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Categoría: Terror

POLVO DE NO-MUERTO

La noche yacía del mismo modo que Alfred en el suelo de la cabaña, pálido, con una fuerte herida en el pecho y todavía con aquella expresión de terror en su cara…

Alfred estaba junto a su madre, su vieja y extravagante abuela en una Cabaña alejada del pueblo ya que como decía siempre su madre “La soledad inspira los sentidos”.
En la parte de atrás su viejo mastín, “Jasper”, como cada noche oteaba desde su cabaña la parte de verja que comunicaba con el bosque.
- Alfred, ¿has preparado ya el conejo? –dijo su madre con intranquilidad
- Sí madre, la sangre aún está caliente
- Pues date prisa, son casi las doce ya
Nuestro protagonista cogió una bandeja que había a la entrada sobre la que un conejo degollado hacía pocos minutos descansaba sin vida, con la mayor premura abrió la puerta, depositó la bandeja sobre el porche y entró a toda prisa cerrando de un fuerte portazo.
De inmediato y tras trancar todas las ventanas y puertas de la casa, cogió su rifle y se acomodó frente a la puerta de la casa, hacía ya varios días que montaba guardia, pero tanto su madre como su abuela no podían hacerlo así que de él dependía vigilar por si ÉL volvía a intentarlo.
Pasaban unos minutos de las 12 cuando esos inconfundibles pasos se escucharon, sabía ya de esos pasos, inertes, sabía que eran humanos, al menos un día lo fueron, pero ahora se habían convertido en una infernal marcha hacia él,
- Madre ¿cómo puede saber que estay aquí? ¿podía olerlo? - dijo Alfred entre sollozos
- Tal vez, hijo, los lazos que os unen permanecen tras la muerte
- Pero mi padre no está muerto
- ¿A eso lo llamas vivir? ¿Vaga por las noches por Dios sabe donde, se alimenta de los animales muertos que dejamos cada noche en el porche, sus ojos brillan como pidiendo muerte. Ese ya no es tu padre Alfred, a tu padre le enterramos la semana pasada, ¡así que no quiero oírlo más!
Ya se podía escuchar a aquel ser disfrutando de su festín, el olor a carne putrefacta era insoportable, Alfred no pudo por más que mirar por la ventana y allí estaba la persona a la que un día más amó, pero ya no era esa persona, frente a él y tan solo separados por un cristal un rostro desfigurado y cubierto de sangre le miraba fijamente. Sus miradas se cruzaron por un momento y Alfred pudo ver la maldad en aquellos ojos, definitivamente eso ya no era su padre.
Recordó el viaje de hacía 10 días a Taití, visitaron la isla, regatearon en los puestos de mercaderes, todo indicaba que iban a ser unas vacaciones perfectas, perfectas hasta que ocurrió aquel desafortunado incidente.
Un viejo hombre de color forcejeaba con un muchacho muy joven, al parecer trataba de llevárselo a la fuerza pero ante los incrédulos ojos del padre de Alfred nadie hacía nada por impedirlo, la gente miraba para otro lado murmurando extrañas oraciones con miedo cerval.
Fue cuando mi padre indignado ante aquella situación intervino, sin mucha dificultad pegó un empujón al viejo hombre de color que permitió escapar al muchacho, de repente la calle entera enmudeció, el viejo se levantó silencioso y dijo solo 4 palabras:
- No debiste hacerlo extranjero
Inmediatamente el viejo sacó una mano del bolso y soplo en la cara de padre de Alfred unos polvos que hicieron que este cayera fulminado al instante. Toda su familia agachó para socorrer al caído pero nada pudieron hacer y cuando se levantaron el hombre negro no estaba ya.
El cuerpo viajo en avión hasta la pequeña localidad donde siempre vivió, fue enterrado de inmediato en un bonito ataúd de roble, sin hacer caso a las extrañas supersticiones que le indicaron los habitantes de aquella peculiar isla. Ahora pensaba Alfred que tal vez debieron colocar el cuerpo boca abajo, pero claro, que sabía él de “polvos zombie” y magia negra, nada, además nunca creyó en ella, esos polvos mantuvieron a su padre en un estado catatónico, sin pulsaciones todo indicaba que estaba muerto y el día que lo vieron acercarse a la casa casi enloquecen.
Fue la abuela Kattie la que a gritos decía que Josef (su hijo) estaba vivo, la que salió a recibir a su hijo con los brazos abiertos completamente enloquecida, la que yació a escasos metros de ellos mientras su padre resucitado comenzaba devorando el cuello de la incrédula abuela.
De eso habían pasado ya unos días y cada noche volvía ese ser a por más, devoraba el animal muerto que dejaban a la entrada y pasaba la noche hasta la salida del Sol arañando la puerta de entrada, exactamente como estaba haciendo en ese mismo momento.
De repente un grito procedente de la cocina le hizo desvíar la mirada de la ventana, fue corriendo hasta allí, su madre sangraba abundantemente del vientre, sobre ella un ser con el cuello destrozado desgarraba las entrañas de su madre, Alfred pegó un grito ahogado que hizo que aquello levantara el rostro para mirarle, no podía ser ¡era Kattie la que devoraba a su madre!
Horrorizado dio un paso hacia atrás pero algo le toco el hombro, allí estaba justo detrás de él el rostro de la ventana, su padre, tropezó y cayó al suelo, justo antes de desmayarse pudo ver el cuerpo sin vida de su madre descarnado, pronto sería una de ellos, y él mismo también…
Datos del Cuento
  • Autor: Yowitin
  • Código: 12128
  • Fecha: 10-12-2004
  • Categoría: Terror
  • Media: 6.18
  • Votos: 91
  • Envios: 2
  • Lecturas: 1974
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
nostraman
invitado-nostraman 16-12-2004 00:00:00

yowi! bellisimo relato el tuyo, me hizo sentir los mordizcos en el vientre. guau!

eso no importa
invitado-eso no importa 12-12-2004 00:00:00

Me gustó mucho tu cuento; es diferente a lo que yo me esperaba, pues pense que seria un relato de vampiros y no de zombies. Felicidades. PD. Se nota que te has documentado bien

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