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La bruja que quería ser rica

Había una vez una bruja pobre que se ganaba la vida haciendo pócimas por encargo. 
La bruja hacía todo tipo de mejunjes sin importarle cuál sería su uso a cambio de unas monedas. 

Un día, la anciana bruja recibió la visita de un joven que quería heredar toda la fortuna de un anciano rico que había prometido dejar toda su fortuna al joven más honrado que hubiera en el país. La bruja vio la oportunidad de hacerse rica y le dijo al joven:

- Está bien, te preparé la pócima. Pero a cambio quiero un saco de oro.
- Está bien. Aquí lo tienes.

Cuatro muchachos más pasaron por casa de la bruja buscando lo mismo a lo largo del día, y a los cuatro les vendió la misma pócima a cambio de un saco de oro sin decirles que ya había vendido más pócimas iguales que esa.

- Cuando lo descubran y vuelvan a por su oro les rociaré con una pócima para que pierdan la memoria y no recuerden nada de lo que ha ocurrido - pensó la bruja.

Al final del día, la bruja recibió la visita de un anciano rico que quería una pócima de la verdad.

La bruja enseguida se dio cuenta de que ese anciano era el mismo al que querían robar los jóvenes que le habían comprado las pócimas ese día, pero no dijo nada y le entregó al anciano la pócima de la verdad. 

-¿Qué quieres a cambio? - preguntó el anciano. 

La anciana llevada por la avaricia, le contestó:

- Quiero un saco de oro por cada joven al que descubras diciendo una mentira.
- De acuerdo. Así lo haremos.

Al día siguiente, el anciano regresó a ver a la bruja, y le dijo:

- Te traigo cinco sacos de oro, uno por cada mentiroso que llegó a mi casa haciéndose pasar por un hombre honrado y con honorables pretensiones en la vida. 

Cuando la bruja fue a coger los sacos de oro, el anciano le cogió la mano y le dijo:

- Lo más curioso es que los cinco me dijeron que una bruja les había dado una pócima para hacerme creer que ellos eran los elegidos. ¿Sabes algo de esto?

La bruja, que era muy astuta, no quería decirle ninguna mentira, por si acaso el anciano conservaba todavía parte de la pócima de la verdad que le había dado, así que respondió dando un rodeo.

- Hay muchas brujas en este lugar, ¿por qué iba yo a saber nada?
- Los cinco jóvenes me han dicho que has sido tú -dijo el anciano-.
- ¿Acaso te han dado alguna prueba que demuestre lo que dicen?
- Los frascos con sus pócimas son iguales al que me diste a mí con la pócima de la verdad .Compruébalo tú misma.

La bruja quiso aprovechar ese momento para rociar al anciano con la pócima de perder la memoria, pero éste fue más rápido y le echó a la bruja el resto de la pócima de la verdad que le quedaba. A la bruja no le quedó otra que que confesar sus planes.. 

Poco después llegaron los jóvenes a los que les había vendido la pócima para hacerse con la herencia del anciano pidiendo explicaciones. A la bruja todavía le duraban los efectos de la pócima de la verdad, así que les confesó que les había dado a los tres la misma pócima. Los jóvenes recuperaron cada uno su saco de oro y se fueron de allí, dejando a la bruja avariciosa tan pobre como siempre.

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