Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Románticos

Mi Historia..Mi Diario 2

(Continuación)

Suena al fin el timbre, y salimos. Subimos las escaleras hacia el comedor, trago saliva, me armo de valor y con un hilo de voz empiezo a decir: “Samson, no creo que nuestra relación pueda de manera alguna funcionar ya que regreso a Cuba en diciembre quizás o más probable que sea en enero o febrero y quedaría muy poco tiempo para la existencia de un posible idilio, que acabaría hiriéndonos a los dos”. Él me respondió “Eso ya lo sabía, me lo habías dicho antes”. Yo le contesté que sí, pero que antes no estaba segura, pero que ya era más que probable. Él me miró y me dijo: “¿Pero podemos seguir siendo amigos, no?”. “Si, claro”. Respondí, y mirada se perdió en el suelo porque ya no sabía que más decir y su mirada de cierta manera me intimidaba, alcé la vista, lo miré y sonreí y él me sonrió, y volví al suelo buscando palabras para decir. Estábamos allí parados como unos tontos, mirándonos uno a otro, o al suelo, o al cielo, pero de lo que no nos habíamos dado cuenta era de la larga y ancha cola que se había formado detrás de nosotros porque estábamos parados delante de la máquina de refrescos y la gente esperaba para cogerlos. Todos estaban protestando, empujándose y gritándonos a toda voz todo tipo de quejas, las cuales (debida a mi absorción y asombro) no atiné a descifrar ¡Que pena! (o corte, o vergüenza, como dirían los lectores españoles) Enseguida nos apartamos, trasladándonos esta vez a una esquina cerca de la puerta por donde todo el mundo pasaba, sin mejor suerte que antes, ya que los muchachos entraban y salían a tropel, rozándonos de codos o dándonos ligeros empujoncitos, que creo yo eran involuntarios aunque era imposible de decir, todos estaban furiosos y luchaban por llegar cuanto antes al mostrador de la comida. Así que la adopción de este cambio de sitio no nos favoreció mucho, pero no teníamos otra opción pues salir sería misión imposible ya que la ola de niños iba en dirección contraria y hubiésemos sido arrastrado de un lado a otro por la corriente. Así que sin más y sin prestar mucha atención a nuestro entorno continuamos nuestra charla, también le dije: “Mis padres no me dejan salir con nadie al que no conozcan o con el que no tengan confianza, se pudiera decir que soy la pequeña hija de papá que no quiere que hieran a su bebé ni con el reflejo de una mal intencionada mirada. Sé que puede sonar tonto y anticuado, pero no exagero en decir que así son en verdad.”, “Si, si, entiendo lo que quieres decir, mi mamá es muy parecida”, dijo él, “¿En serio?” pregunté sorprendida, pues él no me parecía del tipo restringido por su mamá, más bien daba la impresión de gozar de plena libertad para hacer como quisiera, también me asombraba que aún existiera alguien como mis padres en este mundo moderno donde los adolescentes de hoy en día son muy libertinos y dominan más a sus padres que sus padres a ellos. “Si”, me reafirmó.

