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Reina blanca

A veces estando triste acudo al lago de los refugios secretos, yo llego y por detrás de una roca que crece en la misma orilla me asomo al espejo de sus aguas, luego suspiro de forma profunda y llamo a la Reina que vive en lo más profundo del mar de las privacidades: ¿estás ahí?

Al principio nadie me responde, es tal la intimidad que se guarda en ese lugar que nadie quiere destacar su presencia pero yo insisto: ¿estás ahí?

Tras varias veces haciendo la misma pregunta veo que de repente se asoma una figura, va envuelta en ropajes blancos, con una diadema en su pelo dorado que brilla aún más que sus sonrisa: ¿qué necesitas?, me dice con aterciopelada voz.

Necesito un lugar donde esconderme y no lo hallo, por favor, ¿podrías decirme dónde puedo esconderme?

¿de quien huyes? ¿a quien temes? ¿de quien necesitas esconderte?, me interroga esa figura serena apoyando su mano en mi hombro.

Huyo de las emociones, me vienen persiguiendo y no quiero encontrármelas de nuevo, no puedo revivirlas, ya se pasaron. Necesito que me encuentres un lugar en dónde escapar por un tiempo, es que yo no tengo la culpa...

¿De qué crees que no tienes la culpa? si no eres más clara no podré ayudarte, me contesta firme pero con calmada voz.

Yo no tengo la culpa de lo que sentí, yo no tengo la culpa de lo que viví, yo no tengo la culpa de emocionarme ante una simple rosa, tampoco tengo la culpa de vivir historias desmedidas o extrañas; yo no tengo la culpa de amar como amé, yo no tengo la culpa de perdonar a quién perdoné y cómo lo hice, ni tengo la culpa por dolerme con lo que otros no se dolerán jamás, yo no tengo la culpa de mis lágrimas, ni tengo la culpa de querer sustituirlas por sonrisas cuando me viene grande la talla de mis recuerdos. Yo no tengo la culpa de amar mi buena conciencia por las mañanas, ni tengo la culpa de enamorarme en detalles cuando la vida me hace reanimar nostalgias de los perdido. Yo no me siento culpable por desear un cielo mejor, ni hallo en mi ninguna culpa por buscar con generosidad el binestar de otros. Yo es que... no tengo la culpa de tener el corazón que tengo, de vivir de la forma que vivo, de sentirme bien con tan pequeñas cosas que a otros no conforman tan solo porque necesitan más, por que necesitan diferente.

Yo no tengo la culpa de ser como soy, ni de que un adios para mi se convierta en algo noble y confiado sintiendo que solo es una bienvenida a otra forma de sentimiento. Tampoco tengo la culpa de que al verme perdida, sola o traicionada me surjan tristezas del fondo de mi alma y solo pueda expresarlas con palabras escritas. Yo no tengo la culpa de querer escribir, no tengo la culpa de creer en las buenas personas ni de soñar con tantas palabras...

Bueno, bueno, me contesta la figura blanca, tratando de apaciguar mi llanto. Me ha quedado claro, tú no tienes la culpa... entonces, me añade tratando de comprender lo que digo ¿porqué deseas un lugar para esconderte si no tienes la culpa de nada?

Porque sin tener ninguna culpa... me siento vulnerable y necesito un lugar en el que la vida no me encuentre y así poder pasar desapercibida y no recordar y no pensar y no revivir, solo dormir y callar o mejor aún, sentirme callada.

¡Bienvenida al mundo de la honestidad!, me responde con prontitud, como si supiera de qué habla, voy a decirte un lugar donde poder esconderte cuando te sientas así, hundida, derrotada o simplemente apenada por las tristezas de una vida.

¿Cuál es ese lugar buena señora en dónde nadie pueda localizarme?

El tiempo. Cuando te sientas apenada escóndete en los segundos de una alegría, cuando creas que el mundo se te viene encima con una decisión, con una tristeza, con un presagio, con cualquier atisbo de algo inconsciente o muy consciente pero que no debe sobresalir de tus labios, busca refugio en los instantes de la buena compañía, en los minutos de detalles ajenos, incluso en las horas surgidas con esperanza; solo el tiempo es el mejor refugio para una verdad templada...

Gracias buena señora, seguiré al pie tu consejo y dime... te haces llamar Reina del mar de las privacidades pero con qué nombre podría llamarte la próxima vez que me sienta exhausta, decaida, apenada?

Llámame Alma.
Datos del Cuento
  • Categoría: Educativos
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3 comentarios. Página 1 de 1
eutimia
invitado-eutimia 24-07-2005 00:00:00

Me parece un buen relato, por lo menos tranquiliza, jajajajajajajaja.

LEYSSY
invitado-LEYSSY 23-07-2005 00:00:00

EXCELENTE, MUY BUENO, DEFINITIVAMENTE ES ASI, SOLO EL TIEMPO NOS LIBERA DE TODO TIPO DE EMOCIONES, SENTIMIENTOS, CULPAS, ERRORES, SITUACIONES...Y COMPARTO TOTALMENTE QUE SOLO EL ALMA TIENE LAS RESPUESTA A NUESTROS MAS INTIMOS CUESTIONAMIENTOS, PORQUE SOLO DENTRO DE NOSOTROS ESTAN LAS RESPUESTAS A TODA CAUSA Y CONDICION QUE NOS PONE DE EXPERIENCIA LA VIDA...!! FELICIDADES!!

María Eugenia
invitado-María Eugenia 22-07-2005 00:00:00

Te decía ... sabios consejos los de tu alma. De verdad que no sé que decir, pero me ha gustado mucho. Claro que no tienes la culpa.

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