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Categoría: Misterios

Supervivencia

Supervivencia

Siempre he tenido miedo a quedarme solo. Pero solo en cuanto a no tener familia y amigos. Hace más o menos tres semanas atrás ese miedo se hizo realidad.

¿Quién soy? No importa, de todos modos ellos me pondrán la eutanasia dentro de poco. Ellos dicen que estoy loco, pero de verdad los vi y de verdad me hicieron pasar un día de terror. Sólo espero que a ellas no les pase lo mismo…

Hace ya tres semanas noté que algo raro pasaba. Ése sábado noté que había menos actividad de lo normal. Era normal ver al vecino de junto irse a caminar con su perro más o menos a las 8:15, era normal ver a la vecina de enfrente cuidando sus flores. No me preocupé mucho por el hecho de que esto ya no pasara.

Poco a poco hasta llegar al miércoles todo cambió repentinamente. Cuando me desperté ese miércoles por fin mi miedo se hizo realidad. Me desperté, como si nada, pensando que cosas raras estarían pasando en el vecindario. Lo vi vacío.

Eran las 8 de la mañana cuando bajé a desayunar. Esto también suele ser normal. Mis hijas se van a las 6:30 al CCH y mi esposa a trabajar. Al salir al trabajo vi que sus respectivos carros. Un nerviosismo me invadió. Fui a buscar sus llaves, estaban en el lugar donde normalmente los dejan. ¿Se habrán ido caminando o alguien más se las llevó? No lo creo, me hubieran dejado una notita.

Me fui al trabajo. Se supone que en un día “normal” a esta hora las calles están atestadas de carros y mamás que llevan a sus hijos al kínder, pero no había nada.

Al llegar (me tomó 15 minutos. Lo “normal” era hasta una hora). Trabajo en una estación de radio, así que decidí mandar un mensaje. Uno que dijera que estoy aquí y si había alguien más con vida.

Tuve que hacer todo yo solo, fue difícil, pues yo sólo soy locutor de noticias, pero al final de unos 15 minutos pude prender todo y empezar a difundir el mensaje. Cuando terminé de dar el teléfono de la radio, sonó el teléfono.

Contesté, pero lo que escuché me sorprendió bastante:

“s… qu…n… r…s” se estaba entrecortando, insistí.

“¿Dónde estás, por favor dime?”

“…e …n…d… …i…v…s …e …nc…t…é” colgaron. ¿Qué fue eso y que me quería decir? Ni idea. Me dirigí al cerro más alto de la ciudad para verlo todo. En realidad la ciudad no es muy grande, así que es fácil verlo todo. Nada. Ninguna señal de movimiento.

Una luz cegadora de pronto brillaba no muy lejos de aquí. Sabía donde estaba, así que fui para allá. Tuve miedo de entrar, así que decidí regresar y pasar el resto del día en la casa.

En la noche me desperté, no supe bien que hora era, sólo sé que ya no había electricidad y que seguía solo. Sentía hambre, pero era peor lo que sentía: miedo. Todo estaba a oscuras. Había unas cuantas luces afuera: las estrellas. Como pude, salí. Era peor estar afuera, en la calle, pues sentía la sensación que alguien me observaba. Volteé a la izquierda y luego a la derecha. Vi claramente cuatro ojos me observaban. Los dos primeros estaban casi en el suelo, a unos treinta centímetros y los otros eran creo de una niña de ocho años.

“Debo estar soñando me dije” no hay luz como para que de pronto cuatro ojos me vean… y brillen.

“…e …n.o.tr.” Lo escuché claramente. Era la voz de una niña. Sonaba muy raro. Era un susurro espectral, como la de un fantasma.

Al día siguiente merodeaba sin rumbo y creo que ya inconsciente de lo que hacía. Durante unos momentos del día veía a una niña y a un gato blanco. Ellos me sonreían maliciosamente.

“Soy Valeria” me dijo la niña. Hacía bastante calor, así que creo que era medio día cuando me lo dijo. “Éste es mi gato, se llama Don Nacho”

Traté de no hacerle caso. El hambre y la soledad eran horribles, pero logré encerrarme en mi mismo para no sentir estas cosas. Ya en la tarde empecé a escuchar voces. Tres voces femeninas. Me sentí feliz. Esas voces eran las de mi familia. Cerré los ojos, pero ahí estaban Valeria y Don Nacho.

No eran como los recordaba, sus ojos eran rojos y eran horribles, el gato ya no era gato y Valeria tenía un aspecto de recién atropellada. Grité.

“Déjenme… por favor… yo les he hecho nada”

“Bueno, Don Nacho, lo logramos.”

- Dígame señora, desde cuando el señor está así.- dijo el doctor

- Desde el sábado de hace tres semanas, mas o menos. Y desde el jueves antes que lo trajéramos aquí empezó a decir sobre Valeria y Don Nacho. Mañana lo inyectaremos, es por su bien.

- Si…- dijo la señora. No estaba triste. Todo este tiempo sabía que iba a suceder. Nunca hizo lo que ella mas quería y ahora recibiría el castigo permanente. Ni modo.

Me he despertado nuevamente. Estoy en una camilla y me llevan a inyectarme, al menos eso creo. No puedo moverme. Me han atado las extremidades. Al llegar vi a Valeria y a Don nacho esperándome. Estaban esperando a que me pusieran la eutanasia para llevarme al eterno castigo.

-¡No por favor, no me lleven! ¡Auxilio!

Sentí como me sostenían y sentí el pinchazo.
Datos del Cuento
  • Autor: Miau
  • Código: 20085
  • Fecha: 10-07-2008
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.48
  • Votos: 129
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3532
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
OfvaOWXdEhs
invitado-OfvaOWXdEhs 29-08-2011 00:00:00

At last, somneoe comes up with the "right" answer!

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