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Categoría: Hechos Reales

Marina Portales

Una neblina celeste se esparce sobre la sierra. Toda la mañana se ha escuchado el silencio interrumpido a veces por el canto de un gavilán que se entretiene pescando bagres en un recoveco del cañón de Santa Inés.

Hace tres días que dejó de llover y un montón de semillas de desenroscan pintando los cerros de un amarillo pálido de alfombra donde se alimentan dos toros viejos.

Trepado en las piedras de la cerca de un callejón; Librado Amanecer no ha dejado de divisar hacia el claro de lantriscos en el Picacho donde los toros se espantan las moscas y se atraviesan en el viaje de su mirada que quiere ir más allá del volido del gavilán y traspasar las paredes de zacate donde se duerme Marina Portales.

En la humedad del tiempo ahora comienza a percibir una música de violines de alabanza que se desliza por las barrancas y llega hasta el temblor de sus párpados que han comenzado a llorarla.

Se limpia un chorro de lágrimas y deja que las primeras reverberaciones del sol de las once le acaben de secar el coraje y entonces se abandona al alma de Mariana Portales que debe de andar ya vagando por todas las ramas, por entre los encinos de las laderas, por todos los arroyos.

“Mucho más para allá de todos los cielos deberías de estar tú Marina.
La música de tu vida, es ahora el ruido del recuerdo de tus pies descalzos chapoteando el agua de los canales y el viento haciendo olas entre las espigas de maíz. Dónde estará la curiosidad de tu risa por las luciérnagas atrapadas en el frasco, iluminando apenas el lugar donde tú y yo solíamos esperar a que el tiempo te llevara.

Yo te quería tomar de las manos, pero te me fuiste Marina.

Fue como un sueño tu persona. Como algo que me platicaron sin que haya vivido. Sin embargo en el reflejo del agua zarca donde el gavilán se clava arrugando tu espejo se mirarán de aquí para adelante las matas de trigo que llenarán las trojes de tu familia y que en tu mesa ya no podrás comerlo. Se mirarán las estrellas volteando el mundo para hacer el renuevo de las flores de una casa que no te tuvo nunca y que después de una centuria te seguirán reclamando. Porqué te fuiste Marina.”

Al bajar de la cerca, Librado amanecer siente que ha comenzado el tiempo de hacerse viejo. Siente el hervidero de la gusanera fermentado en Marina traspasándole los músculos del pensamiento. Entonces vacía la carga de su escopeta espantando al gavilán, a los toros, a los bagres. Ahora su mirada agujera las nubes, achicharra los lirios, desata los remolinos de las aguas del río y todos los ruidos de la sierra. Hay mucho que caminar. Hay mucho que perseguir antes de terminar cociéndose en las calenturas de la nostalgia. Antes de volver a meter en el hueco de los adobes el recuerdo petrificado del cabello de Marina. Agarra el lado opuesto del camino del Picacho y se da una tregua para perseguir a un hombre más allá de donde la sierra se hace desierto y luego nieve y después manglar hasta que lo acorrala junto a las escolleras del Golfo de Buenaventura mientras el otro esperaba un catamarán de contrabandistas.

Luego toma un poco del agua y la lleva en su cantimplora para vaciarla en la tierra donde Marina creció y al hacerlo ve el resplandor de lo que habría sido su vida con ella y se ve cultivando una parcela de agaves, criando avestruces y riendo con la risa de Marina por las vainas de los mezquites cayendo con el viento de la semana santa y rebotando en su espalda y bebiendo el agua en las manos de Marina y pasando las tormentas náuticas en las noches de Marina y cuando la luz se extingue, siente que al fin Marina podía descansar. Destapó el frasco de las luciérnagas muertas. Entonces se le acaba la tregua y veintitrés años antes comienza a producir sus propios gusanos y continúa con el proceso de pudrición que ya se había iniciado en su corazón, el día en que los disparos de su escopeta ayudaron al sol, a romper el tiempo de la neblina celeste.
Datos del Cuento
  • Autor: LAURO
  • Código: 9258
  • Fecha: 27-05-2004
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 5.97
  • Votos: 29
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4012
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