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Un día de escuela

Mario sentía temor ante su primer día de escuela, pero no es de extrañarse, es tan común que los niños sientan lo mismo al entrar a la primaria.
De pronto sus ojitos se iluminaron al ver a varios de sus amiguitos... Rubén, Memito, Luis y Enrique. Magnífico (exclamó) ya no me voy a sentir tan solo.
Era muy difícil esa nueva etapa, Mario estaba pasando por una crisis sentimental a su muy corta edad y tenía que sentirse bien. Afortunadamente sus mejores amigos estaban con él.
Pasaron lo días, los meses... todos los días era un reclamó constante de la maestra porque Mario no quería estudiar. Lo dejaban sin recreo, tenía que hacer doble tarea, en fin; por eso la maestra Martina decidió que el niño fuera a una terapia con la psicóloga del plantel para ver que era lo que le estaba sucediendo.
Y como toda mamá, la suya también estaba muy preocupada al igual que los abuelos, porque quizás la muerte de su padre lo estaba afectando fuertemente aunque él no lo dijera.
Cuando llegó Maru con dicha psicóloga, pudo percibir que esta no le iba a ayudar en nada a solucionar el problema de su hijo, no decía nada nuevo, sólo que le tuviera paciencia a la hora de explicarle.
-Mmm, pensó. -Y como puedo lograr obtener esa paciencia si el niño se resiste a estudiar.
Bueno había que buscar otras soluciones, preguntando a personas que supieran sobre este tipo de situaciones y detectando las pistas que el mismo niño iba enviando.

-La maestra Luz María dijo la palabra clave "quizás el niño no sabe trabajar bajo presión". Miles de ideas atravesaban la mente de su madre, era verdad, se le estaba presionando mucho para que saliera bien en la escuela. Por una parte la maestra castigándolo constantemente, el abuelo exigiéndole buenas notas y su mamá regañándolo con que lo iba a regresar al kinder si seguía con esa actitud. Era mucha presión para un niño que apenas estaba entrando a la primaria, eso mismo hacía que se bloquera y que no captara los mensajes.

Bueno, ahí estaba el primer problema. Pero al regreso de la escuela Mario envio un segundo mensaje: no quiero ir a la escuela porque unos niños me molestan.
Todos los días eran lo mismo, Efrén, Carlos y Quique habían tomado al niño como su conejillo de indias, ¿cómo?, pegándole chicles, tirándole papeles, diciéndole groserías, y aventándole con piedras y tierra a la hora del recreo.
¡Qué niño va a querer ir a la escuela ante un ambiente tan pesado!, inmediatamente la abuelita fue a hablar con la maestra para que pusiera un remedio ante esta situación.

Al parecer las cosas se calmaron, la maestra ya dejaba que Mario saliera al recreo, él ya no se quejaba de que los niños lo molestaban, y a la hora acordada con su madre, empezaban a hacer la tarea.
Sin embargo aún seguían las notas de que el niño se tardaba en escribir los apuntes del pizarrón.
Pero un día llega Mario muy contento diciendo:
-Mamá, fui el primero en terminar mis apuntes, nadie lo creía y le preguntaron a la maestra si era cierto, y ella lo revisó y dijo que si.-

Que bueno, al parecer ya se estaba solucionando el problema sin la dichosa psicóloga del plantel.

La mamá de Mario tenía un temor muy grande de volverse a enamorar, porque lo que más deseaba era la felicidad de su hijo.
Jamás imaginó el comentario que iba a hacerle.
-Mamá, te voy a decir algo pero es en serio, Astrid y yo necesitamos un papá, quiero que seas novia de Roberto porque lo queremos mucho, sino lo haces no voy a comer ni hacer la tarea.
Pero ¿cómo?, Mario quería sentir la presencia masculina en el hogar y era él quien lo estaba requiriendo.

Que difícil es tomar una decisión así cuando existen miles de problemas, pero ella lo quería y sus hijos también. Esta bien pensó, voy a darme esa oportunidad de ser felíz al igual que mis hijos.
Mario se alegró de la noticia, su rostro triste se estaba acabando, era otro...
empezó a poner entusiasmo a la hora de la tarea, él mismo decía que había que hacerla y la terminaba inmediatamente.

Su madre sabia de la gran inteligencia del niño, porque Mario siempre estuvo adelantado en sus etapas de crecimiento, y su lenguaje como su vocabulario era muy amplio, tenía un alto nivel de creación e invención y un niño así no podía ser un: burro. Sí, así como dicen en la escuela.

Al parecer la situación se había solucionado, como padres uno debe estar pendiente de los mensajes que el mismo niño envía, y hay que aprender a escucharlos, porque nosotros no sabemos la solución a sus problemas, pero ellos si.
Ven que sabios son los niños, no se porqué los adultos nos creemos superiores a ellos, quizás porque tememos reconocer que no siempre actuamos bien y que ellos muchas veces tienen la razón.

Moraleja: un padre que se preocupa por sus hijos, aprende a escucharlos y a entenderlos, quien no lo hace tiene hijos irresponsables que terminan por odiarlos. Mario no buscaba dinero, ni regalos, sino una familia, un papá que le diera un tiempo de: juegos, risa y felicidad.
Datos del Cuento
  • Categoría: Metáforas
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3 comentarios. Página 1 de 1
johanna mojica
invitado-johanna mojica 01-04-2003 00:00:00

Hola!!!! No es por molestar pero solo queria decirle que su cuento me gusto mucho por que me ha pasado ami en cuanto a una sola parte y ademas tambien queria decirle que ese cuento habia podido terminar en un final muy feliz y mas verdadero. eso es todo que pases muchos dias felices. coordialmente su amiga Johanna Mojica

Graciela Monasterios
invitado-Graciela Monasterios 24-03-2003 00:00:00

Ser escuchado,para poder ser comprendido, pero los adultos siempre olvidamos que una vez fuimos niños y que Jesùs dijo: "Hay que nacer de nuevo" por ende ser niño cuando hablemos con un niño,para entenderlos mejor. ¡FELICITACIONES AL AUTOR! PD. Mandè el cuento a mi hijo en Atlanta, para mi nieto, de seis años.

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 24-03-2003 00:00:00

Esta es sin duda una historia basada en la vida real, por lo común del problema. Es indudable que falta la figura paterna, pues cuando a un niño lo molestan, hay una sola solución. A mi me gusta que la moraleja se desprenda del relato mismo. Saludos.

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