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La desaparición de la ovejita Tili

Tili era una ovejita muy traviesa que se pasaba el día intentando huir de su rebaño cuando salían a pastar. Pero Julito, el pastor, y Canete, el perro pastor, no le perdían ojo, y siempre la pillaban a tiempo para que no se escapara.

Un día, Tili decidió que ya estaba bien de tanta norma, y decidió escaparse por la noche, a pesar de que todos le habían advertido que había un peligroso lobo rondando la granja.

Pero Tili pensó que era más lista que nadie y, aprovechando que todos dormían, se escapó.

Tili corrió mucho hasta llegar al bosque, donde se escondió. Estaba agotada por la carrera y la noche sin dormir, así que se metió en el hueco de un viejo árbol que encontró y se quedó dormida.

A la mañana siguiente, cuando Julito y Canete descubrieron que Tili no estaba, se pusieron a buscarla como locos. Canete, con su potente olfato, siguió su rastro hasta el bosque, y llegó hasta el árbol donde Tili se había echado a dormir. Pero allí no había nada. Julito encontró restos de lana enganchados a unos arbustos que crecían junto al árbol.

- Es evidente que Tili ha estado aquí -dijo Julito.

Canete ladró para confirmarlo.

- Pero, ¿dónde está ahora? -dijo Julito-. Canete, nuestra ovejita se ha tenido que ir a algún sitio.

Canete intentó recuperar el rastro, pero era todo muy confuso.

- Tal vez se la haya comido el lobo -dijo Julio.

Pero Canete ladró fuerte, como queriendo decir que eso no era posible.
Tienes razón, Canete -dijo Julito-. Si el lobo hubiera encontrado a Tili se la habría comido aquí mismo.

Tras un rato pensando, sin que se les ocurriera nada, Julito y Canete volvieron a la granja. Había que sacar a las ovejas.

De vuelta a la granja, a Julito se puso a pensar en voz alta.

- Canete, Tili no puede haber desaparecido sin dejar rastro, ¿cierto?

Canete ladró, afirmando lo que decía Julio.

- Entonces, si no se ha movido de allí es que el lobo no la ha encontrado -siguió pensando Julito-. ¡Volvamos!

Julio y Canete volvieron corriendo al hueco del árbol.

- Tili estuvo aquí, y de este punto no se ha ido. Tampoco ha vuelto a casa por donde vino, porque la hubiéramos encontrado.

Julito se puso a mirar por todas partes a su alrededor. Entonces, dijo:

- No se fue por la derecha, ni por la izquierda, ni tampoco por delante o por detrás. Hacia abajo imposible, pero, ¿podría haberse ido hacia arriba?

En ese momento, pastor y perro miraron hacia arriba, y allí encontraron a Tili, dormida sobre una gruesa rama.

Julito encontró un túnel por dentro del árbol, que llevaba justo a la rama donde se había quedado dormida Tili.

Como Julito no cabía por el túnel, se subió al árbol, cogió a la ovejita y se la llevó de nuevo a la granja.

- Tili, podría haberte encontrado el lobo -la regañó Julito.

La ovejita baló, asustada.

Menos mal que el túnel del árbol era muy estrecho, que si no…

Esa fue la última vez que Tili se escapó. La verdad es que había oído aullar al lobo desde la rama, y no se había atrevido a bajar de allí de puro miedo. Esa vez había tenido suerte, pero nunca se sabe que podría pasar si volvía a escaparse.

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