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Categoría: Hechos Reales

Y NO LLORÉ LA MUERTE DE MI PADRE

PONED LA MIRA EN LAS COSAS DE ARRIBA,NO EN LAS DE LA TIERRA.

COLOSENSES 3:2

Allí estaba el cadáver de mi padre, con su rostro serio como siempre, sus ojos cerrados, en silencio...muerto... muerto...muerto...muerto.

La multitud rodeaba su tumba, y todos hablaban de sus virtudes, del buen esposo, del buen vecino, del gran comerciante, del gran padre...
hablaban, hablaban...¡Coño hablaban!... y yo
permanecía en silencio...en silencio profundo, en silencio angustiado...

El sol castigaba a los presentes, los rayos del sol azotaban como finos látigos y la gente seguía su oratoria, sus versos, sus cánticos...
mis hermanos lloraban...lloraban...lloraban...

Y la brisa llegó, y el cielo envíó la bendición en pequeñas gotas de lluvia... y entonces habló el ministro...erguido, misterioso, seguro, con cara de angustiado...

__¡Hermanos! no lloréis a nuestro amigo, al buen ciudadano, al padre ejemplar, al esposo dedicado...Dios ha enviado a sus ángeles, lo han vestido con su túnica blanca y ya está morando con el Señor...aquí sólo queda el cuerpo inerte para cumplir la sentecia: del polvo fuiste hecho y al polvo volverás... y habló, habló...

Y yo fui preso de las imágenes del pasado, y escuchaba mis gritos y sentía los golpes, no pude más...caminé por el cementerio, allá quedaron con su santo... y llegué a la tumba de mi hijo...¡Oh Dios!, y lloré porque no pude llorar a mi padre... y me olvidé del muerto y le conté a mi hijo, a mi pequeño muerto, que jamás conoció el miedo, los golpes, las penas... qué murió inocente... y sí, está allá en el cielo...

Miré la tumba, leí su nombre, observé la fecha,
17 de diciembre al 22 deciembre de 1976...sólo cinco días... y le conté mi historia y le dije por qué lloraba, por qué no lo hice con mi padre, por qué me alejé de aquellos hipócritas, embusteros, que decían vanas palabras, que lloraban lágrimas secas, marchitas... y me sentí vil, porque, apesar de todo, era mi padre...

Y llegó la tormenta de imágenes. Recordaba aquel Día de Reyes cuando fui a buscar mi cajita, mi regalo...¡Estaba vacía, no las de mis hermanos!, la tomé, era de madrugada.... salí al batey, me fui debajo de un árbol... lloré todo el día... para mí no había regalo, era muy malo, malcriado, desobediente, rebelde...

Imágen tras imágenes surcaron mi atormentada mente... y recordé, arrodillado en la tumba de mi hijo, no muy distante de la de mi padre...cuando casi me mata a golpes...

__Esto es para que respete a las personas mayores, para que respete lo ajeno- me gritaba mientras azotaba mi cuerpo con un pedazo de soga.

Y yo inocente le gritaba: ¡Papi, eso es mentira,
yo no hice nada. Recuerdo a mi madre cuando trataba de defenderme y también recibía golpes...
Solo tenía nueve años. Me llené de odio... me fui de la casa. Compré gas, fósforo, y les gritaba:

___¡Duerman!, quemaré la casa...lloraba, lloraba...fui a la casa del viejo, le grite mil cosas, lo maldije por embustero y tiré piedras, más piedras...

Y volvió a pegarme... y dije no más castigo... no más abusos... me duele el alma. Así que una noche agarré una soga... pensé en quitarme la vida... más tarde comprendí esas palabras:

"Mirad las cosas de arriba,
no las de la tierra"

Tenía catorce años, y me encontré una noche con Cristo. Mi vida cambió... honra a tu padre y a tu madre...pero entonces fue peor...traicionaba su religión, la religión de sus padres, la religión verdadera... y me botó de la casa...

Sabes, hijo mío...ya no me importaba... seguí mirando las cosas de arriba...estudié, él me había sentenciado con la cárcel...

__¡Delicuente, me gritó un día... sólo te espeta la prisión...eres una desgracia para esta familia...no soy tu padre...

Pero era sordo,ciego, mudo...sólo miraba las cosas de arriba...

No te cuento más mi pequeño, tu conoces toda mi historia... triunfé en la vida...ahora me compro todos mis regalos...soy feliz...Dios me ha bendecido mucho... ahora regreso a despedir a mi padre...

¡Oh, Dios mío!, ya se van...lo han dejado solo...
y caminé lentamente... me puse sobre su tumba... y me cayó encima el silencio, me sorprendió la tarde... escuché la voz del sepulturero...

__ Señor... ya nos vamos...

Y miré por última vez... tomé una rosa de una corona...besé sus pétalos... y con una lágrima seca, triste, estacionaria...murmuré aquella tarde, después de tantos años...Tú sabes que te quería...perdóme desde allá...

¡No puedo llorarte, padre!

Fin
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 5.87
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