trae por estas tierras; a saludarlo vecino, ya que usted no visita a los pobres, y ambos rieron; aprovecharon el momento de tertulia para brindar un aguardiente producido en la región, luego Armando como todo caballero invitó a Rodrigo a cenar con su familia, él y sus tres hijas, pues para esta fecha su hija mayor ya estaba cursando sus estudios universitarios en la capital y de novia con un estudiante de derecho, que para los gustos de su padre, era muy estirado como solía expresarse Armando de su futuro yerno.
Fue una cena más bien en un ambiente agradable. Ya en su alcoba, Armando susurró a su mujer; ves querida son suposiciones tuyas, el vecino es agradable. No marido, para tí toda persona que te acepte tomar esa porquería es agradable; ambos sonrieron y se quedaron profundamente dormidos.

No me gusta la amistad, de Manuel con Don Rodrigo, comentaban las sirvientas de la casa, ya sabes que el es medio atrevido y es igualado, va a pensar que es igual a ese, señor y hasta amable es el negro con el bendito Don Rodrigo, que se traerá ese; para, para mí nada bueno, tu sabes, que Manuel donde alguien le tire un centavo ahí se para de cabezas; él no tiene ley, su ley es el dinero, para ingrato ese negro con lo bien que lo han criado en esta casa, manteniéndole el pico y todo, lo que ha querido; así es la gente mi amiga, nada bueno esperes de ella, si te pueden hacer daño están felices, si te ven caído te dan palo, y si eres grande te adulan; es verdad, la vida es así.

Oye negro, en que picardías te encuentras, es que ya te quieres aparear, o le andas alcahueteando alguna majadería al vecino; mira que su esposa es mi gran amiga, y pronto seremos comadres, dijo Zobeida a Manuel, a quien quería como un familiar; no mi niña, nada de andadas, lo que pasa es que don Rodrigo es bien amable y de vez en cuando me regala su cualquier cosita; a propósito, le mandó saludos. Como se te ocurre majadero, aprende a respetarme. No es para tanto mi niña, usted mismo no dice que van a ser compadres?, y así mismo será si mi Dios no dispone otra cosa, por eso no te permito que hagas ningún comentario sarcástico, porque la verdad negro es que no me gustó nadita el tono de expresión de tu voz, y dicho esto Zobeida se retiró a su habitación , dejando en la cabeza de Manuel un odio tremendo un rencor que en el fondo tenía por toda la familia. Qué será esto que siento; la quiero tanto, pero también la odio, y sobre todo cuando me dicen negro, siento ganas hasta de matarlos. Y con estos pensamientos se retiró de la casa y se fue a la cantina del pueblo donde se encontró con Rodrigo, donde empezaron a entablar una supuesta amistad sincera, es que Manuel era un pobre ingenuo e ignorante, como se podría imaginar que un señor como Rodrigo podía ser su amigo, solo en su cerebro obtuso podía pasar esto.

Mucha amistad Armando tiene Manuel con Don Rodrigo, replicó Carmen, sabes que la otra noche lo había traído hasta la casa borracho, que no podía ni andar, Hay mujer cuando tú le tomas tema a algo no hay quien te lo quite de la cabeza, es verdad yo soy así, sabes en realidad Rodrigo nunca me ha terminado de gustar del todo, le veo cara de pícaro, serán todas las cosas que escucho de él como que le gusta el trago, que le es infiel a su esposa, ect, etc, así que no es ningún angelito el bendito. Olvídalo ya he dicho, que no quiero escuchar nunca más un comentario de nuestro vecino, que entre paréntesis siempre ha tenido más bien bondades contigo y con toda la familia. Ya duérmete mujer, dijo Armando con un tono de disgusto y le dio la espalda a su mujer en la cama y luego sólo se sintió su ronquido.

Doña Carmita, niña Zobeida, la busca en la sala la esposa de Don Rodrigo, Doña Ma. Soledad, con sus hijitos. Hazlos pasar mujer y prepáranos una limonada, es una tarde muy caliente. Bienvenida vecina, que la trae por aquí dijo Carmen; el interés vecina, el interés y las tres damas rieron.
Verá niña Zobeida la verdad es que el sábado siguiente bautizamos a Aura María, y Rodrigo y yo queremos que usted sea su madrina, así que vengo formalmente a solicitarle que acepte ser nuestra comadre. A nombre de Armando y el mío propio quiero agradecer por pensar en mi hija en un acto tan importante. Cuente con nuestra aprobación y por ende la de Zobeida, estaremos todos presentes; bueno casi todos, usted sabe que me hija mayor ya está estudiando en la capital y con esto del invierno malo y las carreteras en pésimo estado es difícil que pueda venir: en todo caso el resto de la familia estará presente. Gracias doña Carmita, me voy muy contenta, pero sobre todo Rodrigo lo va a estar; sabe, él siente mucha admiración por su hija, mi futura comadre, si ya me estaba poniendo celosa, dijo Ma. Soledad, en un tono que pareció irónico, tanto así que a Zobeida le resultó incomodo este comentario ya que ella era una niña, y su futura comadre parecía una mujer enferma de celos, seguramente por todos los comentarios que hacían de su esposo.

