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Categoría: Hechos Reales

SIN DECIR ADIOS

Quizàs a mucha gente le parecerà un cuento, pero en realidad es y fuè una situaciòn que vivì y no se la deseo a nadie.

Sostuve una relacìòn por 5 años con un tipo que me llevaba casi 13 años; bien casado, y en ese tiempo tan sòlo Yo tenìa 20 años.

Pasò lo que en una relaciòn de està siempre pintan en las novelas. Tù te haces ilusiones, te enamoras por primera vez, te echas a medio mundo de enemigo, todos quieren abrirte los ojos que el galàn es un mujerieco, pero tù terquedad puede màs.

Ernesto no era un tipazo de esos que quitan el sueño, màs bien un gordo, alto, blanco, panzòn, medio calvo y ahora que recuerdo hasta manipulador, pero reconozco que inteligente y trabajador. Con el saco hasta la mitad de defectos yo mirè su lado humano, fuì su amiga, su confidente, la que aconsejaba hasta como cuidar el perro de la cas. Ese fue el clàsico, tu amas y èl se deja querer, promete y no cumple ni la mitad de las bobadas que en ese tiempo te parecen lo màs sublime, màgico, encantado y sincero. Promesas que al final no llegaron a nada. Para acortarles el tiempo, les dirè que cuando màs enamorada estaba del viejo panzòn, el seguìa con la mujer. Chachi que era una doctora igual que èl, alta, gordita, no era fea que espante ni bonita que encante. Pero muy educada cuando querìa y boca floja cuando la enfadaban.
La historia del triangulo se convirtiò de la noche a la mañana en un cuarteto, donde sobraba Yo. Tomè la determinaciòn de acabar esta historia y en el intento casi me muero de la cavanga o mal de amores. Llorè, me deprimì al extremo de bajar casi 30 libras y la familìa super preocupada. Las pocas amigas que me quedaban lògico hicieron lo imposible para volver encarrilarme en el deporte y mientras Yo vivìa para estudiar. Al final el panzòn se mudò de paìs, se llevò a su esposa y la amante nueva. Allà tuvo el valor de dejar a la esposa y los dos hijos y se quedò con la amante. Ambos le hicieron la vida cuadrito a la Chachi y ella por venganza me pasò mi facturira. La Chachi con los años enfermò y se muriò de una embolia.
Al transcurrir estos 20 años de pronto apareciò en escena el panzòn. Se enterò que estaba divorciada y trato por todos los medios dizque ser mi amigo. Me llamò por telèfono, me persiguiò por celular, ha correteado en su carro cuando venìa a mi ciudad. Pero Yo bien lejos. A veces me sacò de quicio al tratar de hacerle entender que el agua no corre dos veces debajo de un mismo puente. Es decir no hay segundas partes buenas ni en las novelas, mucho menos en la pelìcula de la vida real. Un dìa me fuì a pasar el fin de semana a la casa de una amiga con mi hija. Y el panzòn me llamò al celular para invitarme a dar una vuelta en su nuevo carro verde.

Eran apròximadamente las 5 de la tarde y caminè hasta la calle principal para que mi amiga ni mi hija se dieran cuentan quien me habìa recogido. Subì al carro, me saludò super amable, preguntò por mi familìa, el perro, el gato, y hasta mis amigas. El panzòn de Ernesto ahora estaba delgado, màs viejo, calvo, pero igual de aventado.

Comenzò a dar vueltas sin rumbo fijo y se metiò por una calle que daba al push que fuimos la primera vez que salimos. Còmo quien no quiere la cosa, metìa cambios de la nada en el carro. Y en el momento que menos esperaba me toca el muslo, y mi reacciòn fue darle su estate quieto; es decir un porrazo que lo asustò. Se sonriò y siguiò manejando. Y volviò a insistir en agarrarme la mano y simplemente se la quite. Muy seria le dije que era lo que pretendìa. Poco a poco fue deteniendo el auto y simplemente me dice: necesito darte un beso. Con los años habìa imaginado cientos de veces, cuàl serìa mi reacciòn si volvìa a tener al gran amor de mi vida al frente.