Hablamos largo rato, me dijo que su padre había muerto dos años atrás de cáncer y explicó lo duro que había sido. No pude evitar sentir una punzada de dolor y asombro, ¡perder un padre a tan temprana edad! ¡Pobrecito! Le dije que lo sentía mucho, que me podía imaginar lo duro que era, porque mi ángel precioso, mi abuelo, también había muerto (mi dulce viejo embarazado, apodo que cariñosamente le puse por su prominente barrigoncita) y su muerte fue increíblemente chocante para mí, aunque sabía que él se tenía que haber sentido peor, porque perder a un padre tan joven no es lo mismo. Más aún para un varón, que necesita de su ayuda, apoyo y sabio consejo.
Me volvió a hablar de lo especial que era y me preguntó lo que creía de él. Y bueno, ahora sí un poco ruborizada le dije que creía que tenía una gran personalidad, y que era muy bueno y yo que sé que más, le dije que responder a tal pregunta era difícil para mí, que las palabras me fallaban al no poder encontrar las adecuadas y que nunca antes había tenido que responder a tal interrogatorio y que tampoco había tenido necesidad de hacerlo antes, pues nadie me había hecho esa pregunta. El me miró asombrado, porque él decía que yo era “very pretty”(lo pongo con sus palabras pues creo que aunque en inglés la mayoría de los lectores adivinarán su significado). Yo le dije que puede que hubiera habido muchachos que me hubieran pedido para salir antes; “Pero esos son muchachos cabeza huecas, que los conoces en la calle o quizás en el colegio o en un restaurante, o en una esquina. Muchachos con los que quizá tan solo has intercambiado un par de palabras y que al otro día se aparecen en tu casa o insisten en acompañarte, esperando que accedas a salir con ellos casi como una obligación, ya que ellos se han tomado la molestia (o la libertad diría yo) de perseguirte hasta conseguir su objetivo. Y obviamente mi reacción no les es en nada grata, ya que no me dejo engatusar por ninguno de sus piropos vacíos, ellos solo quieren alguien para pasar el tiempo y yo no soy juguete de nadie. Además, en mi opinión para que una relación tenga futuro alguno primero se tienen que conocer bien el uno al otro, ser amigos.” Entonces él me dijo que complementábamos en muchas cosas y que antes de que me fuera quería llevarme a algún sitio y me preguntó si me gustaba McDonald’s. Le dije que por mí OK, pero que tenía que convencer a mis padres, él asintió.
Pasaban toda clase de gente por nuestro lado (recuerda que estábamos en la puerta) y todos le daban una colleja o un pequeño cocotazo o le golpeaban el brazo como diciendo: “Vaya Samson…” o “ligando eh?”. En esos momentos se apareció Leanne, y como una pequeña introducción les haré saber que Leanne era una amiga, si es que así puedo referirme a ella, pues en mi opinión ella no era amiga de nadie, ni siquiera mía, ella quería dominarme, pero yo más bien la evadía, en realidad creo que nunca se dio cuenta y siempre creyó que yo estaba a su servicio. Más de una vez trató de enmescullirme en sus líos, ya que era muy conflictiva y se pasaba todo el tiempo peleándose con la gente e inventando calumnias, fingiendo cosas horribles que las que antes se decían amigas de ella le habían hecho, tratando en vano de tenerme a su lado para que yo también me hiciera enemiga de los que no le hablaban, cosa que por supuesto nunca logró. ¿Qué necesidad tenía yo de crearme enemigos de los que cambiaría cada cinco minutos? De ninguna manera entraría en esos chanchullos y bretes. Pero lo más curioso, es que Leanne siempre creyó que yo hacía cuanto ella sugería, cuando yo simplemente me limitaba a asentir con la cabeza, fingir creer en todas sus historias y decir que estaba de acuerdo con ella. En realidad sabía perfectamente que todas estas historias eran producto de su imaginación, pero nunca consideré poner fin a nuestra “amistad” por sus mentiras, pues en el fondo me daba lástima y temía que un día se fuera a quedar sin ningún amigo. Me unía a ella más bien un instinto protector, después de todo ella vivía sumida en su mundo de mentiras, a tal punto que creo que al decirlas se convencía ella misma de que eran ciertas, en ellas se encerraba su motivo de existencia y yo estando consciente de que nunca cambiaría, quise asegurarme de que tampoco se quedara totalmente sola, así que resolví quedarme a su lado para que pudiera contarme como su amiga (por supuesto sin llegar nunca a involucrarme en ninguna de sus disputas).
Pues, continuando con lo que antes relataba, en ese momento llegó Leanne a recogerme. Me preguntó si había comido algo, le dije que sí, y con una mirada de incredulidad volteó la cabeza y le preguntó a Samson. Inmediatamente le guiñé un ojo a Samson en modo de seña para que me apoyara y reafirmara mi respuesta, y así lo hizo pero él mismo no se lo creyó y me miró con un aire de desaprobación. No me importaba, no tenía hambre con todo ese nerviosismo, además tenía un dolor terrible en la espalda que no podían ser los riñones, así que serían los ovarios a causa de la regla y su maldita abundancia y consecuencias. Para añadir a su intensidad había estado de pie por una hora y el dolor incrementaba por minuto. No podía ser peor, pero al menos me sentía aliviada por ya haber hablado con Samson. Era ese un gran peso el que me había quitado de encima.