Papá puedo llevar a mi novio al bautizo dijo Zobeida; sí hija , el ya es tu prometido y pronto se van a casar, creo que sería bueno que ya lo vayan conociendo; que bueno padre, te doy gracias por eso y le dio un fuerte abrazo y un beso a su padre, que siempre había sido muy apegado a sus hijas, pero esta sobre todo le había embebido los sentidos, y es que al describir a Zobeida, la sonrisa de Armando no se podía esconder. Es una linda niña decía siempre y no se engañaba, es que no sólo su belleza física hacía de Zobeida una hermosa chica, si no su forma de ser , de tratar a la gente, la hacían mas hermosa ante los ojos de todos.

Que hermoso vestido hija, donde lo conseguiste, te vas a ver hermosa en ese color azul púrpura. Lo trajo mi abuela madre, ya sabes lo vanidosa que es ella, me dijo que quería que fuera la más bonita de la fiesta, y así va a ser mi hija, vas a ser la madrina más bonita y la más joven, a propósito hija, ve a llamar a Manuel. Manuel no está mamá, cuando llegó la abuela ella me dijo que lo había visto conversando muy animadamente con mi compadre Rodrigo, en el pueblo, No digo yo, ese negro igualado, mucha amistad tiene con ese señor, ya mamá, no empiece con lo mismo, me voy a arreglar, pronto tendré visitas, ya sabe usted, tengo que dedicarme a mis preparativos. Si hija lo sé lo sé.

El día empezó muy caluroso sobre todo con la agitación en casa de los Fuentes, desde muy temprano Ma. Soledad, estaba despierta y terminando cada uno de los detalles que faltaban por solucionar, todo estaba casi dispuesto, a excepción de Rodrigo, que como siempre había hecho su san viernes y había aparecido con el alba. Ya esto es demasiado Rodrigo, dijo Ma. Soledad, no eres consecuente ni siquiera con tu hijita, mira a la hora que llegas y estas todo borracho. No me jodas mujer y cállate ya, me llamas cuando lleguen los invitados, o no, mejor llámame cuando llegue mi comadre, ja ja ja, se río en un tono que a Ma. Soledad le helaron los sentidos, creo que lo mejor que he hecho es nombrar a esa niña comadre, porque conociendo las mañas de este viejo, es capaz de hacer alguna mañosería y valerse de su labia para conquistar a esa inocente, gracias a Dios son niñas de bien , y ya esta de novia, porque este hombre, no se por qué, pero me late que la mira mal.

La agitación en toda la casa era tremenda, por un lado la cocina, todos los preparativos, es que era una comida de banquete digno de una Fuentes, dijo Ma. Soledad, la decoración no era de menos, estaba la hacienda decorada de una manera que parecía de cuento, y es que se notaba el derroche en todo su punto, las flores: gardenias , alelíes, orquídeas, etc; los centros de mesa, la cristalería, las copas, las vajillas, los recuerdos del bautizo, en fin todos los detalles habían sido escogidos con muy buen gusto. Era una fiesta como pocos, y por supuesto la crema y nata del pueblo eran los únicos invitados.

La recepción empezó a la hora indicada, y comenzaron a llegar los invitados haciendo gala de la elegancia característica; a las damas parecía que la orejas se les caí de tanto oro colgado, en algunos casos en orejas que más bien parecían un chicle mal mascado. En fin la recepción marchaba de acuerdo a lo planeado por Ma. Soledad.

