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Las noches de Luna Llena

Las noches de Luna Llena, mis perros se ponen inquietos, tengo siete de ellos, el escándalo es fatal, pero aun entre sus ladridos puedo distinguir un aullido que nos les pertenece. Ellos ladran con mucha fuerza, con rabia, como buenos protectores, asustando a cualquiera que quiera entrar, pero sus ladridos son diferentes, si le ladran a una persona o a un animal, en las noches de luna llena me fue complicado distinguir los ladridos…



Me asomé por la ventana; frente a mi casa hay un terreno baldío, no tiene ramas o algo que me impida la visión, así que con claridad pude ver, desde el segundo piso de una casa, en un cuarto que creí vacio, bajó un hombre delgado, iba desnudo, sus manos se pegaban en la pared, se movía muy lento, el cuerpo empezó a cambiarle, se veía ahora más robusto, al llegar al suelo era también más alto, y se encorvaba mucho, parecía que le dolía el estomago, temblaba y se ponía las manos en el vientre, cayó al suelo, su cuerpo se agitaba como si tuviera un ataque, una espuma blanca le salía por la boca, de pronto ¡pareció muerto!



Se quedó ahí tirado unos minutos, para después levantarse de súbito, de un salto cruzó la cerca, parado en medio de la calle se retorcía de nuevo, me sentía un poco protegido porque mi cerca mide alrededor de 3 metros, pensé que no podía saltarla o los perros la harían pedazos, pero le fue sencillo, dos saltos mas y estaba sobre el techo, había dejado de retorcerse, se le veía una musculatura increíble, sus pies se quebraron hacia atrás, ahora se paraba en cuatro patas, oliendo el techo como al buscar un rastro, llegó hasta mi puerta, estaba yo aterrado no tenia hacia donde correr, la puerta solo cayó, y entró directo sobre mí. Enterró sus largos colmillos en mi pierna, y se sentó junto a mí, como perro fiel…



Esa noche de luna llena, sentí un vacio en el estomago, como cuando no se come en días, las tripas me gruñían y me retorcía por el suelo, como si algo quebrara mis huesos desde dentro, obtuvieron una nueva distribución, mis músculos crecieron y se pusieron fibrosos, podía incluso verlos, al irse oscureciendo.



Como pude me levanté para verme en el espejo, parecía estar lleno de espinas, pero era pelo, negro, grueso… mi cara se arrugó poco a poco, se me levantó una protuberancia entre la nariz y la boca que me formó un hocico, mis ojos se volvían amarillos, y mis orejas tomaban movimiento propio hacia cada sonido del exterior, mi ropa se rompió y también quede desnudo, el pelo ya había cubierto todo mi cuerpo,  caí en cuatro patas y di un aullido que me erizó la piel.



El hombre que había entrado a mi habitación salió… yo caí inconsciente, pero no soy el mismo, el olor de la gente me provoca, los imagino dentro de mi hocicó, aplastados entre mis colmillos, escurriendo sangre al suelo, y llenando el vacío que siento ahora en el estomago…



Las noches de luna llena no observare más, seré a quien vean bajar por la pared…


Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
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