"Ciertamente sus días están contados
Y el número de sus meses está cerca de tí;
Le pusiste limites, de lo cuales no pasará".
(Libro de Job.14:5)


Habla la Muerte: Una mañana, cierto comerciante de caracas envió a su empleado al mercado para que comprara las provisiones de la semana. Al corto rato regresó el sirviente pálido y tembloroso:
Señor, le dijo, estando en el mercado una mujer me empujó y cuando volví a mirarla vi que era la Muerte. Clavó en mí sus ojos profundos y me hizo un gesto amenazante. Señor, si usted se dignara a prestarme su automovil, Huiré a Maracay y allí la Muerte no me podrá encontrar.
El comeciante le prestó su carro y el empleado, subiendo en él a toda prisa, partió veloz como el viento. Entonces el comerciante fue al mercado y viéndome entre la multitud se acercó a mí y me preguntó:
¿Por qué hiciste un gesto de amenaza a mi sirviente esta mañana, cuando tropezaste con él?
No fue un gesto de amenaza, repuse yo. Fue un gesto de sorpresa. Me asombró verlo aquí, en caracas, cuando tenía una cita conmigo esta noche en Maracay.