Llegó el párroco! Mujer, dijo Rodrigo a su esposa; hizo un llamado de atención a los invitados y empezaron la ceremonia religiosa. Los padrinos al lado de la aijada empezó diciendo el sacerdote, enseguida Zobeida y el papá de Ma. Soledad se pusieron de pie, y le colocaron la mano en la cabeza de Aura María, de acuerdo a la solicitud, del sacerdote, la ceremonia fue llevada de una manera muy solemne; luego de la misa, se solicitó a los invitados que pasasen al salón que se había dispuesto, para la cena y luego el baile, a comentarios que se escuchaban de veteranas que van solo a comer y a criticar era una fiesta como pocas , con mucha abundancia y un gusto de reina, es que Ma. Soledad se había esmerado en cuidar todos y cada uno de los detalles, el banquete fue de primera, sirvieron langostinos a la termidor, langosta en salsa de champagne, pavo en ciruelas, arroz mediterráneo, medallones de ternera, etc, y una variedad de postres tropicales, en fin todo estaba como debía de ser. Rodrigo era un hombre muy espléndido con sus invitados y el derroche se hacía notar, pero también la impertinencia de Rodrigo que se pasó toda la noche queriendo bailar con la comadre, dejando a su mujer como una plasta en la mesa, y al novio de Zobeida con los ojos desorbitados, toda la noche esperando con las manos sudorosas a ver a que hora soltaba el bendito compadre a su novia, para poder bailar con esta.
Esta actitud, terminó molestando mucho a Doña Carmen, que en realidad, tenía tema con Rodrigo; fue tal su disgusto que no pudo disimular y sacó a su hija por el hombro dejando parado en el centro de la pista a un Rodrigo avergonzado.


Manuel , grito Carmen; donde se ha metido ese maldito negro? que tengo como una hora llamándolo. No señora, el negro salió muy temprano en la mañana, dijo que iba a hacer unas diligencias del patrón y que iba a llegar en la noche. Buena está la cosa, éste se va sin avisarme, ya va a ver cuando llegue, va a saber que hacer cuando le toque salir.

Madre, madre, escribió mi hermana, dice que va a venir a pasar juntas con nosotros la semana santa; ¿que te parece madre?, estoy feliz; así nos podremos reunir toda la familia. Sabe madre, Fátima nos hace mucha falta, tu sabes que aunque ella siempre anda renegando, y ordenándonos que hacer nosotros hacemos mucho caso de lo que ella nos dice; así es hija, Fátima es una chica muy centrada y buena. Ojalá no esté sufriendo mucho por la ausencia de sus hermanas.

Mientras tanto en el pueblo Manuel caminaba sin zapatos por las calles polvorientas del pueblo, había terminado de hacer las gestiones encomendadas por Armando, estaba dispuesto a regresar a casa, pues era un día de sol muy fuerte que lo tenía apesadumbrado cuando escuchó una voz que más bien le pareció un murmullo. Manuel shhhh Manuel , ven acá, Don Rodrigo que hace por acá, Manuel quiero conversar contigo, dígame para que soy bueno. No amigo, ven te invito a que comas algo; esta bien don Rodrigo vamos.

Manuel, la verdad es que en este tiempo que te he tratado, te has ganado mi confianza y quiero que tu también confíes en mí; gracias don Rodrigo dijo Manuel muy contento con la hazaña, pues para el cerebro estrecho del negro creía que estas palabras eran ciertas. No Manuel por favor dime Rodrigo nada de Don.
Yo veo Manuel, siguió diciendo Rodrigo, que tu eres un hombre joven que has de tener muchas necesidades, y quiero que no pases ninguna; acepta este pequeño obsequio de tu amigo que te quiere como el hermano que nunca tuvo y que ha llegado a quererte y estimarte por lo buena persona que eres. Gracias Rodrigo, la verdad es que yo nunca he aceptado nada de nadie pero tu eres un gran amigo dijo Manuel y se metió al bolsillo el fajo de billetes que Rodrigo había pasado por debajo de la mesa. Eso sí; no le comentes a nadie nada, ya sabes que la gente es envidiosa, ni siquiera a tu familia, vayan a creer que yo quiero algo de ti; no te preocupes Rodrigo, esto es entre tu y yo.

Cuando Armando regresó a su casa y no encontró a Manuel en realidad se preocupo mucho pues este llevaba el portafolio con sus documentos y a la cuenta tenía que haber llegado hace muchas horas ya. Ese negro está muy mañoso mujer, yo creo que ya hay que largarlo de la casa y no permitirle tantas impertinencias, No te preocupes mi amor, deja, que cuando tenga alas, ya volará, y se ira de esta casa, no lo eches por favor, piensa en que su madre me crío a mi con mucho amor, y yo le hice una promesa a ésta en su lecho de muerte, si solo por eso es que no lo largo a patadas de esta casa. Porque yo a esa edad ya tenía alas, este cumplirá cien años y nunca le saldrán las alas, yo que fuera, casa y comida gratis. Por Dios Armando no empieces.

