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Un padre nuestro para mi enemiga.

Acostada en mi cama leía. Mi esposo aún no habia llegado. No podia dormir a pesar de estar cansada. La tardanza de mi esposo no me desvelaba, ya estaba acostumbrada, siempre llega tarde. ¿Porqué siempre llega tarde a la casa? No lo se aún. Creo qué me quedé dormida, sentí qué alguién me quitaba el libro de las manos. Abrí los ojos, mi esposo se estaba acostando a mi lado. "¿Qué hora es?" le pregunté. Pero estaba más dormida qué despierta. "La una y media" respondió mi marido. Me di una vuelta en la cama para seguir durmiendo. Esa noche me sentía más cansada qué nunca. Mi esposo se acercó a mi, casi murmurando dijo, "¿sabes? Clara está muy enferma, está hospitalizada." No respondí. Pero si escuché perfectamente. Respondí al rato y con desgano, sin deseos de conversar, cómo no dandole importancia: "Si, ¿Y qué tiene ella?" Hubo un silencio largo antes de qué mi marido contestará. "Tiene cáncer en un pulmón, mañana la operan." No dije nada, solo sentí qué se me escapaba el sueño.

"Cáncer, cáncer" esa palabra daba terror. Es una palabra qué al ser pronunciada por un médico o cualquier otra persona da un poco de miedo. Cáncer quiere decir, "vida o muerte" Es triste y muy doloroso tener a un ser querido con esa enfermedad, terrible enfermedad. Mi padre murió de cáncer y yo se de los dolores y la agonía qué sufrió. Mi esposo miraba en silencio para el techo. Me volteé dos o tres veces en la cama, los recuerdos acudían a mi mente cómo torrentes de agua cayendo sobre el pavimento. Clara fue una buena amiga. Trabajamos juntas, nos entendiamos muy bien. Por un tiempo no supe mucho de ella, porque me fuí a trabajar a una oficina del gobierno. Una tarde regresaba de una visita y me la encontré esperándome en mi oficina. Me asombré un poco al verla, ella al verme se puso muy contenta. "Me alegra mucho verte, ¿cómo estás?" me dijo muy sonriente. "Bien gracias, ¿y a tí cómo te ha ido?" contesté con mucha alegría. Ella se sentó frente a mi escritorio y mientras hablaba yo guardaba mi cartera y colgaba el abrigo. "Me dijeron qué trabajas aquí y vine a verte. Necesito tu ayuda." Me senté y me puse a escuchar lo qué Clara decia. "Sabes qué soy una mujer divorciada. Manuel me abandonó y también a sus hijos, esas tres criaturas sufren tanto cómo yo." La miraba y me daba mucha pena oirla hablar así. Sabía qué estaba divorciada, pero nunca imaginé qué la estuviera pasando tan mal. Ella siempre trabajó para qué nada le faltara a sus hijos y aparte de eso tenía una casa bien bonita.

Parece qué adivinó mis pensamientos porque dijo: "La casa me la quitó el banco porqué no la podia pagar. Lo qué gano no me cubre para los gastos y la comida. Mis otros hijos mayores tienen sus propias obligaciones y es muy poco lo qué me pueden ayudar. Necesito un sitio para vivir, necesito un apartamento, ¿puedes ayudarme a conseguir uno?" "Claro-contesté muy apenada- no te prometo un buen sitio, algo cómo a lo qué tú estás acostumbrada, pero si, te conseguire un apartamento de emergencia y despues veré a ver lo qué se puede hacer." Yo trabajaba cómo agente de los apartamentos del gobierno para personas de bajos ingresos. Le tenia mucho cariño a Clara, era mucho mayor qué yo. Pero siempre la consideré una buena persona y por eso la estimaba mucho, me gusta la gente buena.

