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La leyenda del pirata Nomenome Quetequete

Nomenome Quetequete era un famoso pirata que había recorrido los siete mares siete veces en toda su vida. En sus viajes el pirata Nomenome Quetequete había logrado grandes victorias y había encontrado grandes tesoros gracias a su gran poder de convicción.

Lo cierto era que nadie sabía el verdadero nombre del pirata Nomenome Quetequete. Con el tiempo esa información se había perdido, pues todo el mundo le conocía por las palabras que usaba para vencer a sus enemigos y convencer a aquellos que tenían algo que él quería.

El pirata Nomenome Quetequete también se había hecho famoso por su ferocidad. Cuando se enfurecía, el pirata decía, blandiendo su garfio:

-No me, no me….. Que te, que te....

Todo el mundo sabía que, tras esas palabras, más valía hacer lo que pedía si no se quería llevar uno una buena tunda. 

Con el tiempo empezó a correr la voz de que, en realidad, las palabras que habían dado nombre al pirata más famoso del mundo eran en realidad las palabras de un conjuro. 

Esos rumores llegaron a oídos de Valentón, un joven pirata que ansiaba la fama y la riqueza de Nomenome Quetequete. 

-Buscaremos a Nomenome Quetequete y le haremos un nudo en la lengua -dijo el pirata Valentón a su tripulación-. Así no podrá lanzar su hechizo y nos haremos con todas sus riquezas y su fama.

El pirata Valentón fue a por el pirata Nomenome Quetequete. Lo encontró en un puerto. Con engaños y malas artes le convenció para que fuera a la taberna a tomar algo con él.

Cuando el pirata Nomenome Quetequete entró, los hombres del pirata Valentón se tiraron sobre él, le tiraron al suelo y le obligaron a abrir la boca. El pirata Nomenome Quetequete no podía articular palabra. 

-Ya eres mío -dijo el pirata Valentón-. Te ataré la lengua y no podrás decir tus famosas palabras. No podrás deternerme.

Sin mediar palabra, pues no podía, el pirata Nomenome Quetequete consiguió soltar el brazo del garfio y la pata de palo y les dio unos buenos golpes a sus opresores. 

Cuando los tenía a todos en el suelo, Nomenome Quetequete los ató con unas cuerdas y les dijo:

-No me hice famoso por mis palabras, sino por lo que venía detrás si no se tenían en cuenta. Lo sabíais y no hicisteis caso. Habéis recibido vuestro merecido.

Desde entonces la leyenda del pirata Nomenome Quetequete se hizo más famosa aún y sus palabras pasaron a formar parte del lenguaje popular, sobre todo para advertir a todo el mundo de lo que pasará si no obedece.

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