A la hora de “Registration” (Registration se tomaba al principio y final del día con duración de 15 minutos. Nos dirigíamos al aula común del grupo y nuestro profesor guía, Mr Deigham, pasaba la lista y nos informaba de otros acontecimientos que tomarían lugar en la escuela o simplemente nos alertaba de nuevas reglas, o reñía a los que no se habían portado muy bien durante el curso del día) Samson me llamó y me hizo ir a donde estaba él para que le diera mi teléfono y así quedar de acuerdo el día que fuéramos a salir. Le di la tarjeta de mi papá que por atrás tenía el teléfono de la casa, que ni yo misma me sé, cuando aún me acuerdo del número que teníamos en España (93 424 68 57) y él me escribió el suyo en la misma tarjeta. Todo el mundo lo vio, pero esta vez no me importó tanto, total, en el comedor nos había visto medio mundo. Además esta vez tendrían que guardarse los comentarios y burlas ya que estaban en frente del profesor.
Llegué a la casa minutos más tarde, mi íntima (o compresa, o toallita sanitaria) parecía inundada por el Mississippi en versión roja. Mi mami no había ido ese día trabajar y mi hermanita no había ido a la escuela porque había amanecido lloviendo y al mamá preguntarle si quería de todos modos ir mi hermana le respondió con un rotundo no. A mí también me había dado la oferta de quedarme en casa (cosa no muy común, mis padres insistían en puntual asistencia a la escuela y raramente nos dejaban faltar, sólo en presencia de una enfermedad o acontecimientos como el de uno de nuestros cumpleaños), pero no quise porque quería saber los resultados de mi examen de Ciencias, en el que había sacado una C; el máximo. Como decía, al llegar mi mamá me dijo que botara la basura y fuera a buscar pan al “Food & Wine” de la esquina. Me sentía terriblemente mal, mareada, como si tuviera fiebre y todavía con el maldito dolor en la espalda. De mala gana fui y le di las gracias al chino de la tienda o a la china, ya no me acuerdo (constantemente rodeada de chinos). Regresé a la casa y le conté a mamá lo que le había dicho a Samson. Me dijo que estaba muy orgullosa de mí por haber dicho lo correcto. Me bañé y al acabar estaba segura de que tenía que estar enferma, segura de tener fiebre, y se lo dije a mamá. Entonces me puso el termómetro y tenía treinta y siete y medio, un poco de destemplanza. Después de eso vino un dolor de garganta, como raspada y por supuesto (no podían faltar siendo yo alérgica, aunque no probado científicamente por los médicos…nunca me molesté en hacerme las pruebas) mis amigos los mocos. El resto del día me lo pasé en la cama de mi mamá, leyendo. Mi papá estaba en Cuba todavía y no regresaría hasta el viernes; cumpleaños de mi mamá. Esa noche mi mama trasladó el colchón de mi hermana para su cuarto para que pudiera dormir con ellas dos y vigilarme por si la fiebre subía. Y así pasé el fin de semana; enferma, con regla y una tristeza profunda por si me iba a Cuba y también por si me quedaba, por Samson, ¿se conformaría con la respuesta que le había dado? No lo creía, y si me quedaba, ¿Que excusa le pondría para nuestra relación? ¿Estaría sufriendo todo el año? Y para finalizar puede que el libro triste que me estaba leyendo, “Angela’s Ashes” (Las cenizas de Angela), influenciara en mi estado de ánimo (un libro muy bueno, por cierto, crudo y triste, pero excelente).

El lunes por la mañana estaba lloviendo también y cuando llegué a la escuela, al bajarme del autobus allí estaba Samson, sonriéndome y dándome los buenos días. Caminamos juntos y en silencio hasta que nos dirigimos a vías opuestas, yo cogí el camino hacia la biblioteca y él el camino hacia el comedor (por las mañanas antes de empezar las clases, la escuela tenía un “Breakfast Club” en el que daban desayuno gratis, ahí se reunía Samson con sus amigos).

