Cuando era pequeña, mi padre, cuando me sentía triste por no conseguir mis aspiraciones, siempre me contaba una historia de superación personal, de alcanzar metas inimaginables y de amor paternal.

Se sentaba a mi lado en la cama, y comenzaba así su relato:

En una granja pequeñita en un país lejano, soleado y montañoso, vivía Pulgui ,una pulguita pequeñita con su familia.

Pasaban los días trabajando en las labores del campo, recolectando alimentos para estar abastecidos con la llegada del invierno.

Sin embargo, a los pequeños de la casa se les enviaba a la escuela. Aquí aprendían cosas útiles para su vida futura en la granja, es decir, a estudiar las labores que algún día como adultos tendrían que ejercer.

Pulgui, era diferente. Se pasaba las noches en vela leyendo libros sobre el cielo, sobre las estrellas y todo lo relacionado con la astronomía. Le fascinaba observar la luna, s obre todo cuando coincidía con las noches despejadas de luna llena.

Soñaba con que algún día alcanzaría ese cielo que tanto admiraba y llegaría a tocar las estrellas con sus pequeñas patitas. Lo deseaba tanto, que le dolía el corazón.

Muchos de sus compañeros se reían, se burlaban de ese inalcanzable sueño, que creían producto de la fantasía de un pequeño soñador.

Sin embargo, Pulgui siempre estuvo apoyado por una de las personas más importantes de su vida, su padre.

Aunque las costumbres muchas veces se hacen leyes, su padre creía en el talento y en el empeño de su hijo. Sabía, que nuestra historia no está escrita y que si deseamos algo mucho, podemos alcanzar todos nuestros sueños.

Contra todo pronóstico y con las habladurías de sus vecinos a sus espaldas, el papá de Pulgui le apoyó en su decisión y trabajando de sol a sol, le pagó la mejor escuela de aeronáutica del mundo animal a su pequeño.

Pulgui, por su parte se esforzó, estudió y sacó buenísimas notas. Cada día que pasaba, estaba más cerca de conseguir su sueño, y sabía que alguien en la lejanía, le apoyaba y le quería incondicionalmente.

Pasaron los años, y Pulgui se convirtió en el primer tripulante espacial perteneciente a su especie…

Todos quedaron asombrados al recordar a aquella pequeña pulga, que intentaba saltar para estar más cerca de la Luna, de la que se reían por tener sueños inalcanzables.

Sin embargo amiguitos, esto demuestra, que cuando realmente deseas algo, te esfuerzas por ello y tienes el amor incondicional de un padre y de tu familia, los sueños, pueden convertirse en realidad…

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado