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Categoría: Urbanos

desiderata de mujer abandonada

Mira a tu alrededor, no sientes la soledad tan espesa como el humo de los incendios de la floresta, mira a tu alrededor como caminan las personas tomadas de las manos, como sus sonrisas denotan felicidad, felicidad que tu nunca podrás sentir, hasta que reconozcas el error que cometiste conmigo, reconoce ahora que podías haber estado equivocado, quizás te perdone terminando así con tu calvario. Yo verdaderamente te necesité aquella noche en que te pedí que no te fueras, y no hubo nada que yo pudiera decir o hacer, nada que pudiera cambiar la indiferencia total que mostró tu corazón cuando partiste decidido sin mirar atrás, yo no quería que me quisieras, no quería que me poseyeras aquella noche, no era mi deseo que me amaras, solo quería que me oyeras, que estuvieras a mi lado, no importa si mudo o sin mirarme, tan solo que estuvieras, poder sentir el olor de tu sudor, el sonido suave de tu respirar, el exhalar del humo de tu sempiterno cigarrillo, otro habría sido el resultado, diferente al odio que sentí al ver tu falta total de emoción ante mis ojos anegados en las lagrimas más amargas que haya podido probar.
Mírate ahora, y mira a tu alrededor, pasa las manos por la otrora abundante cabellera de la que hacías gala, toca con tus manos tu motivo más grande de orgullo, tu virilidad, dime que vas a hacer con ella ahora, donde vas a meterla ahora que vives con esa niña que sobrepasa con creces el fuego que ya se apaga en ti, pero que en cada una de las noches en que te sientes potente te dice que le duele la cabeza, te miro y me río, cornudo amargado, estás pagando tu pecado y no puedo sentir piedad por ti como no la sentiste tú aquella noche en que solo te imploré un poco de compañía sabiendo que ya te había perdido, no fuiste capaz de sentir misericordia, yo hasta lastima habría preferido, hubiera sido mejor que sentir tu indiferencia.
Ahora, siente la soledad, no como yo la sentí, porque la mía fue entre cuatro paredes y solo por unos pocos días, después ocurre que al no ser tu culpable de nada te acostumbras y esa soledad se vuelve aliada y compañera, pero ese no es tu caso, la tuya es infinita, al lado de una niña que finge pasión cuando en realidad desea que te vayas al trabajo para verse con el verdadero amor, sufre en carne propia la angustia de un hombre en pleno declive, que ve como su palomita come de otra mano y no le queda más que hacerse el indiferente o peor, el tonto, ¿qué si disfruto de mi pequeña venganza? Si, la disfruto minuto a minuto, la disfruto un mundo con cada gota de sudor que se instala en tu arrugada frente de galán decadente, la disfruto al ver tu rostro enrojecido cuando tratas de ocultar tu prominente barriga ante el paso de alguna fémina ahora inalcanzable para ti, disfruto al ver a tus amigos siempre más jóvenes que tu reírse a tus espaldas de tus ridiculeces, disfruto de saber que aún rodeado de tanta gente estas inefablemente solo, y espero sentada aquí en el solar de mi casa, solo espero que se agote tu reserva de dinero, para ver volar definitivamente a tu único consuelo, yo se que entonces vendrás a mi, y lloraras amargamente de rodilla entre mis piernas, mientras yo levantando mis ojos al cielo te perdono tratando de borrar de mis labios esta tremenda sonrisa.
Datos del Cuento
  • Categoría: Urbanos
  • Media: 5.92
  • Votos: 63
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
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invitado-........... 05-10-2004 00:00:00

Que escrito tan triste, que dolor, haz de ser una mujer duramente maltratada, o eres hombre?

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