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La gota de amor

Soplaba el viento a desmesura, mientras un nostálgico mohín de un vagabundo desolado, se hacia presente, siempre, al lado de las furiosas olas, que en tiempo de estío, rugían como un pardo gato fuertemente en “Nueva España”. Playa de fulgores inefables.

Sus ojos, vertedores de solo lágrimas que caían como producto, seguro, de un profundo abismo depresivo, reflejaban sin duda, toda una melancólica vida. Pareciese como si a Martín, el vagabundo, se le diera volteretas el mundo cada vez que una idiosincrasia depresiva tocaba las yemas de su ser. Era curioso, esas olas solo se vestían de furia cuándo martín, tenía problemas de índole aflictiva. En cambio, estas se apaciguaban cuándo el dolor, por completo se mitigaba.

De salida del mar, con un traje de baño sicodélico, cerca del desolado martín, paseaba empapada y recién emergida, una fémina a paso corto, sin ningún pendiente que le diera lata. Aquella fisgona, de nombre Alejandra, apenas atisbaba la silueta de Martín, llorona, y de inmediato esta se dirigió hacia donde estaban las lágrimas, en la orilla de la playa.

- Discúlpeme señor, pero realmente ¿Cuál y cuánto podría ser el dolor en un mar como este, como para llorar de esa forma? – dijo sin algún sonrojo Alejandra, aunque posteriormente, entre tartamudeo de, quizás, un gran arrepentimiento de la declaración, fluyo la aspiración.

- Sabe, a veces las razones problemáticas son como enjambres de abejas viandantes, que ni siquiera se pueden contar – Contestó seguro Martín.

El silencio total se dejó escuchar relativamente en no mas de 10 palpites. Martín había contestado de una forma vaga, y, que a cualquiera, pudiese causar descontrol.

- Honorables luciérnagas que beben el mar como un vaso de agua, lucen su esencia de fama efímera, como si fueran estas, las más grandes de este círculo de terrizas. Vagamente, Martín aclaraba la plática

- No cabe duda, que si de batallas hablamos, usted con honra de varón, me ha escamoteado mi triunfo.- Contestó Alejandra, ahora en efecto, sonrojada.

- Pero no con estampa varonil señora, aunque lo sea, no creo que sea el caso. Si no con sombras de un encuentro a primer mirar, a primer vislumbre. Así tocó fluir un asunto, y no hay ningún arrepentimiento de palabra. No creo que con su astuciosa dicha, quiera desistirse de esta excitante ocasión. No nos metamos en temas, que para mi, son una vil boñiga, como el machismo y demás discriminaciones sin cese alguno, en este mundo decadente de sentimientos y pensamientos. Además, no la quiero introducir en mis letras que leen, ojalá, centenares de personas, en malas vibras-. Dijo Martín

- Sin confusiones percato sus últimas palabras. ¿Será usted yo misma?. Bueno, ahora cuénteme el porque de su llorar y el tanto verter. Dijo Alejandra

- ¿Acaso no le deslumbro mi discurso de alma poética?- Dijo el vagabundo sin todavía contestar.

- Bah!, déjese de barbaries y tomé de una vez el asunto último, reclamado por su “fémina”, como me hace llamar en su mente y hojas. – había dicho Alejandra, de una forma muy a fin con el más allá del conocimiento hacia Martín.

-
Ella, hablaba con una sonrisa plenamente notable, mezclada con una fuerte amalgama contradictoria hacia el, de un enojo que no dominaba, seguramente, a el regocijo incesante que delataba todo su sentimiento interno. Pues este, de enojo, apenas si se manifestaba con un ademán en su mejilla, que estaba en el cielo, y a veces en el suelo. No se escapaba por ningún lado su sentir, era constante su sonrojo, y además, su fervor impaciente, estaba en su apogeo, es decir, en espera de un recibo de palabras, que le endulzaban su sentir auditivo.

- Enfatiza demasiado cuando dice con un tono de, al parecer, complejo de acosos mentales entre el dulce y lo salado, la palabra “fémina”, como usted piensa que le llamo. Pero bueno, eso que no sale de su perspectiva ante mi, que apenas me conoce, hasta ahora, me tiene sin ningún cuidado.- Aclaraba, todavía, sin decir la razón del derrame llorón, Martín.

