La noche se apaga, las luces de las velas empiezan a menguar, suena de fondo una musica, de olvido. Ya solo nos queda amar.
Se escucha el crujir de nuestros labios, viviendo a la par; yo siento tu mano sobre mi espalda, y me comienzas a acariciar. Lo bueno está por empezar. La pasión nos hace verter la inocencia, que se queda a un lado, para dar paso al amor, de dos cuerpos complacientes, solos tu y yo.
Es la llamada de la noche, la que no nos deja hablar; son las velas que suscitan que corra sangre por nuestras venas. Hoy soy tuya, tómame; hoy la luna puede mirarnos a nuestro lecho y sonreir. La fusión, la unión, los cuerpos que se anidan. Es el baile, el ritmo, el son del amor.
Toco tu pelo, largo y rebelde, tu mirada solo me busca: dónde estás. Es el suspiro de la noche, es nuestra única expresión. Nuestro frío hoy no congela, arropados tu y yo.
Son los gritos de ese lecho, un mordisco en el corazón; es la lluvia del deseo generadas por esta unión. Y quisiera romper así las puertas del desconcierto, solo nos queda amar y vibrar.
Esta noche, la luna llena consigue adivinar a estos seres bien alegrar, a estas almas sin domar.