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La Ultima Guerra. Cap. 3

3
Encuentro bajo la lluvia

El sábado, Jasna se levantó más tarde que de costumbre y sin molestarse siquiera por cambiarse de ropa, bajó con la pijama aún puesta hasta la cocina para desayunar. Ahí mismo estaba su padre con un montón de carpetas sobe la mesa y con Luka sentado bajo su silla.
—¿Tu dejaste salir al gato?—preguntó Jasna a su padre y éste asintió con la cabeza sin mirarla—Pensé que no lo querías en casa.
—Cambié de opinión—dijo su padre—Vi el collar que lleva puesto ¿has pensado que probablemente tiene un dueño?
—Si... pero te prometo que pondré un aviso en las calles de la zona donde lo encontré—dijo Jasna con un tono de monotonía en su voz
Después de unos minutos de silencio, Jasna miró la taza que su padre tenía a la derecha y la tomó con una mano para oler su contenido.
—¿Es ese lodo turco que tanto te gusta?—preguntó a su padre y éste respondió afirmativamente, después Jasna le dio un trago al que realmente era café turco—Si—dijo relamiéndose los labios y saboreando el café—y sigue sabiendo a diablos.
El padre de Jasna le arrebató la taza de la mano y Jasna hizo una mueca de asco al recordar el sabor del café, después tomó una manzana y le dio una mordida.
—¿Qué es todo esto?—dijo Jasna
—Cosas del trabajo
—¿Por qué no has ido a trabajar hoy?
—Están fumigando mi oficina y decidí traer el trabajo a casa.
—¿Y por qué no estás en el estudio?
—¿El estudio?
—Si, papá... esa habitación que es más grande que la sala y que tiene tu escritorio, unos setecientos archivos de tus pacientes, el piano y donde siempre metes a las personas que vienen a consulta y los recuestas en ese cómodo sillón negro que...
—Si, ya sé de qué me estás hablando, Jasna ¿quieres callarte?
—¿Luka ya comió?
—Si... ya comió.
—¿Dónde está Joshua?
—Creo que aún está durmiendo—contestó su padre—Ahora ¿puedes dejarme hacer mi trabajo?
—Claro... lo siento.
Jasna estuvo sentada a la mesa por un largo rato solamente viendo a su padre hacer el trabajo. Después de que se terminó la manzana, Jasna comenzó a preguntarse qué era lo que iba a desayunar ese día... probablemente su padre se compadecería al estar en casa el sábado por la mañana y les haría algo de desayunar a los chicos.
—Tengo un problema, papá—dijo Jasna de pronto.
Su padre levantó la cabeza y miró a su hija suspendiendo los demás labores que estaba haciendo en el momento.
—¿Alguna vez te ha sucedido que estás muy enfadado e inconscientemente te desquitas con una persona que no tuve nada que ver... y le gritas, pero después te arrepientes?
—Si, me ha sucedido
—Bueno... el caso es que ayer en la escuela uno de los chicos hizo que me molestara mucho y después le grité sin querer a otro chico y ahora él está molesto conmigo y no quiere dirigirme la palabra—le explicó Jasna—intenté disculparme pero no funcionó
—Pronto se le pasará
—¿Cómo lo sabes?
—Los adolescentes son muy flexibles.
—Qué Dios te oiga y el diablo se haga el sordo.
Entonces, el padre de la muchacha se puso de pie de golpe y le pidió a su hija que lo acompañara hasta la puerta principal de la casa. Jasna fue al lado de su padre y, cuando éste abrió la puerta, invito a su hija que saliera.
—¿Te gusta?—preguntó su padre y Jasna se quedó boquiabierta al ver un hermosísimo coche deportivo negro estacionado frente a su casa—Acabo de sacarlo ésta mañana de la agencia.
—¿Esta mañana? ¿Pues a qué hora te levantaste?—dijo Jasna mientras se acercaba al coche negro siendo seguida de su padre.
—Muy temprano, quería mostrárselos lo más pronto posible—respondió su padre—Fue con un préstamo que me dio la empresa ¿Te gusta el negro o prefieres el plateado?
—¡El negro está perfecto!—exclamó Jasna y después subió al auto para mirar el interior con su orgulloso padre sentado al lado—¿Me vas a dejar conducirlo?
—No.