Patrón me andaba buscando, donde te has metido negro hijo de puta, dijo Armando, yo me demoré con Rodrigo Fuentes; es que encima eres alevoso altanero, el para tí es Don Rodrigo, no señor el es mi amigo y sabe tratar a la gente, no es como otros y que tanto escándalo patroncito si ya estoy aquí. Lárgate de mi vista no quiero verte negro cochino. Fuera he dicho, y ya que eres tan valiente ya es hora de que vayas buscando casa porque esta te está quedando demasiado grande.

Que tanta amistad mi amor del negro con Rodrigo, la verdad es que ya no me está gustando nada la cosa, si me lo encuentro en el camino voy a conversar con el señor Fuentes, parece que hay que enseñarle que los negros son negros y que no hay que darles mucha amistad; hazlo si puedes a mí tampoco me gustan esas cosas terminó diciendo Carmen, y Armando se despidió con un beso.

Los días transcurrían lentos para la familia, pues estaban muy ansiosos con la llegada de Fátima, que venía con su novio y todos tenían muchas ganas de conocerlo; bueno casi todos, porque Armando era muy celoso con sus hijas, pero esto se le tiene que pasar decía Carmen, pues todas se van a tener que ir, y aunque a mí tampoco me gusta la idea que mi hija se case con un desconocido tengo que dar gracias a Dios que se ha fijado en un hombre que pronto será un profesional y que pertenece a nuestra misma clase social.
En la cocina se tejían una serie de comentarios entre las empleadas de la casa pues últimamente habían visto a Manuel con más dinero del acostumbrado y con aires de patrón. Qué le pasará a este tipo se preguntaban, y además de donde ha sacado esos amigos, yo nunca se los había conocido, eso mismo digo yo niña, sin contar las tantas noches que ha llegado borracho, el muy sinvergüenza.

Manuel, dijo Graciela, vino el empleado de Don Rodrigo, y dijo que te esperaba a las 3 de la tarde donde tu ya sabes. Cuéntame negrito, en que cosas te hayas, no hagas tonterías, tu sabes cuanto te quieren en esta casa, si lo sé (dijo entre dientes Manuel,) tanto como yo los quiero a ellos, uhh, razón tiene el patrón de tenerte desconfianza si eres el mismito demonio, mira como te ha criado doña Carmen, y tu le pagas con desprecio. Yo por eso ni perros recojo de la calle para no sufrir desengaños. Hay negra no te hagas, como si no supieras que ellos me tienen aquí como un peón, hazte la tonta , que aquí me quieren como te quieren a tí, para el servicio y punto. Ya cállate, si preguntan por mí diles que me fui al pueblo, está bien; si Manuel esta bien, si hasta te pareces Don Armando para hablar, y sabes hijo, que Dios te bendiga.

Manuel se reunió con Rodrigo en la taberna del pueblo como ya lo habían tomado de costumbre, pues el negro había cogido muchas mañas y le encantaba el trago. Manuel cada día iba enterando a Rodrigo de las actividades de la familia y como este manejaba muy bien el don de la palabra era más fácil envolver a un ignorante como Manuel y así sabría detalle a detalle como se desarrollaba un día en la familia de Armando y Carmen.

Llegada la noche Rodrigo pensó para sí; pero qué es lo que me pasa, cada día estoy más obsesionado con Zobeida; qué me ha hecho esa chica que no me la puedo sacar de la cabeza, si es que la deseo como un loco, no puedo dejar de pensar en ella, y juro por lo que sea que va a ser mía, no voy a permitir que ella se case, lo juro.

Zobeida sin imaginarse los obscuros pensamientos de su compadre, seguía preparando los detalles de su matrimonio; como todo se estaba planificando sin prisa, había tiempo para cosas, como cajitas de fósforos, y cigarrilleras, que eran tejidas a mano por la propia novia, y su madre que de tarde en tarde la dedicaban a planificar y organizar todo lo referente a la boda.