-Bueno bueno, parece que usted es un pleno aficionado hacia las perplejidades que pueden tener por siempre las mujeres, pero bueno, ya atestiguare, si lo que pienso por su llorar, es verídico. Enojada, Alejandra.

- No se aflija señorita de las casas, que yo le puedo apaciguar sus rincones temperamentales, mientras los tiene contra su pared, pero no se vaya por favor, que lloraré más, si su ausencia se activa, aunque sea temporalmente. Y Lo digo porque se, que si se va así tan feamente de mi, volverá algún día por medio de la fuerza de empatía entre dos personas, de correspondencia mutua, que fue sin duda, instantánea.- Dijo el vagabundo

Alejandra no podía creer, aún, la razón por la cuál Martín no declaraba su razón por el derrame de gotas. Que si vamos a algo, fue por eso su visita. No optó por rechazarlo, yéndose así, fugazmente del espacio entre ellos dos, como ya lo había pensado. Si no que permaneció callada, hasta que se cansara, el vagabundo, de el silencio por parte de ella. Eso había puesto en complot.

Después de algún tiempo sin intercambio de palabras entre ellos, quien habló, no fue precisamente una persona, si no una gota que salía entrecubierta por el mar.
“Slip”, se oía el fuerte estruendo, saliente de la boca visible de aquella extraña gota. Que se atravesaba con rareza ante la situación tan iniciática. ¿Cómo iba a pasar eso?. No estamos en un cuento de hadas, ¿o si?. Alejandra quedó estupefacta por el azoro de la visión, nunca antes citada, y además también, por la muestra impertérrita hacia el evento, que tenía Martín. La obviedad por parte de Alejandra, estaba, en que podría pensar que este, hubiera creado algo para la presencia de la gota. En tan real momento, zarpó lo fantástico, y se encendieron las luces radicales del cambio sin espera.

- Espera Alejandra, no te asombres tan en demasía, al contrario, da un efusivo alarido, porque no estamos muertos, como me pasó a mi ayer.

Las declaraciones que hacía el vagabundo, hacia que, la ahora, pobre y asustada dama, cada vez, le asustara mas la actitud que había tomado Martín. Y estuvo a punto de irse, cuándo Martín dijo.

Le daré mis razones de mi vertida de lágrimas. Pero estoy apenado por lo de la gota. Siento que le asustó en demasía y que mi boca solo se encargo de hablar
sin cese ni conciencia alguna.- Apenado, Martín

- ¿Cómo quiere que no fluya mi azoro, ante algo que jamás he contemplado, mas que en sueños y cosas inalcanzables en la vida real?. Es estúpido, solo la imaginación e inspiración en conjunto, pueden hacer tan osado evento.- dijo Alejandra, irresistible ante la circunstancia

- Hablemos de ello más adelante, le aseguro, pronto tendrá la noción de sus visiones, que usted dice, fueron por hechos soñadores y solamente. Pero yo le haré meditar sobre ello, como le digo, más adelante, si usted me lo permite.

Llore por que intuía su presencia desde hace tiempo. Quise decírselo por medio de telepatía, pero creo que con alguien que no se conoce todavía, es inútil practicarlo. . ¿Quién va a acudir con alguien de aspecto vagabundo y “hediondo” entre comillas, porque la gente, se puede imaginar que un vagabundo, evidentemente tiene aspecto fétido, sin baño?, ¡dígame quien! Usted solamente, la persona que había intuido por mas de de dos tiempos. He llorado y despojado lágrimas, siempre, por esa misma razón, por su presentimiento de paso, desde que tenía, digamos, una noción de las cosas, más o menos, oscilando, al significado de Poesía, Poema, o todo lo que tenga química con mi aptitud. Mi intuición contuvo lágrimas por un ser, que ya conocí, usted es la razón de mi martirio agónico. Ya era a menudo el llorar ante una persona como yo. Espero, y perdure el detén de gotas, que usted, seguro, las mitigará.- término Martín, con escasez salival.

Alejandra solo sollozaba estupefactamente, pareciese como si un tren se lo hubiese llevado a un rincón de ausencia, muy notorio.

- Alejandra, se que suena raro todo mi discurso, pero es verdad, me tiene que creer a como de lugar.
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