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Los hijos: Regalos de Dios

Aquella tarde calurosa, cuando Bernardo llegó a la casa de su amigo y miró el jardín que había sido devorado por las hierbas silvestres, quedó asombrado. No podía comprender lo que había sucedido. ¿Dónde estaba el hermoso jardín que había visto en las veces anteriores en que había visitado a su amigo?

La tarde quemaba los segundos, los minutos , las horas. El calor era insoportable. El sol golpeaba con sus finos látigos la espalda de Bernardo mientras caminaba hacia la casa de Jacinto que quedaba distante de la carretera.

Quería volver a dialogar con su amigo, ver la hermosura de su jardín, sentir la fragancia de las flores, escuchar los pajaritos cantar, verlos beber agua en la fuente. Era su escape, un escape de los ruidos de la ciudad, del estress del trabajo, de las peleas y gritos de su mujer.

Aquella calma en medio del bosque y su jardín encantado era el oasis de su vida. Allí encontraría la paz interior y gozaría de la sabiduría de su amigo y de la presencia de su muchacho.

Cuando llegó al patio de la Mansión estaba bañado en sudor. Salía el mal olor de su cuerpo. Se quitó el sombrero, buscó su pañuelo y limpió su cara. Respiró con profundidad mientras escuchaba los ladridos de Prontuario que estaba amarrado en su casa de madera.

Escuchó el ruido de la puerta y állí estaba la figura de su amigo, sonriente como siempre. Se acercó a él y le dio un fuerte abrazo.

__ Entra muchacho, estás bañado.- exclamó Jacinto con la alegría de siempre-

___ Estos calores lo que anuncian son huracanes- murmuró Bernardo como quien sabe descifrar los misterios de la naturaleza.

___ Eso parece, en esta temporada hay muchos aguacates y los insectos se ven intranquilos.-Afirmaba Jacinto con seguridad-

En una esquina estaba Jorge, el joven estudioso, el orgullo de Jacinto. Tenía exámenes finales pronto y deseaba adelantar el trabajo como siempre lo acostumbraba. Saludó a Bernardo quien lo miró con cierta pena.

Sentados en la mesa, disfrutando de una buena copa de vino iniciaron su conversación.

Bernardo admiraba a Jacinto, no había tenido la oportunidad de estudiar en una universidad como él pero tenía la sabiduría innata que sólo la da Dios. Sabía de todo, tenía una biblioteca envidiable. Siempre le repetía a su amigo:

" la mejor herencia que uno le puede dejar a un hijo es una buena educación""el conocimiento da poder""el mejor dinero que se invierte es el que se gasta en los libros".

Bernado afirmaba con su cabeza. Era cierto. La Biblia, recordaba, afirma que "mi pueblo perece por falta de conocimiento". Si se invirtiera más en educar a todos los seres de todas las partes de este mundo las cosas fueran distintas.

Bernarodo miró a su camarada mientras llevaba su copa a la boca y saboreaba el trago y le dijo:

___ Es cierto, debemos preocuparnos por darle una educación de excelencia a nuestros hijos pero no debemos convertirlos en nuestros esclavos. Debemos dejarlos que experimenten los beneficios de la libertad, que disfruten el momento, que gocen la vida mientras puedan.

Aquellas palabras cayeron como finos dardos en la mente y en el corazón de Jacinto. Sabía las intenciones de su amigo, sabía por dónde quería encaminar la conversación, miró a su hijo Jorje ensimismado en sus estudios. Se levantó y tomó el periódico del día en sus manos. Lo tiró sobre la mesa...

Bernardo se asombró, aquel hombre era un tesoro de cortesía, de amabilidad, apacible, de una paz interior increíble...

Miró la portada del diario y quedó perplejo.

"Balacera deja cinco muertos en una discoteca"

___

¡Ésto es una masacre, mueren más que en la guerra!, cinco jóvenes que apenas comenzaban a vivir, cinco jóvenes que no pasaban de veinte años.-exclamó Jacinto con amargura-

___Tú tienes razón, pero la vida debe continuar, por eso no debemos mantener a nuestros hijos en cautiverio, no debemos privarlos de disfrutar con otros... tarde o temprano se irán y formarán sus vidas...-respondíó Bernardo-

Jacinto regresó a la mesa. Observó por unos segundos el rostro de su amigo. Sacó un cigarro, lo encedió, le ofreció uno a Bernardo pero éste no quiso.

__Mira hombre, hace unos meses un amigo me visitó y hablamos sobre este mismo tema, me dijo tantas cosas y utilizó tantos argumentos que casi me convenció. Su oratoria era penetrante, persuasiva, y hasta me hizo sentir culpable por la forma en que he cuidado a ese muchacho desde que su madre faltó. Casi me doy por vencido...

Bernardo bajó la cabeza, sabía por donde iba, aquel amigo había sido él...

Jacinto se levantó nuevamente, miró por la ventana de cristal y caminó hacia el jardín.
Bernardo lo siguió. No podía comprender por qué Jacinto había dejado perder aquel hermoso lugar en medio del pastizal, la fuente no se veía, las flores secas, era un paraje desolador.

__¡Qué pena que este hermoso jardín haya sido devorado por las hierbas!...- exclamó Bernardo-

Jacinto caminaba silencioso mientras consumía el últmo trozo de su cigarro. Se paró en una esquina desde donde podía tener una vista completa de su jardín.

__ Sabes, -le dijo a Bernardo- Los hijos son un regalo de Dios. Nos los entregó en nuestras manos para educarlos, cuidarlos y el enseñarles el camino que los llevara hacia Él. El padre que ama a su hijo lo corrige, no lo maltrata, solo le corrige y le aplica con amor el pago por la falta que comete. Los buenos padres nunca abandonan a sus hijos, por buenos que sean o por malos que sean. Siempre debemos estar alertas.

___ Estoy de acuerdo-respondió Bernardo-pero debemos dejar que ellos escojan el camino de sus vidas, que hagan lo que sus mentes les dicten, que sean auténticos, que puedan desarrollar una autoestima saludable, no podemos ser guardianes de nuestros hijos por toda la vida.

___ Sabes, Jesús afirmó que siempre su Padre estaba atento a Él mientras estaba en la tierra.
En el Huerto donde lo apresaron, afirmó que sólo tenía que clamar al Padre y Ël enviaría a sus Éjercitos a protegerlo, en el desierto miles de ángeles le servían. Nunca estuvo solo, siempre estaba acompañado de los ángeles... y nosotros somos o debemos ser los ángeles guardianes de nuestros hijos.

Ellos se irán, pero se irán cuando estén seguros, que no importa la distancia, nosotrsos estaremos presentes para cuando nos necesiten.

___ Estoy intrigado...¿Por qué dejaste que este jardín fuera devorado por las hierbas salvajes?

___¡Sólo fue un experimento! Quería saber qué le sucedería a mi hijo si yo le hacía caso a mi amigo!...

Fin
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