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La historia verdadera del perro, el gato, la ardilla y el pájaro

Había una vez un jardín en una pequeña casita blanca en la que había un perro, un gato y una ardilla que se habían hecho amigos. El perro y el gato pasaban el día burlándose de un pájaro que estaba posado en un árbol. Todos los días le decían alguna tontería o le gastaban alguna broma. 

Si el pajarito cerraba los ojos, el perro se ponía debajo y ladraba lo más fuerte que podía para darle un susto de muerte. Cuando el pajarito estaba comiendo, el gato se acercaba al árbol, sacaba sus afiladas uñas y hacía como que iba a subir a por él, con lo que el pájaro se ponía muy nervioso. 
Poco a poco, la ardilla se fue haciendo amiga del pájaro, porque escalaba por el tronco y se sentaba con él en la rama, intentando consolarle ante las bromas de los otros dos animales. A la ardilla no le gustaban nada las bromas ni las burlas. Había estado en otros jardines y le gustaba tratar a todos como debía ser, por igual, sin importar el tamaño, la fuerza o el color. 

Un buen día, un pájaro llego al jardín y le dijo algo al oído al pajarito. El perro y el gato se quedaron extrañados. ¿De que estarían hablando? Al poco, el pájaro nuevo se fue y todos se quedaron confusos. A partir de ahí el pajarito se posó en el árbol más grande que había en el jardín y empezó con su afilado pico a picar en el tronco. 

El perro y el gato, como eran muy curiosos, querían saber que estaba pasando y convencieron a la ardilla para que se enterara. La ardilla subió por el tronco del fuerte árbol y se sentó al lado del pajarito.

-Hola pajarito. Te veo muy trabajador. ¿Qué estás haciendo? El perro y el gato te están dejando tranquilo porque ahora les puede más la curiosidad de ver lo que estás haciendo.

-Ardilla, no sé si contarte lo que me ha pasado esta mañana. Te lo contaré porque tú si eres mi amiga. Ha venido un pájaro amigo mío del norte y me ha dicho que se avecina una gran tormenta con un fuerte viento. Nosotros vivimos en el jardín y quiero protegerme, así que estoy haciendo una casa en el tronco del árbol. No quiero que des la información al perro y al gato, porque no se portan bien conmigo.

La ardilla se asustó y decidió que ella también ayudaría al pajarito a hacer una casa y así los dos tendrían cobijo. El perro y el gato no entendían nada y no sabían por qué la ardilla no les explicaba las cosas. 

Los días pasaron y el pájaro y la ardilla tenían un enorme cobijo para guarecerse. Un día empezaron a caer unas gotas enormes de agua y a los pocos minutos ya había una gran tormenta. El perro y el gato estaban hablando con la ardilla que se despidió de ellos diciéndoles:

-Lo siento mucho, este era el secreto, se avecinaba una tormenta y nosotros tenemos la guarida. No he podido decíroslo antes porque quería cumplir mi palabra con pajarito.

Perro y gato se empaparon de agua y, cuando pasó la gran tormenta de un día entero, tenían los dos un gran resfriado. Al salir el sol salieron de la guarida la ardilla y pajarito, vieron como estaban perro y gato y pajarito les dijo:

-Chicos, lo siento mucho, no os quise informar porque quería que aprendieseis que a veces el débil se vuelve fuerte y que no hay que reírse de los demás. Nunca sabes quién puede ayudarte, aunque sea más débil.

Perro y gato le pidieron perdón. Al final la tormenta sirvió para que todos se hicieran amigos en el jardín.

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