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Categoría: Infantiles

La tormenta Blanca

Iñaki y Olga estaban cenando leche con cereales.

-¡Puaj! ¡Esta leche tiene nata!

-protesto Olga.

¡Hummm... ¿Conocéis la historia del Mar de Leche Blanca?-

preguntó el abuelo a Iñaki y Olga.

-¡No! ¡Cuéntanosla, por favor, abuelo! -le pidieron ellos.

 

-En el reino del Mar de Leche Blanca

-empezó a contar el abuelo-, la princesa Olga tenía

que elegir entre Iñaki e Ignacio, los dos príncipes del 

reino del Requesón...

Iñaki e Iganacio eran hermanos gemelos.

Eran igual de altos, igual de listos, igual de guapos...

Solo los distinguia un detalle:

Iganacio tenía unas manos normales y corrientes,

pero Iñaki las tenía grandes, muy grandes, grandríiiiisimas.

La princesa Olga enseguida lo tuvo claro:

elegiría al hermano con las manos normales.

 

Pero antes de comunicarles la decisión, la princesa Olga

quiso dar un paseo en barco con los dos príncipes para 

conocerlos mejor.

De pronto, el Mar de Leche Blanca cambió de humor.....

Sus olas crecieron tanto que el barco naufragó....

¡y los príncipes y la princesa tuvieron que saltar por la borda!

Los principes y la princesa empezaron a nadar,

pero la costa estaba muy, muuuy lejos.

-Estoy tan cansado que prefiero hundirme ya...

-gimió Ignacio.

-¡No debemos darnos por vencidos! -gritó Iñaki-.

¡Hay que seguir nadando!

 

Iñaki empezó a mover con fuerza sus grandes manos.

y siguió moviéeeendolas y movieeedolas mientras Ignacio

y la princesa Olga, rendidos, flotaban agarrados a un tabón del barco.

-¡Aguanta, hermanito! ¡Aguantad, princesa!

¡Yo os salvaré! -gritaba Iñaki sin parar de mover la manos.

Pasaron las horas e Iñaki seguía moviendo y moviendo sus grandes manos

como si fuera una batidora.

De pronto, Ignacio y la princesa Olga se dieron cuenta de que flotaban mucho

más....

¡Algo estaba pasándole al mar!

 

Después de tanto tiempo moviendo las manos, 

¡Iñaki había convertido el Mar de Leche Blanca en un Mar

de Nata Montada por el que se podía andar tranquilamente!

¡Se habían salvado!

Ya en su palacio, la princesa Olga cambió de opinión:

-Si Iñaki no hubiera convertido la leche en nata, ¡nos habríamos

ahogado en el Mar de leche Blanca!

Y es que la verdadera diferencia entre los dos hermanos no eran

sus manos...-terminó de contar el abuelo-, ¡sino su valor!

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