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Los guantes mágicos

Érase una vez un niño llamado Óscar que tenía muy mala suerte. Tan mala suerte que cada vez que salía a la calle se tropezaba y se caía, se rompía los pantalones y siempre perdía todas sus cosas más preciadas.

Al pobre Óscar siempre le salía todo fatal y llegó un punto en que no quería ni siquiera salir a la calle.
- Óscar, ¡tienes que salir de tu habitación! ¡No puedes estar encerrado siempre! – le decía su madre

Pero Óscar no quería salir y en ese momento su madre tuvo una idea brillante. Iría a ver al Mago que tenía soluciones para todo.

- Mago, vengo porque mi hijo tiene desde hace un tiempo muy mala pata con todo. La mala suerte le acompaña siempre y por eso no quiere salir de su habitación.

El Mago, se levantó de un brinco y fue a buscar entre un montón de cosas que tenía en una habitación.
- Toma estos guantes. Son unos guantes mágicos y que le apartarán de la mala suerte. Haz que se los ponga y todo se solucionará. Pero has de saber que llegará un día en que pasará algo importante y Óscar tendrá que aprender a vivir sin ellos – le explicó el Mago.

En cuanto la mamá de Óscar llego a casa con los guantes, el niño se los puso y salió muy ilusionado a la calle para comprobar si de verdad se había acabado su mala suerte.
- ¡Parece que funciona! ¡Llevo un rato en la calle y no he tropezado con nada, ni he perdido mis canicas nuevas, ni se me ha caído ningún libro a un charco…¡¡Funciona mamá!! – dijo gritando de alegría.

Óscar estaba feliz con sus guantes porque su suerte había cambiado y todo lo que ahora le pasaba era bueno de modo que no se los quitaba nunca. Hasta que un día, mientras dormía plácidamente, ocurrió algo y, cuando Óscar despertó, vio que tan sólo llevaba un guante puesto.

Ese día Óscar no se atrevió a salir de casa. Tenía miedo de que su mala suerte volviera. 

Pero lo peor estaba por venir porque, al día siguiente, cuando se despertó, ¡no tenía ningún guante!

Su madre, muy preocupada, fue a visitar al Mago otra vez.
- Mago, los guantes mágicos han desaparecido y Óscar no quiere salir de casa de nuevo
- Lo sé. Te dije que llegaría el día en el que ocurriría algo importante y Óscar tendría que aprender a vivir sin ellos.
- Pero, ¿qué es lo que ha sucedido?

El Mago le explicó que los guantes sólo podían estar con cada persona que los necesitaba por un tiempo y que los niños tenían que comprender que había otros niños que también los necesitaban para solucionar sus problemas. Sólo si Óscar aceptaba esto, se acabaría su mala suerte definitivamente.

La madre de Óscar le explicó a su hijo todo lo que le había contado el Mago. Pero el pequeño no entraba en razón. 
- ¡No lo entiendo! ¡Pero si yo soy el primero que necesita esos guantes! – decía.
- Hijo, a ti ya te han ayudado, tienes que dejar que ahora ayuden a otros niños. 

Unos días después parece que Óscar acabó entendiéndolo y cuando salió a la calle comprobó muy feliz cómo el Mago tenía razón en todo. No sólo no sucedió ninguna catástrofe, sino que además desde ese momento todo lo que le ocurrió fueron cosas buenas.

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