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Categoría: Terror

Tobogán

- No por favor!!, no me mires así. Sé lo que estás pensando, que soy el peor hijo de puta que has conocido en tu vida, que soy una aberración, un error de la naturaleza, una especie de monstruo, un tremendo pedazo de despojo humano; pero si lo piensas bien eso no es del todo cierto. Y escucha bien lo que digo, no es “DEL TODO” cierto; y es que no pienso que yo sea un santo, sé muy bien que le hecho daño a mucha gente, sé que si el infierno existe debe estar lleno de personas como yo...

Laura observaba mientras, Sergio hablaba, aunque sus ojos parecían mirarlo con atención, su mente divagaba en medio de su lenta agonía, para ese momento las palabras de Sergio carecían de cualquier significado, al igual que el techo, las paredes, la cama donde estaba acostada, la sangre... todo había perdido su connotación, el tiempo transcurría como una película en blanco y negro, sin diálogos y con un único personaje: ella, ella y su dolor, ella y su dolor y esa voz que insistía en no dejarla ir... la voz el asesino. Mientras tanto Sergio seguía hablando en lo que parecía un eterno soliloquio, un eterno y ególatra soliloquio.

- Sé que en este jodido pueblo me odian, pero eso es porque nadie se detiene a pensar realmente en mi función en esta pequeña sociedad. Se que te va a sonar descabellado pero soy tan necesario como el alcalde, el médico o el sacerdote, yo, a mi modo, aporto mi granito de arena para que esta sociedad siga funcionando...

En ese momento Laura por fin sintió algo de alivio, su cuerpo pareció librarse de tanto sufrimiento, vio un tobogán y supo que sólo tenía que lanzarse para terminar con esa pesadilla, caminó (o más bien flotó), hacia el tobogán liberador, y sin pensarlo se deslizó...

Cuando Sergio notó que Laura cerró los ojos empezó a sacudirla y a gritarle tratando de evitar que muriera.

... Laura sentía que algo o alguien quería evitar que llegara al final del tobogán, algo o alguien muy fuerte, no tuvo más remedio que volver, volver al lacerante dolor.

Cuando Laura abrió los ojos las sacudidas y los gritos cesaron.
- Por favor no te mueras – continuó Sergio – no todavía, antes debes escuchar lo que tengo que decirte. Cómo te decía soy prácticamente indispensable, de hecho pienso que todos los pueblos y ciudades del mundo deberían tener su propio asesino en serie. Yo soy la razón para que las personas no caminen solas en callejones oscuros, cuando violé y asesiné por primera vez a una mujer joven y hermosa – mi tercera víctima – los padres empezaron a cuidar a cuidar más a sus hijas, además aunque nadie lo dijo y nadie pareció notarlo, gracias a mi el índice de accidentes de tránsito bajó en un 50%, al fin y al cabo cuando mi sexta víctima apareció por fin incinerada e irreconocible el miedo se apoderó del pueblo, muchos jóvenes dejaron de salir en las noches y al haber menos borrachos en las calles obviamente hubo menos choques, y por lo tanto menos muertos, por lo tanto aunque soy responsable de 16 muertes, también hay que reconocer que indirectamente salvé cientos de vidas. Por si fuera poco cuando yo muera me convertiré en una especie de leyenda urbana que los padres usaran para asustar a los niños que no quieran tomarse su sopa, pasaré a la historia.
Sergio volvió a mirar a Laura que llevaba varios segundos con los ojos cerrados, al parecer ya estaba muerta.
- Creo que es hora de tomar medidas drásticas, te he dicho que no puedes morirte aún – Sergio tomó unos cables que estaban al lado de la cama y con ayuda de un generador aplicó sendo choque eléctrico a Laura.

Laura sintió que despertaba de un largo sueño. El dolor la invadía y por unos segundos fue horriblemente consciente de todo lo que estaba pasando. Se vio a si misma en esa cama, casi desnuda, amarrada de pies y brazos, empapada en sangre, su sangre, con varios cortes en todo el cuerpo y con su laringe y sus cuerdas vocales expuestas. Pensó en gritar, pero sabía que el simple hacho de intentarlo implicaría una oleada de terror insoportable y seguramente de su garganta abierta y visiblemente lastimada no saldría ningún sonido. Miró a Sergio y recordó todo, su rapto, la violación, las largas horas de tortura, y de nuevo empezó a perderse en el vacio, en el tranquilizante y liberador vacío. De lo único que estaba segura era de todas las personas que habían muerto a manos de este hombre, y sobre todo aquellos que aún faltaban por morir, pero eso ya no importaba, lo único relevante era que de nuevo tenía el tobogán liberador frente a sí, y esta vez se deslizaría y nada ni nadie podría detenerla.
Datos del Cuento
  • Autor: Alev
  • Código: 8668
  • Fecha: 27-04-2004
  • Categoría: Terror
  • Media: 7.09
  • Votos: 57
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3567
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Diego
invitado-Diego 28-04-2004 00:00:00

...su cuento, personalmente me gustan los cuentos descriptivos y realmente se puede casi sentir el dolor de la protagonista, además maneja muy acertadamente el lenguaje.

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