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Categoría: Románticos

Mensajera del Amor.

El barco zarpó en un día asoleado, las aves
marinas volaban por el cielo azul trazando
elegantes figuras sobre el mar adormecido.

La brisa salada ondeaba las banderillas
orgullosas sobre los altos mástiles mientras
las suaves ondas mecían las embarcaciones vecinas.

El capitán dio la orden y el barco, como en
un sueño, se adentró en el país azul del mar.
En sus viejas maderas, llevaba tesoros de tierras
lejanas... joyas, frutas desconocidas, exóticos
perfumes, especies delicadas y cartas certificadas.

A más de una semana de andar por tranquilo camino
de blancas estelas, el viento enfureciose anunciando
violentas ráfagas como el nacimiento de una tormenta.
El sol se encondió tras oscuras nubes de grises
y abultados vientres y las aguas tornáronse
turbias, altas olas mostraron sus desafiantes
crestas de espuma como montes líquidos de oscilantes
praderas.

El capitán ordenó arriar las velas que cayeron
abatidas desde los mástiles, mientras la tormenta
se alimentaba de terribles e invisibles fuerzas.
Bajo las aguas, las algas giraban en torbellinos
dorados mientras las sirenas de delicados cuerpos
buscaban refugio en los corales.

Entonces la batalla comenzó, siendo las olas las
que atacaron primero con sus agudas espadas de
agua la noble madera del barco... desde el oscuro
cielo, las ráfagas de viento se estrellaban sobre
cubierta penetrando los débiles refugios de la
embarcación.

El capitán comprendió que todo era imposible y
ordenó a sus hombres abandonar lo que había
sido su hogar sobre el mar, en los pequeños botes
salvavidas... algunos lo lograron y otros permanecieron
junto a los crujidos de la madera que comenzaba
a desfigurarse bajo el golpe de las terribles olas.

Finalmente, en un alarido atroz, el casco se abrió
astillando la madera en un orificio fatal. El agua
triunfante penetró por las bodegas hasta la popa
extendiendo su mano de espuma y sal para declarar
conquistada la embarcación... había triunfado en
la batalla y lentamente llevaría hasta el fondo
marino, su más reciente trofeo de guerra.

Pues el mar es así, le agrada tener en sus silentes
dominios todo aquello que ose surcar sus azules
caminos... y de este modo, por verticales y oscilantes
senderos, el mar recibió las orgullosas banderas
de los altos mástiles, tal vez para hacerlas ondear
bajo delicadas corrientes submarinas, recibió asimismo,
la antigua y astillada madera... sus hombres y sus
tesoros.

Mas pasada la tormenta las aguas fueron
diáfanas nuevamente y las algas cesaron su
girar para habitar nuevamente ingrávidas en
el fondo arenoso de mar.

También las sirenas dejaron sus refugios
de coral y fue una de ellas la que encontró una
carta de amor girando en los brazos de un pequeño
torbellino de agua. Con sus manos delicadas, tomó
el pequeño sobre y leyó el nombre de una gentil
dama a quien era dirigida, con femenina curiosidad
pensó en abrir aquella carta de amor, más pronto
se arrepintió pues las cartas del alma son cartas
sagradas, se dijo con resignación.

Entonces se le apareció el ángel del mar
y viéndola tan triste le preguntó:
- ¿Por qué estáis triste sirenita?
- Porque he encontrado un carta de amor que alguien
envía a su amada, sin embargo, aquella nunca la ha
de recibir.
- Vamos, vamos sirenita, no estéis triste, algo hemos
de hacer para que esa carta llegue a destino. Venid
a superficie.
Inmediatamente, la sirenita, con el corazón palpitante
de felicidad, nada velozmente hacia la luz, hacia
superficie hasta que emerge de las aguas
transformándose en ese instante en un bella gaviota
de blancas y poderosas alas. La sirenita ahora
tornada en gaviota, comprende que puede volar y
sin soltar la misiva de amor, emprende vuelo hacia
la costa.

Pero tierra firme estaba lejos y el vuelo era largo,
así transcurrido el tiempo, la gaviota vio sus
fuerzas disminuir según avanzaba en su camino hacia
a la costa. Y sucedió que ya casi a punto de desfallecer
arriba a una playa donde pasea inquieta una bella
damita sin despegar sus ojos de alta mar.

La joven la ve descender en la arena a corta distancia
de ella y presurosa, camina al lugar donde ha caído
la desfalleciente ave del mar. Se acerca a ella y
con sorpresa puede ver que en su pico aún conserva
una extraña misiva. La toma en sus manos y exclama:
- Es mi carta !! la que esperaba. Seguramente esta
gaviota la rescató de aquel naufragio y la ha traído
hasta mí. La joven se llena de felicidad y lee con
emoción el mensaje que su amado le enviaba desde
aquel lejano puerto. Luego cierra la carta y la
guarda cerca de su pecho suspirando profundamente
con estremeciente emoción. Recuperada de tanta
felicidad, mira a la gaviota que yace en la cálida
arena y comprueba que ha dejado de existir.

- Oh pobre avecita que has entregado tu vida por
traerme esta carta que tanto esperaba - le dice -
mientras acaricia las blancas y vencidas alas
de su mensajera. Sin embargo comprende que nada puede
hacer y se aleja del lugar caminando y extendiendo
la carta hacia el cielo como si le hubiese sido enviada
desde el mismo paraíso terrenal.

En ese instante, la marea comienza a subir extendiendo
sus azules manos para recuperar aquella gaviota
y llevarla nuevamente a su dársena definitiva.

En la madrugada y ya casi cuando su cuerpo volvía al
agua la encontró el ángel de la aurora, y comprendiendo
que aquella era una avecita mágica, sopló con su
aliento de luz sobre el albo plumaje para devolverle
la vida. Esta despertó del sueño de la muerte y
revivida, alzo las alas mar adentro.
Y así volvió a su hogar, su líquido hogar de corales
y estrellas marinas, de mareas eternas, misterio y
belleza.
Datos del Cuento
  • Autor: Pilar
  • Código: 13509
  • Fecha: 18-02-2005
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.89
  • Votos: 79
  • Envios: 4
  • Lecturas: 3812
  • Valoración:
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