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Categoría: Sueños

Te Amo Madre Naturaleza

Paseaba con mi bicicleta por las calles del balneario y me sorprendí al observar un ténue resplandor en el cielo. A medida que me acercaba a la playa, se iba haciendo cada vez más intenso.


Al llegar, casi no había gente, pues la tormenta desatada horas antes, había alejado los bañistas a sus hogares o al centro de la ciudad.


El mar estaba muy tranquilo, una ténue llovizna refrescaba mi cuerpo y ante mi, aprecié, admirado, un gigantesco arco de colores brillantes, intensos y muy bien definidos, que nunca antes había observado con tanta energía.


Era encantador el espectáculo que tenía ante mi: Ese puente con su expléndia gama de tonos, los últimos relámpagos de la tormenta morían en el mar, realzando su firmeza. Las nubes, espesas y muy blancas, le daban profundidad al infinito. Las gabiotas, atravesaban ese círculo perfecto, en su elegante vuelo.

Los rayos de sol de ese atarceder, hacían que la espuma del mar brillara como una piedra preciosa e indicaban, melacólicamente, que enseguida se desdibujaría ese cuadro, que ningún genio del mundo sería capas de pintar semejante belleza.


Me sentí infinitamente pequeño, tuve la sensación de estar presenciando un mágico alumbramiento de nuestra madre naturaleza. La llovizna que mojaba mi rostro, se confundía con mis lágrimas de admiración por lo que estaba viviendo. Al darme cuenta de esto, sentí cierto pudor, pero miré a mi lado y noté que no era el único que estaba en ese estado de ensueño. Mi alma estaba en paz, al apreciar esta común unión con mi prójimo. Era increible, me parecía estar flotando en el aire, acompañando las gabiotas en su ascenso al cielo.


No tengo idea el tiempo que duró ese estado de sobrecogimiento, solo se, que sentí una gran nostalgia cuando el sol le dió paso a la noche y ese arco magnífico se fue desdibujando en el horizonte. Fue cuando entonces, decidí seguir pedalenado por la playa, con mi corazón palpitando aún, por lo que había vivido.


A poco que esto ocurriera, la realidad se encargó de ponerme los pies sobre la tierra y con una inmensa tristeza observé cómo lastimamos nuestro planeta tierra, con sus desperdicios derramados sobre la arena, y pensé en tantas otras agresiones que todos los dias le aplicamos, al talar indiscriminadamente nuestros bosques, al usar productos contaminantes y tantas otras formas que tenemos los seres humanos de lastimar sin prejuicio alguno.

Sentí mucho miedo al imaginar que la maravilla que acababa disfrutar, fuera la última, ya que si seguimos así, no quedaran muchos más arco iris por ver.


Me dolio tanto pensar así, que inmediatamente me refugié en mis fantásticas sensaciones vividas, recordando que no fuí el único que sintió la magia de aquel momento y eso alimento mi esperanza, pues estoy seguro que mientras haya un solo ser en este mundo que no haya perdido la sensibilidad, es posible cambiar. Me ilusiono, entonces, al pensar que seremos muchos los que estaremos comprometidos con defender y amar a nuestra madre naturaleza como amamos a nuestra madre de sangre.


Luis

Argentina, San Bernardo, 8 de febrero de 2003
Datos del Cuento
  • Autor: Luis
  • Código: 1547
  • Fecha: 01-03-2003
  • Categoría: Sueños
  • Media: 6.31
  • Votos: 49
  • Envios: 7
  • Lecturas: 7250
  • Valoración:
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