En la clase de inglés un niño me llamaba a cada rato y me decía en tono burlón “A Scout le gustas” y Scott me decía que no y me señalaba que era el otro el que me quería y así todo el tiempo, tonteando (¿cuándo crecerían los muy estúpidos? Pues era obvio que sólo lo hacían por fastidiar), y yo por supuesto, sin hacerle caso a ninguno de los dos. Hasta que oí que uno de los dos le preguntaba algo de mí a Negla (era ésta una de las muchachas a las que le habían encargado ayudarme al principio, aunque ahora apenas nos dirigiéramos la palabra, no por nada en particular, sino por puro distanciamientos, Samson ocupaba casi todo mi tiempo libre) y creó oír decir a Negla que yo era la novia de Samson. Pero, ¡Dios Santo! ¿Sería eso posible? Todos sabían que yo era novia de Samson menos yo. ¿Era yo la novia de Samson? Ya yo ni sabía, tenía un lío y un despiste en mi cabeza que creía que iba a explotar, además todavía estaba medio enferma, no debería haber ido a la escuela en esas condiciones.
Así que ahora había rumores en la escuela de que yo era la novia de Samson, pues bueno ¿Qué podría hacer yo? El resto del día traté de esquivar a Samson, aunque sabía que después de almuerzo me tocaban Arte y francés con él, y lo tendría que ver de cualquier modo.
Un par de horas después ya estaba en Arte y sabía que Samson se me acercaba a cada rato a ver mi trabajo, y yo me sentía mal, tenía tos y a causa de la garganta me salían lágrimas. Me sentía como en otra dimensión y la cabeza no paraba de darme vueltas, quería escaparme de todo ello. En parte fue una suerte que me tocara Arte, ya que no requería poner tanta atención y mi mente podía divagar libremente mientras dibujaba. Ya casi cuando el timbre iba a sonar, como le había dicho yo el pasado viernes, a la misma hora, en la misma clase y en las mismas circunstancias Samson me dijo en voz baja: “Necesito hablarte”.

De camino a francés me dijo en voz baja:
- “Susana ya sé que te tienes que marchar en diciembre, pero aun así, permancecen presentes sentimientos que llevo dentro y que no puedo explicarbut , es difícil para mí…¿Entiendes lo que quiero decir?
- “Sí”-Respondo débilmente - ¿Entiendes entonces?” continuó diciendo
- “Sí” volví a responder
- “)
- ¿Sí?”- siguió insistiendo
- “Sí”-empecé a decir nuevamente – “Bueno….no”
Y no pudo hablar más porque ya había mucha gente a nuestro alrededor y teníamos que entrar a clase. No había venido la maestra, así que nos dieron una hoja de ejercicios. Permanecí gran parte de la clase absorta en mis pensamientos. ¿Por qué Samson me decía todo eso? ¿No sabía que me hería con sus palabras? Quería que la tierra me tragara cada vez que me declaraba sus sentimientos, simplemente no sabía que decir. Cómo habían cambiado las cosas ahora, eh? Antes quería que Samson me quisiera y me cayera atrás y hasta lloré desesperadamente el día que no lo hizo, un solo día que se había mostrado indiferente (motivo de esa indiferencia aún no lo sé, aunque recientemente le haya preguntado el dice no recordarlo). Entonces caí en absoluta desesperación y lloré arrodillada en el suelo del baño al llegar a casa, las lágrimas que había tratado de tragar durante todo el día ahora fluían a borbotones, lloré y lloré desconsoladamente hasta que los ojos se me secaron ya no salían más lágrimas. Entonces caí rendida en sueño y al despertar nuevamente encontré dos lágrimas asomándose en el borde de mis ojos.
Ahora en cambio trataba de evitarlo y de que no me viera para que no me dijera esas cosas que me hacían daño y que sé que también le harían daño a él. Al salir de clase me dijo bajito acercándose a mí: “Susana, me gustas, me gustas mucho, es difícil para mí.....” Yo permanecía a su lado, caminando rumbo a clase, sin decir nada y con una media sonrisa. Otra vez desde lo más profundo de su corazón me había expresado su amor, y ahora me miraba en silencio como esperando por una respuesta. ¿Qué respuesta? Que se suponía que tenía que decir en aquellos casos, buscaba palabras para salir de esa embarazosa situación, pero nada me vino a la mente y permanecí callada hasta entrar en la clase. Parece que a él le afectó mi indiferencia, el resto de tiempo que permanecimos en “Registration” mantuvo la cabeza baja y en su cara se podían percibir aires de alguien desconsolado, insatisfecho y triste y hasta quizá enfadado.

Continuará

Gracias amigos lectores por el apoyo y el ánimo que harán que contínue publicando esta historia mientras le siga gustando. Un Abrazo a todos (En especial a Tabita De La Rosa y a Adriana, ustedes son ahora el motor impulor)
Datos del Cuento
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.54
  • Votos: 63
  • Envios: 1
  • Lecturas: 5572
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 44.215.110.142

1 comentarios. Página 1 de 1
Maria
invitado-Maria 05-08-2003 00:00:00

Muy lindo, precioso y romántico. Expresa de manera amena y sencilla el conflicto de un amor imposible.Muchas Felicidades!!!Continúa escribiendo. Mucha suerte!!!

Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.633
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.508
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 53.552.815