Buenas tardes dijo Rodrigo a Don Armando, bienvenido vecino , que lo trae a mi oficina; a Armando se le hizo muy raro ver que Rodrigo fuera a su oficina en el centro del pueblo, la pura curiosidad. Armando replicó Rodrigo, sólo pasaba cerca y quise saludarte, te invito a tomar algo, una cerveza fría o un cafecito calientito; qué te apetece?, bueno como esto es un milagro nos vamos temprano hoy y nos tomamos un cafecito, la cerveza la dejamos para un fin de semana ¿que te parece?.
Trabajas mucho Armando, hasta que hora sabes quedarte, la verdad es que mi familia se va a asombrar pues siempre llegó como a las 8 de la noche, nunca en mi vida he llegado antes, salvo cuando las niñas eran pequeñas. Si alguna estaba enferma o algún motivo en realidad que fuera importante. Ósea que tu llegas después de las 8 de la noche, repitió Rodrigo, y ¿durante el día con quién queda tu casa?, tu sabes que ahora hay mucho malandrín y ellas son solo mujeres indefensas. En la casa siempre están las sirvientas y en las tardes está Manuel, yo he criado a ese negro y lo menos que puede hacer es cuidar de la casa. Y esa preocupación Rodrigo por mi familia, porque que yo sepa tu esposa también se queda en las tardes solas, No Armando es simple curiosidad, solo por tener de que conversar.

Cuando llegó Armando a su casa sí le causó asombro a su esposa, ¿qué vientos te traen a esta hora?, o es qué pasó algo? No mujer, fue que Rodrigo pasó por la oficina y me salí a tomar un café con él y luego vinimos a casa, como nunca llegas temprano. Ya mujer ya basta de reproches, si llegó tarde que llego tarde y si llego temprano también, quién te entiende a tí.

Manuel, Manuel, que pasa patrón acompáñame a mi oficina quiero que me ayudes en unas diligencias dijo Armando. Está bien señor, vámonos cuando quiera. De regreso a casa de Manuel se encontró con un Rodrigo que estaba al acecho. ¿Por qué tanta prisa mi hermano?, voy a dejar estos documentos a la casa. Y qué es eso? es una carta de la niña Fátima que viene en un par de semanas y todos están alborotados pues van a presentar a los novios de las chicas. A qué novios? dijo Rodrigo; a todos los enamorados de las niñas, va a ser una reunión de toda la familia, solo la familia dijo el negro en tono irónico. Ah no, dijo Rodrigo, a mí me mandas el chisme entero o no te dejo ir; vamos que tengo un regalito para ti. Vamos Rodrigo, por eso es que me caes bien, tú si entiendes a los amigos, y dicho esto Rodrigo puso su mano sobre el hombro de Manuel y caminaron juntos a la cantina.
Cuéntame de que reunión y de que novios me estás hablando. No es nada de fiesta patrón, es únicamente que con la llegada de Fátima de la capital Don Armando desea que todas sus hijas, es decir las mayores que están comprometidas presenten a sus novios entre sí, para que cuando lleguen a casarse puedan llevarse bien entre todos, y que lo de los noviazgos va en serio, por lo menos el de Fátima y Zobeida sí.
Para Rodrigo fue como que le clavaran un puñalada en el pecho, no eso no puede ser dijo en voz alta; ¿pero que te pasa Rodrigo?; Manuel, tengo que confesarte algo, pero primero júrame por la memoria de tu madre, que no vas a decir nada, tu sabes que soy una tumba, puedes confiar en mí, así que te juro que no diré nada de lo que me vayas a decir.
Mira Manuel desde que conocí a Zobeida no se que me pasa; he perdido los sentidos, no pasa un momento de mi día que no la piense. Sabes tengo sueños con ella, ya sabes que tipos de sueños, y todo tipo de pensamientos desde los más puros a los mas impuros, sabes que si yo supiera que le gusto aunque sea un poco no me importaría nada y me iría con ella, a donde sea, no me importaría perder mi fortuna, mi familia ni nada. Ya ha llegado mi vida a un momento donde solo pienso en ella. Y quiero proponerte algo.

Mira yo se que tu eres el hombre de confianza de la familia, yo deseo conversar con Zobeida, para expresarle mi amor y juntos tomar una decisión porque ella debe de saber lo que yo siento por ella. Y si no te acepta?, no me importa pero no puedo permitir que ella se case sin yo decirle lo que siento por ella. Quiero planificar contigo una tarde donde estén solas ellas, sin la servidumbre para poder ir a la casa, yo iría con unos trabajadores, para entretener a la vieja y las chicas, como si fuera a ver sus sembríos y la abordo a ella; tú me servirás para avisarme que no haya nadie, coordinar la hora en que debo ir, y detalles que iremos viendo de acuerdo al desarrollo de nuestro plan. Sabes, a veces yo siento por tus palabras como que tu odias a esa familia, y yo yo si los odio dijo Rodrigo (engañando a Manuel, para lograr su objetivo), porque yo te estimo mucho a tí, y yo sé que ellos no te quieren, si no que te tienen como un criado, según las propias palabras de Armando y sus hijas. Rodrigo esbozó una sonrisa cuando notó el semblante de Manuel, y fue sembrando la cizaña en él poco a poco, para lograr su objetivo.
El plan de Rodrigo según Manuel era llegar de sorpresa a la casa y entretener a Carmen para que el enamorado pueda hacer su confesión, es que qué conveniente sería para Manuel que la niña se fijara en su compadre, tendría la vida hecha con las propinas de éste.

