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La jirafa Rita

Caminaba con paso vacilante y a veces hasta retrocedía un poco, la cabeza gacha y las pequeñas orejas caídas. Sus patas flacas de repente no quisieron seguir mas, cayó desfallecida y perdió el conocimiento. Así la encontró su pequeña amiga Fira, como pudo estuvo dándole empujones, tratando de despertarla. Una vez que Rita abrió los ojos y estos se clavaron en Fira, preguntó:
¿Por qué me has despertado?, no ves que quiero descansar.

¡Oh! Disculpa, creía que te sentías mal.

Efectivamente, me siento mal, por eso quería seguir dormida. Bien sabes que no soy aceptada y ya no aguanto más.

-¡Bah! No hagas caso, vamos a jugar y a comer hojas frescas.

- ¿Comer?, eso es lo que menos puedo hacer, fíjate bien y ve si acaso hay hojas tan bajas que yo las pueda alcanzar, no hay nada, si hubiera no me sentiría tan cansada.

- Hay Rita, yo te ayudo, te bajo las ramas y comemos, después nos vamos a jugar.

- Está bien, haré un esfuerzo y espero no tengas problemas con tu madre, lo de menos es que me diga zotaca, enana, tachuela y demás adjetivos descalificativos, pero recuerda los cabezazos que te ha dado cuando te ve conmigo.

Así, Fira y Rita decidieron buscar acacias y alimentarse, una vez saciadas y con renovada energía, empezaron sus juegos de carreras y saltos.

Agitadas todavía, se pararon bajo la sombra de una acacia. De pronto Fira dijo:
- Oye Rita, tengo una excelente idea para que tu cuello crezca.

- ¡Imposible! Mi cuello no tiene remedio- objetó Rita.

- Espera, aún no te digo el plan, es fácil.

-A ver dímelo y además convénceme. –dijo Rita.

- Mira, recuerdas aquellos humanos que se estaban bañando en el río.

- Sí, lo recuerdo.

- Pues a que no te fijaste en lo que tenía en el cuello uno de ellos.

- Pues la verdad no.

- Entonces eres mala observadora

-Mira, traían unos anillos y he oído a mi madre y a mi tía que lo usan para alargar su cuello, hasta dijeron que tú deberías usarlo. Pienso que tienen razón, vamos junto a sus casas y buscamos anillos. Veras como tu cuello se alarga.

- No creo que sirva de algo, es mejor que me quede así y no hacerme ilusiones.

-Vamos, nada pierdes con intentarlo. 

Sigilosas salieron de la selva y se acercaron a un chocerío. Husmearon por todos lados y no vieron nada. Fue Fira la que los encontró, estaban cerca de una ventana sobre una mesa, alargo su cuello, abrió la boca y tomó los anillos y corrió seguida por Rita.

Una vez dentro de la selva, Fira con muchos trabajos le puso a Rita los anillos, le lastimaban un poco el cuello pero no dijo nada, solo pensaba en tener su cuello mas largo.

Con sus anillos de colores caminó airosa frente a sus congéneres y éstas al verla rieron un poquito, luego otro poco y después no pudiendo contenerse rieron a carcajadas, tanto que les dolió la barriga y una de ellas hasta llegó a echar un chorro de pipí, así de mucho se rieron de la pobre de Rita.

Rita estaba preparada para ello, pues de sobra sabía lo ponzoñosas que eran. Siguió adelante sin hacer caso de sus carcajadas y orines.

Al día siguiente Fira le contó que todas las jirafas estaban muy emocionadas y preparaban una gran fiesta para una visita que venía de tierras muy pero muy lejanas, eso sí nadie la conocía, ni siquiera la jirafa más vieja.

- Dicen que es una jirafa que ostenta el rango de princesa- dijo Fira

-Pues así sea reina, yo en que salgo beneficiada, de todas maneras no he de verla, quien me va a dejar acercarme y además ni me importa.

Pasó el tiempo y llegó el día del arribo de la princesa jirafa, todas se fueron a bañar al arroyuelo y lucían limpias y relucientes, de vez en vez una que otra practicaba algún saludo inclinando la cabeza y doblando una pata, había quienes decían:

- ¡A sus órdenes majestad ¡

-¡ A las patas de usted su excelencia!

En fin el ambiente era de gran algarabía y suspenso.

Más tarde, a lo lejos se divisó una gran polvareda, y entre el polvo se divisó un carruaje custodiado por enormes elefantes indios.

Todas las jirafas se emocionaron, gritaban y no sabían hacia donde correr, era tal el desconcierto que hasta chocaban unas contra otras, dándose cuenta de ello la jefa jirafa gritó:

- Orden, orden por favor, que acaso van a exhibir su falta de modales en este momento tan importante.

Las jirafas se miraron unas a otras y en segundos tomó cada una posición del lugar asignado con anterioridad.

El carruaje se paró, bajaron una rampa que rechinó y el ruido se escuchó en toda la selva, enseguida se miraron unas patas flacas pisar la rampa. Apenas si tuvo tiempo el elefante Heraldo de anunciar la aparición de la princesa Aba.

El asombro no fue menor que el que causó la noticia del derrumbe de las torres gemelas de Nueva York.

Las jirafas se quedaron con la boca abierta, como si estuvieran tomando hojas de acacia, la figura que vieron salir era igual a Rita, salvo por la capa roja de terciopelo que cubría el lomo de la princesa. Las exclamaciones en voz baja no se hicieron esperar.

¡Por el gran león, qué es esto ¡ se dijeron asombradas las jirafas.

¡Acaso Rita usurpó el lugar de la princesa!

¡Qué me parta un rayo en pedazos si ésta no es Rita disfrazada!