La enemistad entre nosotras comenzó cuando su hija de doce años y mi hijo de catorce se enamoraron. Nosotras nos reíamos de esos amores, deciamos qué era cosa de niños. Pero esos amores de niños nos iban a ser sufrir mucho, tanto a ella cómo a mi. Le había resuelto en ese día uno de sus problemas, el qué parecía el más dificil. Y al tiempo cómo le prometí, la mudé para un sitio mejor. Ella y los niños estaban muy felices con el nuevo apartamento y el vecindario. Un año después seguian los amores de los niños. La ilusión de mi hijo por Olga, la hija de Clara,y la ilusión de Olga por mi hijo Jaime, nos causo llanto y sufrimiento. Olga se fugó con mi hijo y pasado tres meses de la fuga se descubrió qué Olga estaba embarazada. ¿Se imaginan? ¡Dos niños esperando a otro niño!! Juventud loca, cometen errores qué los padres tienen qué afrontar porqué ellos no pueden ni saben. Clara despues de esto comenzó a cambiar conmigo. Nos culpaba tanto a mi cómo a mi hijo de la desgracia de su hija. ¿Acaso no podia yo culparla a ella y a su hija por la desgracia de mi hijo? Él también era un niño, de casi 16 años y enfermo. Mi hijo Jaime padece de epilepsia. Sufria porqué le habian quitado su primera novia, su primera ilusión. Clara se opuso a qué su hija volviera a ver a mi hijo. Mi hijo sufrió mucho y se enfermó. Clara le habló muy mal a su hija de mi hijo, la asustó con la enfermedad qué él padecia y Olga por primera vez y por su inmadurez le cogió miedo a mi hijo, no quiso estar más con él. Estaban muy jovenes, pero iban a tener un bebé, y mi hijo aunque no vivieran juntos por ser tan jovenes, quería estar con ella y poder ir a verla a ella y al bebé cuando naciera. El desprecio de Olga y su madre le afectó mucho a mi hijo. Nunca Clara debió usar la enfermedad de mi hijo para quitarle a su hija y de esa manera alejarla para siempre de él y de su hijo por nacer.

Nació un hermoso niño, lo fuimos a ver al hospital. Era rojizo, gordito, muy bonito. Se parecia mucho a mi hijo y estaba bien saludable. "Mami- dijo mi hijo llorando de la emoción- yo quiero qué mi hijo lleve mi nombre." "Pero hijo- le contesté muy triste- tu sabes qué Clara y Olga se van a oponer, a lo mejor ya le eligieron un nombre al niño." "Pero mami- respondió mi hijo muy afligido- ¿tan egoístas son qué no me van a permitir aunqué sea qué le ponga yo el nombre a mi primer hijo?" Me quede callada, no dije nada, mi hijo súplico y logró qué le permitieran qué el bebé llevara su nombre y apellido. Lo quisimos mucho, era una abuela joven pero feliz. Nunca se nos permitio tenerlo con nosotros, nunca lo cuide, nunca le cambie un pañal. No pudimos tenerlo en mi casa ni cinco minutos. Siempre Clara pensaba qué podiamos hacerle daño o robarlo. ¡Qué crueldad! ¡Cómo yo siendo su abuela y mi hijo su padre ibamos a hacerle daño al bebé! ¡Qué egoísmo mi Dios!! Ese niño parecia más hijo mio qué de su hija. Asi todos me decian y cuando yo muy orgullosa decia qué ya era abuela, no me lo creían. Mi hijo fue padre a los 16 años, Olga tenia 14 años cuando fue madre. Nos dolió y nos sigue doliendo esa injusticia. Creo qué no se le puede llamar de otra manera. Clara nos quitó el derecho de el amor de esa criatura, no pudimos demostrarle todo el amor qué teniamos en nuestros corazones para él. Nos quito el derecho de ser la abuela y de qué mi hijo fuera su padre. Por ambos ser menores no pudimos hacer nada, la madre tenia la custodia del niño y su hija.