Carmita, dijo Armando a su mujer sabes que voy a tener que salir del pueblo por un par de días, tus sabes lo malo de los caminos, me voy a ir un día antes a la ciudad para esperar a mi hija y su novio, y vengo el domingo en la tarde, tu sabes que ya estoy viejo y no tengo las mismas fuerzas de antes. Pero hombre, no es necesario que tu vayas, por qué no envías un mensajero de tu oficina, no, y que el novio de mi hija piense que ella es una botada y que su familia no la quiere, eso no mujer, tú sabes que mis hijas son lo más importante en mi vida. Es solo un par de días, ya le voy a decir a ese negro de mierda que no se puede mover ni un segundo de la casa que no las puede dejar solas. Está bien está bien Armando, dijo Carmen, aunque no me gusta quedarme sola.


Manuel te busca el capataz de la hacienda de al lado dijo una de las sirvientas que estaba muy ocupada matando una gallina. Que pasa mi pana, dijo Manuel, qué traes. Me dice mi patrón que no corras lámpara y que vayas de urgencia que tiene que conversar contigo, dile a Rodrigo que a las 3 de la tarde nos reuniremos donde siempre.

Llegada la hora, Manuel dijo en casa que tenía que hacer unas diligencias y salió, se encontró con Rodrigo en el sitio de siempre, la taberna, pues el licor, y el dinero que daba Rodrigo tenían convencido a Manuel de la gran amistad, que éste le profesaba.
Que dice mi amigo dijo Manuel , ¿qué es lo que pasa?, nada Manuelito, lo que pasa es que me he sentido solo y quería a mi amigo para conversar. Sabes, he tenido un poco de problemas con el sembrío del arroz y es probable que pierda parte de la siembra. Eso si es grave y ¿que piensas hacer?, esperar a ver como termina este invierno de lo contrario perderé. Y tu hace días que no te has dejado ver; si es que con el viaje del patrón, me cargan en corre corre. A ver cuéntame eso de que viaje me hablas, que parte me pierdo que no me has contado. Ah; ¿es que no sabes?, que como viene Fátima el patrón se va a pasar dos días fuera y la va a recibir a la ciudad, entonces yo tengo que quedar al frente de la familia para cuidar la casa y a las mujeres. Pero es la mejor noticia que he oído en mi vida, ahora si que tengo fecha para mi plan, pero tengo que contar en un cien por ciento contigo. Tú nomás me dices para que soy bueno y punto.
Mira Manuel yo no sé perder y yo voy a hacer que Zobeida sea mía. Pero cuéntame ¿cómo es eso?, que no me vas a decir que ¿nunca has sentido deseo carnal por una de las niñas?. A decir verdad Rodrigo sí y muchas veces, si supiera lo que siento cuando Angela se acerca o por descuido ha tocado mis manos , cuántos sueños he tenido con ella. Pues te la mereces Manuel, o es que acaso tu no has entregado tu vida entera a esta familia, o es que tú no serías un buen esposo para cualquiera de ellas, no te sientas menos por el hecho de ser negro, no puedes perder el derecho de amar, hagamos realidad nuestros sueños, hagamos nuestras a las mujeres que amamos, luego tendrán que casarte con ella. Dichas estas palabras por Rodrigo, pensó Manuel que este tenía razón y que el era suficiente hombre para Angela, así que prometió a Rodrigo que lo ayudaría, pero Rodrigo yo no quiero hacerle daño a las chicas y menos a Angela, pero mi amigo yo menos que nadie quiero hacerles daño, únicamente les vamos a profesar nuestros sentimientos, no te parece justo que ellas sepan que las amamos, imagínate que Angela también te ame, pues ella ni novio tiene, es cierto te ayudare a entrar a la casa y le confesamos nuestro amor a las chicas y si nos quieren nos las llevamos, vistes que entendiste muy bien mi plan, si yo siempre he dicho que tu te desperdicias en esa casa, pues eres un hombre muy inteligente; inteligente pensó Rodrigo, si era la ingenuidad y brutalidad en persona, mira que imaginarse que una de las niñas lo pueda querer, negro para pendejo.
Estas noches han sido muy feas Zobeida, dijo Carmen a su hija, he tenido pesadillas, y la verdad es que no la he pasado muy bien que digamos. A mí madre, me ha pasado igual; yo también he estado muy nerviosa, debe ser por la llegada de Fátima, madre, ya deje de estar nerviosa, que a usted, lo que le pasa es que está triste porque papá se va, pero son solo dos días, así que vamos a arreglar la casa linda para esperar a mi hermana.

