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La caja de los sueños

La mamá de Ariadna estaba muy preocupada porque, cuando llegaba la noche, a su hija le costaba mucho dormir. No sabía cómo conseguir que la pequeña estuviera tranquila y pudiera recibir el beso de las estrellas de las que tanto hablaban antes de acostarse y entrar en el mundo de los sueños para descansar hasta el día siguiente. 

Un viernes por la tarde, la mamá fue a comprar unas cosas y decidió dar un paseo por el mercado de la ciudad. Caminando, caminando entre tantas cosas se encontró con un puesto de cosas para niños. Era algo inusual, porque siempre los objetos que había eran para adultos. A la mamá le llamó la atención una caja de madera y le preguntó al vendedor:

-Buenos días, buen hombre. Veo que tiene juguetes para niños, pero me ha llamado la atención esa caja, ¿Tiene algo dentro? 

-No, es una caja especial, por eso la tengo encima de esa placa de cristal. 

-Ah… Y, ¿por qué es tan especial?

-El hombre miró a los dos lados antes de responderle y, con un tono misterioso, le dijo:

-Esta caja la traje de Japón y es una caja que hace que los niños duerman mejor. Pero para ello la tienen que construir. 

-Pero si ya está hecha. ¿Qué faltaría por hacer?

-Decorarla, pues es una caja de buenos sueños.

La mamá de Ariadna pensó que aquello podía ser solo fantasía, pero el hombre estaba muy serio y ella no sabía cómo ayudar a su pequeña, así que accedió a comprar la caja de madera. El hombre le explicó que el proceso era muy fácil y complicado a la vez. Tenía que decorarla con la niña hasta que no quedara un hueco sin color y luego, por las noches, antes de dormir, la niña tenía que contar qué cosas no le habían gustado del día para que las cosas negativas y sus preocupaciones se quedaran dentro de la caja. Después había que cerrarla para así poder dormir bien y soñar.

La mamá así lo hizo. Fue tan divertido decorar la caja con la pequeña que volvería a pintar una y mil cajas. Disfrutaron seleccionando el color, pintando con purpurina, colocando estrellas pegadas en la parte de arriba. Se convirtió en una auténtica caja de la noche. Ariadna estaba muy entusiasmada con el regalo de mamá y sobre todo con poder pasar tiempo haciendo cosas con ella. 

Después, cada noche, las dos tenían su espacio para dejar atrás las cosas que no le gustaban del día y sus preocupaciones sobre los estudios o el resto de niños del cole. Así fue como, poco a poco, fueron pasando los días y Ariadna empezó a dormir y a disfrutar del maravilloso mundo de los sueños.

Datos del Cuento
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