Habìan sentimientos viejos, temores que no habìa superado. Pero esa tarde decidì que cualquier fantasma lo desterrarìa y me enfrentarìa a mi pasado. Iba a comprobar que tanto podia este Panzòn interesarme. Y le contestè a Ernesto; muy bien, me dices que necesitas darme un beso. La primera parte de nuestra historia el fuè quien llevò el control de todo; en ese tiempo era una chica de 20 años, temerosa y loca por èl. Pero està vez pedì, bueno Ernesto cierra los ojos, porque la que te va a dar el beso soy Yo. La condiciòn es que no me toques ni muevas las manos.

Ernesto se le iluminaron sus ojos cafè y le saliò una sonrisa de oreja a oreja. Segùn èl ya estaba lista para la foto; pero se le olvidò que el tiempo no pasa en vano y màs sabe el diablo por viejo que por diablo. Al decirle que cerrara los ojos, le dì un beso pero el màs elaborado que puede imaginar. Lo toque con mis dedos suavemente, le roce mis labios en la mejilla, luego le pase suavecito la puntita de la lengua desde la oreja hasta la boca. Mordì suavemente su labio inferior, le dì un besito de piquito y mojè sus labios con mi lengua. Luego cuando màs exciado estaba le abri la boca y le agarre la lengua y se la succionè hasta dejarlo casì sin aliento. Ernesto me devolvìo la caricia abriendome toda la boca que casì me tapa la nariz y ese fue su grandisimo error. Còmo pude me safè de èl. Y dije, ya estuvo bueno ahora caminando, me quiero ir. Ernesto confundido me dice quieres que vayamos a un sitio para estar sòlos. Y mi respuesta fuè no, quiero devolverme a mi casa pero ya. Arrancò de mala gana el carro, sin comprender que me habìa pasado.

Resulta que Ernesto el que ya no era panzòn, se le habìa olvidado un pequeño detalle. Annie la mujer que tenìa al lado no queria absolutamente nada con èl, y si el beso que le dì no era para alborotarlo simplemente colocar la cruz en una fosa que estaba abierta y hoy despuès de casì 20 años se cerrò definitivamente.

El beso ademàs de enterrar la historia patria, me quedo su aliento pegado en la nariz. Un olor desagradable que jamàs habìa sentido y que me daba asco y ganas de vomitar en el camino a mi casa. A penas me bajè del carro, caminè rauda y veloz la vereda, doble la esquina; lleguè a la casa de mi amiga Dania y le dije que me venìa orinando. Entrè corriendo al baño, me lavè la cara y me quitè maquillaje. Pero el aliento desagradable me quedò grabado en el subconciente y fue el remedio para comprobar que por mucho que Ernesto tratò de volvèr a conquistarme, de usar su artilleria de maestro casanova, esta vez se jodio. No hay ningùn hombre que me mueva el piso en este momento y mucho menos èl. El ex panzòn no supo jamàs que su aliento lo terminò de condenar a el entierro màs honroso que se le dà a los viejos amores. Sin decir adios, damos la media vuelta, caminamos para nunca dar vuelta atràs... los muertos que entierres a sus muertos. Yo sigo viva, pero finalmente libre de mis recuerdos que me hicieron llorar por años. Mi capacidad de amar, quedò irreversiblemente lesionada con el final de la historia y el sepelio del panzòn. El corazòn lo siento como un globo desinflado, y me pregunto ¿porquè me enamorè con tanta intensidad? Y me encantarìa volver a sentir las mismas mariposas por algùn tipo, que sea capaz envolverme con su imaginacion, que tenga la capacidad de hacerme suya, cerrar los ojos y despertar con èl a su lado.

El amor correspondido es lo ideal. Pero agarrar asco del que fuè tù amor, eso si es fatal... guacala.....aliento de dragòn, esa fuè tu perdiciòn.
Datos del Cuento
  • Autor: annie
  • Código: 17152
  • Fecha: 05-08-2006
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 5.57
  • Votos: 44
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4034
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