A Armando también lo tenían nervioso los acontecimientos, el solo hecho de alejarse de su casa y dejar a las mujeres solas, lo ponía intranquilo, conocer a su futuro yerno era otra cosa que no le encantaba del todo, pero le había prometido a Fátima que él en persona la iba a recoger y así lo haría, él nunca faltaría a una palabra dada a sus hijas.

La semana, transcurrió sin contratiempos, todo estaba en completa calma, y Manuel había dado muestras de que se podía confiar en él, pues se había comportado muy bien y más bien muy complaciente con todos, cosa que pareció raro a Carmen, pero para no contrariar a Armando no le comento nada, sin embargo todos tomaron esta actitud como una muestra de lealtad a su patrón que le había pedido que ponga sus sentidos en el desenvolvimiento de la casa mientras el no estaba presente.

Rodrigo llegó a su casa esa tarde más temprano que nunca, y encontró a su mujer conversando muy quedamente con su mamá. En qué secreteadera te hayas mujer, que te veo con una actitud muy sospechosa, Es cierto que se casa la comadre Zobeida?; eso dicen contestó Rodrigo en un tono más bien displicente, y a ti que mosca te picó por qué contestas así. Ya mujer, vengo muy cansado para tus sensibilidades, sí ; y contesto como me de la gana, más claro lárgate de mi vista, y hazme una limonada fría, y por Dios lárgate, que no quiero ver a nadie, está claro, y eso va con usted también querida suegrita. Y ambas mujeres salieron refunfuñando de la habitación.

Tengo que planificar todo bien, no deben sospechar de mí, pensaba Rodrigo, y ya muy tarde en la noche montó en un caballo y salió de su casa.
A esas horas Rodrigo había citado a los hermanos Mendoza, conocidos en el pueblo por su mala reputación, tenían fama de ladrones, criminales y violadores, en realidad no eran ningunos angelitos.
Que dice jefe dijeron a Rodrigo, ¿está todo preparado?, sí señores, y como es la paga, cincuenta por ciento antes de irnos a la hacienda, y el otro porcentaje terminado el trabajo; si encuentran algo en la casa que les guste podrán tomarlo, así tendrá más apariencia de robo. ¿Hablaron ya con Macario? sí jefe, el llega mañana como a esta hora, sin embargo, usted sabe se han hecho unos gastitos de viáticos, y comida y hotel. Qué hotel ni san carajo, si aquí solo hay posadas y de mala muerte, no se traten de pasar de vivos, un trato es un trato y no se hable más del asunto, de lo contrario contrataré a otros; ustedes saben a cuanta gente le gustaría trabajar para mí.

Armando se despertó esa mañana con una sensación de angustia, pensó en su mujer y en sus hijas que estaban solas, y creyó que eran los nervios de saber que su primogénita venía en calidad de novia, y ya pronto se iría para siempre de la casa.

Por su parte Carmen se levantó muy temprano en la mañana, dispuso arreglar la casa y se sentó a rezar, rezaba para que su hija llegará con felicidad, que su esposo futuro sea un buen hombre, pues ellos habían sabido criar a sus hijas, y eran chicas que valían la pena para cualquier hombre, y cualquier familia se pudiera sentir orgullosa de emparentar con ellos.

Manuel dijo Carmen, dónde anda ese muchacho?, Manuel no amaneció aquí doña Carmen, yo creo que anda borracho, qué vergüenza; si a veces tiene razón Armando en reprenderlo tanto.
Ese día estuvo lleno de ajetreo entre preparar las habitaciones, escoger la comida que se iba a servir, lavar las vajillas, y ese tipo de cosas, se fue pasando el día.

