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No es justo

Ana siempre decía lo mismo cuando sus padres no le compraban algo que quería. 
- ¡No es justo, no es justo, no es justo! - gritaba mientras pataleaba - ¡Tengo pocos juguetes, no es justo! chillaba siguiendo a su madre por toda la casa. 

Era una niña tan caprichosa que sus abuelos nunca sabían qué regalarle por su cumpleaños. Y además, se cansaba muy pronto de sus juguetes nuevos. 

Un día en el cole su amiga Leire llegó muy triste. 
- ¿Qué te pasa?, le preguntó Ana. 
- Que mañana es el cumpleaños de mi hermano y mis papás dicen que no tienen dinero para comprarle un regalo. No es justo… 

Ana pensó entonces en todas las veces que había llorado diciendo eso mismo. Así que llegó a su casa y después de merendar le preguntó a su madre si podía invitar a Leire y a su hermano a jugar ese fin de semana. La madre de Ana se extrañó de que su hija quisiera compartir sus juguetes, pero por supuesto que le dio permiso.

Ese sábado los tres niños jugaron juntos con los juguetes de Ana. Y al sábado siguiente también. Y al otro y al otro…. Ana estaba tan contenta jugando con sus amigos que ya no necesitaba que sus padres le compraran tantas cosas. Se le pasaba el tiempo volando y siempre quería que fuese sábado para que Leire y su hermano vinieran a su casa a jugar. 

Un fin de semana, los padres de Ana se tuvieron que ir de viaje así que Ana fue a casa de Leire y su hermano a jugar. Ana vio que allí tenían pocas cosas y que las pocas que tenían estaban muy gastadas, como la ropa que llevaba Leire al cole. 

Los niños jugaron durante horas hasta que llegó la hora de que Ana se marchase. Lo que más le gustó fue crear muñecos con trozos de cartón. Jugaron a hacerles melenas de colores con trozos de lana y a ponerles collares hechos de macarrones. Ana pensó en todas las veces que había pedido juguetes nuevos y en lo mucho que se había enfadado cuando sus padres no se los compraban y se sintió muy mal.

Esa misma noche al contarle a su madre lo que habían estado haciendo, Ana empezó a entender lo que era la justicia. 
- Sabes mami, lo que no es justo es que Leire y su hermano tengan los juguetes viejos y la ropa estropeada. Ojalá todos tuviéramos lo mismo y todos los niños pudieran ser felices.

Poco a poco, Ana fue entendiendo que se había equivocado diciendo tantas veces eso de "no es justo" porque había cosas mucho más importantes en la vida que tener juguetes nuevos por todas partes.

Datos del Cuento
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