Había una vez una tortuga llamada Perky. Perky era una tortuga que siempre estaba costipada... pues tenía un agujerito en su berde caparazón. Perky vivía en casa de Lucas, un niño listo y trabajador. Lucas buscaba y buscaba una solución para su pequeña tortuga, pero nada, Perky seguía con su resfriado acuestas. Lucas le puso una casita bien forradita... y nada. Le calentaba la comidita... y nada. Incluso hizo a su abuela que le tejiera un bonito jersey verde... y aún así, nada, Perky seguía costipada. "No te preocupes Lucas" solía contestarle. " Ya me siento mejor", le añadía para que Lucas no se preocupara, pero este no lo podía remediar, seguía buscando una solución para su pequeña amiguita.

"Ya lo tengo" volvió un día Lucas todo contento. "¡¡Perky, Perky, ya he encontrado la solución para tu constante resfriado!!" Había ido con su padre a la ferretería y había escuchado a unos señores cómo con la silicona arreglaban todo un sin fin de cosas. De camino a casa pensó y llegó a la conclusión que con un poco de silicona arreglaría el caparazón de Perky.

Así lo hizo, compró un poco de silicona verde y sin más se puso manos a la obra. En muy poco tiempo había rellenado ese agujerito que tantos catarros había causado a su pequeña amiga. "Ya está" dijo Lucas. Perky se movió de un lado a otro, ...parecía contenta.. ya no corría el aire bajo su pequeño caparazón. ¡Si, había dado con la solución! Desde entonces y hasta ahora Perky no se ha vuelto a enfriar. Sigue viviendo con Lucas y muy feliz por haber encontrado una solución a su "pequeño problema"