Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Urbanos

La privada

LA PRIVADA
Formaba parte de una gran manzana, con una entrada que la conformaba una especie de túnel, en donde se encontraban los medidores de la luz y un gran cancel de fierro, al terminar el ducto, era como entrar a otro mundo, era una edificación que reunía a un grupo de pequeñas casas, tenía un gran patio o por lo menos así me perecia, con un enorme árbol de un fruto llamado guamúchil, donde se alojaban gran cantidad de nidos y muchas torcacitas, nos daba una sombra de verdadero lujo, era nuestro centro de reunión, de niños y niñas, en donde nos poníamos de acuerdo a que jugaríamos, la privada se componía de dos plantas, una gran noria, una arrea de lavaderos y una azotea para todo mundo, pues no había ni un control de espacio o lugares ni nada, y al recoger la ropa por ejemplo, lo más seguro era que la que lo hacia primero, se llevara algo extra de ropa que no era de ella, sin quererlo, como se comprenderá, de esto se suscitaban discusiones entre las señoras que calle usted, pero eso era lo de menos, el problema era que se empezaban a tomar partidos y bueno aquello se complicaba como es de suponerse, ah y faltaba mencionar una serie de cocheras con puertas de madera todas desvencijadas, en las que ingresaban unos señores que tenían autos y no los querían dejar a su suerte en la calle, y rentaban esos espacios para su enorme nave de acero, para nosotros los niños los sujetos era una novela por separado, que El doctor, que el carnicero, que el talabartero, que el carpintero, que dizque el novio de la del 9, uno nada tonto, nos acomedíamos a decirles que entraran poco a poco, para que no se les dañara, y así el que nos daba unos centavos, o unos dulces o la solicitud de recordatorio de “ hay me acuerdas darte mañana “ una vez al señor que trabajaba las pieles le dije que si en su taller se podía hacer un antifaz del Lanero solitario, le causo risa, y me contesto, que él creía que si se podía hacer, y me dijo, un día de estos, después de varios días llego con un envoltorio de papel, y me dijo que ahí estaba mi encargo, pero le conteste que solo quería Saber si se podía hacer, para saber cuanto costarían, Don Heriberto sonrió una vez y me dijo, no es nada, solo le pones una liguita para que te ajuste bien y al abrir el papel me di cuenta que la mascara era color café y le dije, que no sabe que el Llanero solitario trae una pero de color negro, y me contesta pues los pintas porque ya están hechos y asunto arreglado, le di las gracias y le dije, amigos él contesta claro que si y se fue, otro señor era el comerciante, que cada año cambiaba de carro, y la verdad que estaban preciosos, él se daba cuenta que yo quería meter hasta las narices dentro del carro, solo para verlo, y me decía que podía entrar, pero no Lo ensucies, era como un sueño parecía como que era un avión, con muchos botones, brillaba mucho por tantas cosas cromadas, y le comentaba que le faltaba un pedal, pues a la camioneta que traía mi papá tenía tres y el de él solo dos, me contesto que ese era automático y solo necesitaba dos, bueno es que el suyo es más nuevo y la camioneta de la Coca Cola es más vieja, en fin cada señor era un cuento por separado, pero lo realmente bueno era todas las mañanas era salirse con mi amigo Ramón, de ese gran patio y entrar al túnel que nos causaba ponernos serios, yo pienso que nos daba algo de miedo, y al llegar a la calle nos topábamos con el mercado llamado “ La Paz “, Córrele vamos con el de los jugos de naranja, pues nadie cortaba las naranjas tan rápido como ese señor, y solo las apretaba una sola vez, como si supiera que íbamos a sacar algunas del cesto para terminar de comérnoslas pues todavía traían jugo, de ahí buscábamos al del pan pues casi siempre se la apachurraba alguna pieza y nos parábamos al filo de la rueda y le preguntábamos, si todas estaban bien, o si de casualidad se le había partido alguna, y casi siempre nos buscaba algo, pues como mi mamá siempre me mandaba comprarle los bolillos con él, pues se acordaba y nos consentía, eso era una muy buena entrada, pero lo mejor estaba por llegar, pues era la hora de desayunar y mi madre hacia los mejores frijoles fritos del mundo, con una taza de café negro y si había un poco de queso fresco, yo siempre me tardaba en empezar pues estaba todo muy caliente, pero para Ramón eso no le importaba, este si que es bueno con las cosas hirviendo, pero la realidad pero es que para él, el hambre era cosa de diario, pues me decia que al acostarse se imaginaba una gran cena, para terminar partiéndole el sueño un vaso de agua y un trozo de pan, por eso lo caliente no se siente cuando el estomago aprieta, yo le tenía un afecto muy especial, pues cuando yo salía de casa con rumbo a la escuela, Ramón aparecía de no se donde muchas veces me acompañaba y hasta me pedía llevarse un rato mi mochila de útiles, y yo le contestaba, no te molestes yo la puedo solo, entones con su inocencia me contestaba, no aprenderé algo si cargo tus libros, y es que no iva a la escuela, porque dizque no tenían dinero en su casa, eso en nuestro mundo no importaba, ya tendrán comentábamos, el regreso a casa era una verdadera tortura para mi estomago, pues en mi Guadalajara, la comida es tan rica como hermosa se ve, pues quien sea de esa linda ciudad, no me dejara mentir, nos acostumbramos a vivir con tantos olores, que gorditas de sal y de dulce, que el pozole, que las enchiladas, y sus tostadas con mucha salsa, si señor, y la birria pues de chivo y un pedazo de machito con tortillas nuevecitas y cebolla, Y mejor ahí le paro pues no es justo para mi estomago, el dolor del corazón, todo era fácil, sin premura que todo salga de acuerdo a la cordura, yo de niño pura vida y en un día la aventura, pues los juegos y las juntas era cosa muy segura, mira Chacha ya te hablaron, que te vayas “ pa “ tu casa ahí los dejo luego vemos como quedan, quien gana, ya era noche y unos pronto y otros luego nos recogen poco a poco, este día se termina y el sueño nos alcanza, vamos hijo que ya es hora, vamos hijo y se acomoda uno solo en su camita y esperar que todo siga uno solo y solo espera que renueve otro día.


SSV.
Datos del Cuento
  • Categoría: Urbanos
  • Media: 4.66
  • Votos: 50
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4206
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.188.20.56

1 comentarios. Página 1 de 1
Lébana
invitado-Lébana 28-10-2005 00:00:00

Tienes un lenguaje rico y la historia es tierna. Se leería mejor si pusieras puntos y diálogos. Casi he podido oler los frijoles fritos. Un saludo

Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.633
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.508
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 53.552.815