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Monstruos al rescate

Nauseabundo y Hediondo eran los monstruos más temidos de todo el mundo monstruoso. Durante todo el año permanecían escondidos preparando sus maldades, que hacían realidad en la noche de Halloween.

Los demás monstruos estaban enfadados con Nauseabundo y Hediondo, pues por su culpa los niños y los mayores les tenían más miedo del normal, y recibían más de un palo a cuenta de ellos. Pero a pesar de esto a este par de granujas les divertía aún más hacer gamberradas.

Tales eran sus fechorías que un año las autoridades secretas que vigilan la fiesta de Halloween decidieron arrestar a todos los monstruos. Nadie quería que los verdaderos monstruos estropearan la fiesta asustando a niños y mayores. 

Cuatro semanas antes de celebrarse Halloween, las autoridades habían capturado a todos los monstruos. Mejor dicho, a todos menos a dos. Porque Nauseabundo y Hediondo estaban tan bien escondidos que nadie los encontró. Pero las autoridades estaban seguras de haber capturado a todos los monstruos, y así se hizo saber. Todo el mundo estaba muy contento y se preparaban para la mejor fiesta de Halloween de la historia.

Llegó el día de Halloween. Nauseabundo y Hediondo salieron de su escondite. En media hora había asustado ya a cientos de personas, que huían despavoridas por las calles.

- ¡Qué fácil está siendo esto! -dijo Nauseabundo.
- Demasiado -respondió Hediondo-. Todavía no ha salido ningún monstruo a reñirnos, y eso lo hace menos divertido.
- ¿Será una trampa? -dijo Nauseabundo.

Pero no hubo tiempo de responder. A lo lejos una patrulla de agentes atrapa monstruos se acercaba.

- ¡Huyamos! -dijeron los monstruos.
- ¡Estáis rodeados! -gritó un agente-. No tenéis escapatoria. Os llevaremos con los demás.

Nauseabundo y Hediondo se miraron. No podían soportar a los otros monstruos y pero para una vez que podían hacer algo bueno por ellos no quisieron perder la oportunidad. 

- Tenemos que ayudarlos -dijo Nauseabundo.
- Estoy de acuerdo -respondió Hediondo-. Son insoportables, pero son de los nuestros.
- Ya sé. Me dejará atrapar -dijo Nauseabundo-. Síguenos escondido. Les despistaré con uno de mis trucos malolientes justo en la puerta de la prisión. Aprovecha ese momento para ayudarme y los liberaremos a todos.

así lo hicieron. 

- Gracias amigos -dijo el presidente de los monstruos-. Aunque si os portáseis un poco mejor esto no habría pasado.
- ¿Por qué? -preguntaron Nauseabundo y Hediondo.

Los demás monstruos les contaron a Nauseabundo y Hediondo que debido a su mal comportamiento todos habían sido detenidos para que la gente pudiera disfrutar de la fiesta de Halloween.

Nauseabundo y Hediondo se disculparon y se comprometieron a ser más considerados a partir de ese día.

- ¿Por qué no venís con nosotros? Hay mucha diversión para monstruos, además de Halloween.

Nauseabundo y Hediondo aceptaron la invitación. Descubrieron que vivir con otros monstruos también era divertido, y entre todos encontraron la manera de saciar sus ganas de asustar sin ser tan malos.

Datos del Cuento
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