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Las fiestas de Año Nuevo

Las fiestas de Año Nuevo.

(Relato Religioso 125).

¿Sea preguntado usted alguna vez cuál es el punto de vista bíblico sobre las fiestas de año nuevo?. Es más, ¿deben participar los cristianos en tales fiestas?. Analicemos este tema con experiencias vividas de algunas personas, datos históricos del pasado y qué es lo que dice la Biblia realmente.

“La tarde que precede de la nochevieja es más tranquila que lo habitual [dijo Fernando, un medico de Brasil], entonces, alrededor de las once empieza a llegar un torrente contínuo de pacientes con puñaladas o balazos, adolescentes heridos en accidentes de tráfico y esposas maltratadas. En casi todos los incidentes interviene el alcohol”.

Teniendo en cuenta lo antes dicho, no es muy sorprendente que un diario brasileño llamara al primer día del año ‘el día internacional de la resaca’. Una agencia de noticias europea dice que: “año nuevo es una fiesta para el hedonista sin experiencia, una asalto más en el eterno combate entre el hombre y el alcohol”.

Cierto, no todo el mundo celebra la entrada del nuevo año bebiendo en exceso y cometiendo actos violentos. Muchos abrigan gratos recuerdos de esta fiesta. “De niño, esperabamos con impaciencia la nochevieja, [dijo Fernando, a quien citamos antes] siempre teníamos multitud de jugetes y mucha comida y bebida. A medianoche nos abrazábamos, nos besábamos, y nos deseábamos feliz año unos a otros”.

Del mismo modo, hoy muchas personas piensan que no se extralimitan al festejar el año nuevo. Aún así, los cristianos hacen bien en examinar el origen y la significación de esta popular fiesta. ¿Están en conflicto las celebraciones del año nuevo con las enseñanzas bíblicas?.

Veamos los datos del pasado: La festividad del año nuevo no es de origen reciente. Según revelan inscripciones antiguas, ya existían en Babilonia en el tercer milenio antes de nuestra era. Las fiestas, que tenían lugar a mediado de marzo, eran importantísimas. “En ese momento, el dios Mardux, decidía el destino del país para el año siguiente”, dice ‘The World Book Encyclopedia’. La fiestas babilónicas del año nuevo duraban 11 días en los que se hacían sacrificios, procesiones y ritos de la fertilidad.

Durante algún tiempo, los romanos también consideraron el año empezaba en marzo, hasta que, en 46 a. E. C. el emperador Julio César decretó que diera comienzo el primero de enero, un día ya dedicado a Janos [el dios de los inicios, que tiene dos caras, una mirando al pasado y la otra al futuro]. Y que a partir de entonces también sería el primer día del calendario romano. Aunque cambió la fecha, se mantuvo el ambiente carnavalesco. El 1 de enero la gente “se entregaba a excesos desenfrenados [dice la Cyclopedia de McClintock y Strong], así como a diversas supersticiones paganas”.

Los ritos supersticiosos aún ocupan un lugar en las celebraciones de Año Nuevo. Por ejemplo, en algunas zonas de Sudamérica, las personas dan la bienvenida al nuevo año apoyadas sobre el pie derecho. Otras tocan trompetas y tiran petardos. Según una costumbre checa, en Nochevieja hay que comer sopa de lentejas, mientras que una tradición eslovaca dice que la gente debe poner monedas o escamas de pescado debajo del mantel. Estos ritos, concebidos para protegerse de las desgracias y garantizar prosperidad, no hacen más que perpetuar la creencia antigua de que el cambio de año es el momento en que se deciden los destinos.

Entonces, ¿cuál es el punto de vista bíblico sobre la fiesta de Año Nuevo?.

La Biblia aconseja a los cristianos que “anden decentemente, no en diversiones estrepitosas y borracheras” [Por favor lea en su Biblia Romanos capítulo 13, versículos 12 al 14, Gálatas 5:19 al 21 y 1 carta de Pedro 4:3]. Como, por lo general, los mismos excesos que condena la Biblia son los que caracterizan las celebraciones de año nuevo, los cristianos no participan de ellas. Lo anterior no implica que sean unos aguafiestas. Al contrario, saben que la Biblia manda a los adoradores del Dios verdadero en repetidas ocasiones y por diversas razones que se alegren, como se cita en Deuteronomio 26:10 y 11, Salmo 32:11, Proverbios 5:15 al 19, Eclesiastés 3:22, 11:9. Las escrituras también reconocen que la comida y la bebida suelen estar relacionadas con el regocijo [Salmo 104:15, Eclesiastés 9:7]. No obstante, como hemos visto, las festividades del año nuevo hunden sus raíces en las costumbres paganas. La adoración falsa es inmunda y detestable a los ojos de Jehová Dios, y los cristianos rechazan las prácticas con tales origen. [Deuteronomio 18:9 al 12, Ezequiel 22:3 y 4 ]. El apóstol Pablo escribió: “¿Qué consorcio tiene la justicia y el desafuero?. ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad?. Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial?”. Con razón añadió: “Déjen de tocar la cosa inmunda” [2 Corintios 6:14 al 17].

Los cristianos también comprenden que tomar parte en ritos supersticiosos no garantizan la felicidad ni la prosperidad, sobre todo porque participar en tales celebraciones resultan en la desaprobación de Dios. [Eclesiastés 9:11, Isaías 65:11 y 12]. Además, la Biblia aconseja a los cristianos que sean moderados y que tengan autodominio. [1 Timoteo 3:2 y 11]. Evidentemente, sería impropio que quien afirma seguir las enseñanzas de Cristo participen en una celebración caracterizada por el exceso desenfrenado.

Por llamativas y atrayentes que resulte las celebraciones de Año Nuevo, la Biblia nos dice que “dejémos de tocar la cosa inmunda” y que “nos limpiemos de toda contaminación de la carne y del espíritu”. Jehová nos da esta reconfortante garantía a los que le obedecen: “Yo los recibiré […] seré para ustedes Padre, y ustedes me serán hijos e hijas” [2 Corintios 6:17 al 7:1]. De hecho, promete bendicines y prosperidad eterna al que le sea leal [Salmo 37:18, Apocalipsis 21:3, 4 y 7]

Si usted, amigo lector, deseara obtener más información sobre éste tema, sientase libre de contactar a los Testigos de Jehová del lugar donde vive y ellos con mucho gusto y de una manera gratuita le ayudarán, usando la Biblia como libro de texto, con este y con otras preguntas bíblicas que usted tenga en su mente.

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