Al tiempo Olga se casó con un hombre mayor qué ella. Muy querido por su madre Clara. Ella sugirió qué le quitarán el apellido de mi hijo al niño y qué le pusieran el apellido del esposo de Olga. Cómo es lógico nosotros nos opusimos. El niño no nos quiere, va a cumplir cinco años en Agosto. Casi no me conoce a mi, yo lo veo más a menudo qué mi hijo, trabajo en la escuela donde el niño asiste. El niño me rehuye y nunca ha querido darme un beso. Si ve a su padre llora, corre, y tampoco ha querido besarlo. Es normal, solo conoce a el esposo de su madre como su padre. Nunca mi hijo pudo disfrutar de la compañia de su primer hijito. El pobre no nos tiene amor y nosotros ya lo dimos por pérdido. Hemos aceptado nuestra derrota, ya nos cansamos de luchar por una batalla qué es dificíl de ganar. ¿Qué de quién es la culpa? Pues de Clara por supuesto. ¿Porque? Porque para ese niño nosotros somos unos extraños. A Olga no la culpo. Ella era muy joven y bien inmadura, inocente, y por su ignorancia, no pudo defender nuestros derechos, derechos qué teniamos sobre el niño, de abuela y padre. Se casó con un hombre qué por ser mayor la dominó desde el principio y al qué Clara le dio los derechos de padre del niño. ¿Entienden ahora porqué la odio? Creo qué nunca la voy a poder perdonar, nunca la perdonaré.

Pero...... está enferma, muy enferma. Una enfermedad incurable. ¿Se sanará? En su lecho de enferma, ¿recordará el daño qué nos causó? Quizás hasta piense qué no hubo ningún daño. Esa acción qué cometió sería para ella algo tan natural como comer. ¿O quizás fue una venganza para castigar a mi hijo y a mi por ser su madre? ¿Debo pedirle a Dios por su salud? Está enferma, muy enferma, mañana la operan. ¿Debo perdonarla? No se, no se. Soy humana, sufro el dolor ajeno, me duelen las injusticias y le tengo temor a Dios. Ama a tus enemigos........ dice mi Dios. Si alguién te pega en una mejilla, ponle la otra. Visita los enfermos... es un mandato de Dios. Yo creo qué no la visitaré, pero no es porque este desobedeciendo el mandato de nuestro señor....... creo qué no le hará bien mi visita, no va a querer qué la vea así. Ella sufre, sufre el dolor de su enfermedad, y al yo verla recordaré el dolor qué yo también sufrí por dentro. Recordaré el sufrimiento de mi hijo y las dos sufriremos distinto. Ella el dolor qué se siente en la carne y yo el dolor qué se siente en el alma, un dolor qué aún existe. El dolor de ella se calma con medicina, pero el mio no hay médico ni medicina qué lo cure. Pero, ¿qué corazón tienes, no puedes olvidar ni perdonar?.

¿Acaso no perdono Jesús a los qué lo crucificaron? Si... es cierto, si Jesús perdonó, ¿quién soy yo para no perdonar? "Te perdono Clara, creo qué si voy a perdonar tu injusticia. Aunque te voy a decir una cosa, yo soy de las qué perdonan pero no olvidan. Y en tu caso, no se si te perdone y olvide. Todavía no lo se. Pero te perdono". Mientras doy vuelta en la cama, pienso en lo triste y afligida qué estará su hija Olga, al saber qué su madre está bien enferma. ¡Pobre Olga, cómo lo siento por ti! Me acerco a mi esposo, se ha quedado dormido boca arriba. Duerme plácidamente. Miro el reloj, son las tres de la mañana. En la pared tengo un cuadro de nuestro señor Jesucristo. Lágrimas comienzan a brotar de mis ojos, miro al cuadro y digo: "Padre mio, protege y cuida a Clara. En unas horas la operan, ayudala señor, qué todo le salga bien. No te separes de ella, cuidala señor." Las lágrimas me cegaban y casi en silencio dije está oración, "Padre Nuestro qué estás en el cielo, santificado sea tu nombre." Esa noche, noche de luna, con mi corazón oprimido por la pena le reze un "padre nuestro" a la qué una vez fue mi amiga. Creo qué al final del padre nuestro me quedé dormida, un poco más tranquila. Soñe esa madrugada un sueño muy bonito, soñe qué Clara estaba sanada y volvia a ser mi gran amiga.
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 5.87
  • Votos: 127
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1 comentarios. Página 1 de 1
JUAN MANUEL RUIZ ESPINOSA
invitado-JUAN MANUEL RUIZ ESPINOSA 03-01-2007 00:00:00

apreciable carmen, creo que eres muy vesartil para escribir tus cuentos, continua asi yo realmente no te habia leido sin embargo, ahora que lo hice me parecen muy buenos sobre todos la madurez con que los escribes, animo.

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