La princesa viendo su sorpresa, detuvo su paso y dijo:

Se que somos diferentes, han de saber ustedes que provengo de una raza de jirafas de cuello corto. Hoy en día quedamos muy poquitas, vivimos muy lejos de aquí, antes tenía parientes en Grecia, ahora solo somos unas cuantas las que estamos viviendo en la India, de donde vengo yo. El motivo de mi visita es el siguiente:

Hace algunos años, unos cazadores robaron a mi pequeña con el fin de venderla, pero sé que fue rescatada y traída a este lugar y ese es el motivo de mi viaje.

- Seguramente es Rita – dijo la más vieja- ¿quien más puede ser?.

Yo espero que mi hija haya sido bien tratada, sobre todo porque de acuerdo a su linaje debe dársele un trato digno, y si no fuera así, porque ustedes no sabían, al menos espero que se le haya tratado con respeto y no se le haya despreciado.

En eso aparece Rita a cierta distancia, quiere acercarse pero sabe que no es bienvenida y prefiere guardar distancia.

Al mirarla las jirafas le gritan ¡Rita! ¡Rita! Ven, ven, acércate

Incrédula Rita se acerca un poco sin atreverse a entrar en el grupo. Poco a poco se va haciendo un caminito que le permite a Rita irse acercando al carruaje. Al verla la princesa jirafa la reconoce y lanza un grito.

¡Esa, esa es mi hija!

¡Pero que le han hecho, ¿qué traes en el cuello?!Pobrecita!
¡Hija, hija mía!

Corre a su encuentro, mas Rita desconcertada retrocede, no entiende que esta pasando. La princesa le extiende sus patas en señal de amistad, luego le da una lengüetada sin importarle las presentes. Enseguida se da cuenta que su hija lleva alrededor del cuello aros y grita.

- ¿Alguien quiere explicarme qué es esto?

Las jirafas retroceden asustadas y ninguna se atreve a decir nada, hasta que Fira con voz apagada dice:

- Es que su majestad, Rita quiere que le crezca el cuello para ser igual que las demás jirafas.

-¡No! Ella es así y no tiene porque crecerle el cuello, sí así fuera, dejaría de ser la hija de la princesa Aba. Dijo la princesa enfadada.

Al escuchar esto Rita se desmayó – soy, soy hija de una princesa - murmura y cae al suelo.

- ¡Rita! ¡Rita! Ella no es ninguna Rita, su nombre es Indi. Indi, Indi, hija mía, aquí esta tu madre, no necesitas de nadie más.

Rita, ahora conocida como Indi, despierta y se queda mirando a la princesa, no sale de su asombro, pero empiezan a aclarársele ciertas cosas. Rompe a llorar y exclama ¡mamá! ¡mamá! No tenía mamá y ahora ya tengo.

La princesa pidió estar a solas con su hija, ésta le platicó todas sus desventuras y cada vez que Indi le narraba como las jirafas grandes y chicas se reían de ella por su cuello corto, la princesa daba una patada al piso con mucha furia y hacia temblar el carruaje.

Mientras tanto las jirafas permanecían afuera a la expectativa, se miraban y en sus caras se distinguía preocupación por lo que pudiera pasar, dado el trato que había recibido la pequeña jirafa por todas ellas.

La puerta del carruaje se abrió de un solo golpe, la princesa echaba lumbre por los ojos –bueno casi- al tiempo que gritó:

-¿Quién es la autoridad aquí?. La mamá de Fira que en esos momentos llegaba dijo:

- Si usted quiere majestad, enseguida le aviso que usted la necesita de urgencia.

- Por supuesto que la necesito inmediatamente.

-¿qué se te ofrece princesa? Dijo la vieja jirafa.

- Deseo hablar contigo en privado. Pidió la princesa.

Después de varios minutos salió la jefa preocupada y llamó a sus congéneres para decirles lo siguiente:

- La princesa está no solo molesta, sino enojadísima, tan es así que todos los regalos que traía para ustedes no les serán entregados y pondrá una queja ante la comisión de derechos jirafales, en los que pedirá sea castigada o cuando menos se aplique una fuerte reprimenda a esta zona debido a las humillaciones y maltrato que recibió su hija y por el nulo apoyo que se le brindó. Por todo ello les pido que se retiren y reflexionen sobre su proceder, para que en un futuro no volvamos a tener un problema semejante y que de ahora en adelante nos tratemos como hermanas y seamos hospitalarias con aquellas jirafas que se encuentren en desgracia y esperemos que el castigo que se nos aplique no sea muy riguroso.

La madre de Fira preguntó

- Disculpe jefa, pero usted no sabe que eran los regalos que nos traía la princesa? Digo para saber si nos perdimos de algo bueno.

- Collares, collares hermosos como éste.

Y Fira madre se quedo perpleja, realmente si se había perdido de mucho y con la cabeza gacha se retiro a su acacia.

Varias trompetas anunciaban la retirada del carruaje con la princesa y su hija. La jefa organizó una valla de jirafas para despedirla y al menos no quedar tan mal.

Fira lloraba y lloraba por su amiga, cuando la princesa la mira y dice:

- Por la amistad y el apoyo que de ésta pequeña jirafa recibió mi hija, solo por eso les he perdonado todo y les hago entrega de sus regalos y tampoco pondré ninguna queja, sin embargo quiero que les quede bien claro que jamás se debe abusar de una semejante y muchos menos burlarse, debemos hacer todo lo contrario, es decir apoyarle para que se sienta menos infortunada.

Fira y Rita se abrazan y lloraron desconsoladamente. Rita o Indi promete escribir y enviar fotos de su país. 

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