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Pocaspulgas al rescate

Marinena siempre quiso tener un perro. El día que se lo regalaron fue el día más feliz de su vida. Cuando vio en el cesto a aquel cachorro tan tierno se le saltaron las lágrimas de alegría.

-Te llamaré Pocaspulgas -dijo Marinena.

-Marinena, hija, parece el nombre de un perro callejero -dijo mamá.

-¡Parece que a él le ha encantado! -exclamó la niña, mientras jugueteaba con su nueva mascota-. ¡Ya somos cuatro en la familia!

Al día siguiente, mientras Marinena y Pocaspulgas estaban jugando en el jardín, apareció un señor con otro perrito. Marinena aguzó el oído para enterarse de lo que pasaba.

-Por favor, señores, quédense también con este perrito -dijo el hombre a los papás de Marinena-. Si no le encuentro un hogar tendré que sacrificarlo.

-Sí, por favor… -dijo Marinena.

-Un perro es más que suficiente, señor -dijo el papá de Marinena.

-¿No te da pena? -dijo la mamá.

-No creo que sea buena idea -dijo papá.

-Pero lo matarán… -dijo la niña.

-No te preocupes, pequeña, intentaré buscarle otro hogar -dijo el señor.

Pocaspulgas se quedó mirando a aquel cachorro mientras el hombre se iba con el cachorro.

-Me resulta tan familiar ese perrito …-pensó Pocaspulgas.

-Pobrecito perrito… -se lamentó Marinena-. ¡Es tan parecido a ti, Pocaspulgas! ¡Claro, es tu hermano!

Esas palabras le bastaron a Pocaspulgas para reconocerlo. 

-¡Claro! Ese es uno de mis hermanos -dijo Pocaspulgas en idioma perruno.

Marinena, que solo oía ladridos, se dio cuenta de la alegría de su mascota, pero también de su nerviosismo. 

-No podemos tenerlo aquí. Ya has oído a papá y a mamá -dijo la niña.

Pocaspulgas se puso a ladrar cada vez más, intentando que Marinena entendiera que no podía abandonar a su hermano. 

-¿Qué pasa aquí? -preguntó papá.

-Pocaspulgas ha reconocido a su hermano y está muy nervioso -dijo Marinena.

-Pues si no se calla se irá con él -dijo papá.

Pero Pocaspulgas no se calló. Y no solo siguió ladrando, sino que empezó a correr y, aprovechando un momento en que la puerta de la calle se abrió, el cachorro se fue corriendo.

-¡Pocaspulgas, vuelve! -gritó Marinena, intentando salir corriendo tras él. Menos más que a su papá le dio tiempo a sujetarla.

-Espera aquí -dijo papá.

El papá de Marinena salió corriendo detrás del perro. Lo alcanzó justo cuando Pocaspulgas entraba en la casa donde había nacido. Allí estaba el señor con el otro perro, con su hermano. Pocaspulgas empezó a lamer al cachorro.

-Creo que me lo llevaré también -dijo el papá de Marinena.

Cuando el papá de Marinena llegó a casa con Pocaspulgas y con su hermano, la niña se puso muy contenta. 

-Te llamaré Pelochurro -dijo Marina-. ¡Y ya somos cinco!

-En realidad, vamos a ser seis -dijo mamá-. Pronto tendrás un hermanito, Marinena.

-¡Qué bien! -dijo la niña-. ¿Puedo elegir yo el nombre?

-¡Noooo!

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