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Categoría: Románticos

Memorias preciosas

Después de lo que había hecho, realmente necesitaba volver al lugar donde nos conocimos por primera vez. Puede parecer paradójico, pero simplemente sentía la necesidad de hacerlo. Uno nunca piensa en estas situaciones hasta que, un día, simplemente ocurren. Ella siempre había sido una buena esposa, soportando mi irascible carácter, y había cuidado de mí cuando más lo había necesitado. Sin embargo, debería haberme dicho que su amor hacia mí se había desvanecido, ciertamente debería habérmelo dicho.
Cogí el tren que me llevaría de vuelta a mi pasado, de vuelta al lugar donde la casualidad hizo que un día nos conociéramos. El tren se iba abriendo camino por entre aquellas verdes colinas que yo conocía tan bien, y el inhóspito paisaje me recordaba a mi sombría infancia. Las vistas permanecían intactas, nada parecía haber cambiado, era como si el mundo no hubiese evolucionado.
Cuanto más cerca aquel asqueroso tren estaba de mi pueblo natal, más profunda se tornaba mi desesperación. Traté infructuosamente de no darle importancia, ya que mis manos aún estaban impregnadas de su esencia, lo que realmente me debilitaba.
El tren finalmente llegó a la estación, y fui el único que bajé. Ya allí, me encontré solo, y permanecí quieto durante unos cinco minutos, observando el tren partir, mientras mi conciencia volvía a recordar aquellas imágenes: la cama donde habíamos hecho el amor tantas y tantas veces, el camisón negro que le regalé en nuestro último aniversario de boda, su rostro rezu-mando tranquilidad y… mis manos retorciendo su suave cuello. Cerré mis ojos para evitar ver los suyos mirándome fijamente, pidiendo clemencia en silencio, suplicando calladamente otra oportunidad, implorando que no la matara. Pero no pude dejar de apretar su cuello hasta que no estuve completamente seguro de que había dejado de luchar por su vida. Sólo entonces me sentí liberado, libre de una vez por todas. Ella se desvaneció del mismo modo que lo había hecho su amor por mí.
Pero la conciencia es el más implacable de los jueces, y sus recuerdos pululaban por mi mente una y otra vez, derrumbando la fuerza que hacía unas horas había usado. La había matado por mera infidelidad. Ahora me encontraba perdido, y en ese estado de confusión podía hacer las cosas más inesperadas, inesperadas incluso para mí, como la que le hice a ella. Me arrepiento. Me arrepiento de verdad. Pero la vida continúa, y no pude hacer otra cosa más que pensar en nuestros recuerdos más felices. Y llorar por ella.
Datos del Cuento
  • Autor: OneVoice
  • Código: 5481
  • Fecha: 26-11-2003
  • Categoría: Románticos
  • Media: 4.62
  • Votos: 21
  • Envios: 1
  • Lecturas: 2467
  • Valoración:
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