Mientras tanto en la ciudad Fátima bajó del tren de la mano de su futura suegra una señora muy bien puesta y elegante , y un joven que más bien tenía facciones de niño, pero muy educado en su trato; al momento de conocerse con su futuro suegro hubo mucha empatía entre los dos. Hija querida abrazó Armando a Fátima, por fin te veo, Papito, que lindo estar con usted nuevamente, tiene todo preparado, no quiero perder ni un momento, aquí, quiero ver a mi madre y mis hermanas, además la Señora Milagros, tiene muchas ganas de conocer a mi madre, le he hablado tanto de ella y de su rica comida, que estamos muy presurosas por llegar a la hacienda. Hija yo he pensado que mejor pasemos la noche aquí puesto que llegaríamos ya muy tarde; papá si partimos ahora llegaremos como entre las siete de la noche, y con suerte más temprano. Si doña Milagros y tu novio están de acuerdo nos iremos enseguida, pero eso sí, los invito a almorzar primero, puesto que yo tengo mucha hambre y a usted mi niña la noto muy delgada, ya empezó papá usted.
El almuerzo entre Armando, y su futura familia fue de lo más cordial y amable, luego se subieron en el tren y Armando se quedó profundamente dormido. Cuando de pronto se despertó de un tremendo susto, que casi se le sale un grito. Todos los que iban a su lado se sobresaltaron igual, Papá grito Fátima, que le pasa, Por Dios hijita dame agua, tuve una pesadilla terrible.
Papito, dijo Fátima llorando fue un mal sueño, vuélvete a dormir que ya estamos prontos a llegar. Armando cerró sus ojos, pero no durmió esta vez, sino que empezó a orar para si mismo, el resto del viaje fue eterno para él.

Rodrigo por su parte, salió muy temprano de su casa, se despidió de su mujer y le dijo, hoy realmente voy a conocer la felicidad, no me esperes, en realidad no se cuando regrese. Ma. Soledad, pensó que este se había levantado todavía borracho y se entró a su casa a atender a los niños, es que Rodrigo era un caso perdido; seguramente andaba con una nueva conquista.

En la cabeza de Rodrigo había un sin números de pensamientos malsanos, el amor que sentía por Zobeida era tan fuerte que no lo podía controlar, y esa pasión desmedida, que le había hecho esta mujer, que todavía parecía una niña, para hacer sentir así a un hombre como él un hombre que había conocido todos los placeres de la vida, que sentimientos son estos, Satanás, dijo y se rió, pero ella va a ser mi mujer, lo juro, me la voy a robar y me iré con ella para siempre; como usaremos las máscaras nadie nos reconocerá, y me la llevo a Zobeida tan lejos, que cuando despierte, creerá que la he salvado y para recuperar su honor diré que me haré cargo de ella.
Estos pensamientos lo tenían tan ocupado, que se le pasó el tiempo inmediatamente, y llegó al sitio que tenía previsto encontrarse con Manuel y los hermanos Mendoza.
Patrón , que le pasó que se atrasó, pensamos que se había arrepentido, ja ja ja; eso nunca y tú negro, estás arrepentido, todavía tienes tiempo de largarte, e ir corriendo donde quien te quiere como una madre (ja ja ja ); lindo cuento que le echan a los bobos. Yo nunca, además usted sabe que yo no los quiero si no que los odio y yo quiero llevarme a Angela para casarme con ella. Rodrigo para sus adentros pensó en lo ingenuo que había sido este negro, creyendo en matrimonios y en igualdad, pero tenía que utilizarlo era su llave de entrada en la hacienda de la familia.

Los hermanos Mendoza llevaron , sus pistolas, machetes y un arsenal, de cosas, Para qué tantas armas, dijo Rodrigo, por si las moscas mi patrón, es solo prevención; trajeron también la gasolina, ya saben que hay que quemar todas las evidencias, y no olviden algo, roben todo lo que puedan eso es un extra de la paga, y además, así parecerá que el móvil era el robo, y culparán únicamente a este negro bruto, Y les vuelvo a advertir, no toquen a las jóvenes no hasta que yo empiece, y río maliciosamente.

Corrió un frío estremecedor, hizo que a Carmen se le ponga la piel de gallina, hay hijas les dijo a las chicas, tengo un mal presentimiento. No diga nada mamá yo ando igual dijo Zobeida, y tu hijita porque te has puesto tu vestido blanco; no se, fue lo primero que encontré mamá, además debe
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
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aleli
invitado-aleli 07-04-2005 00:00:00

muy largooooooooooooooooooooooooooooooo,leo cuenots de autores nuevos en la pagina,pero este es largooooooooooooooooooooooooooooooooooo,no puedo terminarlo!!!!Pero lindo aleli

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