El resto del día, Jasna se puso a hacer los deberes escolares, practicar un poco con el piano y a limpiar su habitación dado que su padre la había obligado a hacerlo alegando que había tantas cosas tiradas en el piso que no se podía ni dar un paso sin tropezar; Jasna obedeció sin poner reclamos en contra.
Apenas caída la noche, Goran indicó a Jasna y Joshua que consiguieran las cosas para la cena ya que él aún continuaba teniendo trabajo que esperaba pudiera terminar para preparar él mismo la cena. Así pues, Joshua y Jasna salieron de la casa y se dirigieron a pie hacia el supermercado para comprar lo que necesitaban... además se desviaron un poco para comprar un helado.
Una vez que los hermanos consiguieron las cosas necesarias, regresaron a su casa. Estaban cruzando una calle que daba directamente al parque cuando Jasna miró a su derecha por instinto. Al fondo, cerca del parque, se veían un par de figuras corriendo y brincando... Jasna observó el brillo de la espada de Daniel y una luz verde cuando él lanzó un hechizo contra la otra persona: era un demonio y estaban peleando. Jasna desvió la mirada pues no quería que Joshua se diera cuenta de lo que sucedía.
Jasna no pudo resistirse y volvió la vista hacia Daniel; pudo distinguir su cara fatigada mientras atacaba al demonio que parecía un enorme perro negro. Daniel también pudo distinguir a Jasna en la distancia y negó con la cabeza como comprendiendo que la muchacha le estaba ofreciendo con la pura mirada su ayuda. Sin decir nada a Joshua, los dos muchachos continuaron caminando hacia la casa.
Cuando entraron a la casa, las luces de la sala estaban apagadas y Luka estaba hecho un ovillo en el sofá. Jasna se acercó y le acarició detrás de las orejas mientas que Joshua iba a la cocina a poner todas las cosas sobre la mesa. Después, el padre de los chicos comenzó a preparar la cena mientras que los dos muchachos veían la televisión.
Jasna comenzó a incomodarse al recordar que Daniel estaba solo peleando en el parque contra un demonio, pero la muchacha no podía salir de la casa así como así ya que podría levanta sospechas; si mentía, su padre lo sabría inmediatamente... pero si Daniel moría, ella no se lo iba a perdonar nunca. Más después de la cena, Jasna salió por la ventana de su habitación hacia el parque... solo por si Daniel había tenido problemas y aún no podía derrotar al demonio.
Cuando llegó al parque, estaban Daniel y el demonio. Jasna sacó la espada y se dirigió al ataque. Dio dos espadazos firmes, seguidos de una serie de movimientos hábiles que alejaron un poco a Daniel y sacaron momentáneamente al demonio del combate.
—¿Qué haces aquí?—le preguntó Daniel
—Me preocupaba que aún continuaras aquí y sin ayuda.
El demonio se recuperó de manera asombrosa y se lanzó contra los dos muchachos, pero de la mano de Daniel salió una fuerte luz verde y algo de viento que lanzaron al demonio a unos ocho metros de donde estaban ellos.
—¿Cómo haces eso?—preguntó Jasna, asombrada.
—Magia... pronto aprenderás—le dijo Daniel, muy serio. Era evidentemente notable que el muchacho se concentraba mucho cuando se trataba de batallas—ahora prepárate para la siguiente ronda.
—¿Cuánto tienes aquí?
—Poco tiempo ¡Cuidado!
Daniel se lanzó contra Jasna y la tumbó al suelo justo antes que un grueso tronco le diera de lleno en la cabeza.
—Te debo esa—le dijo Jasna mientras se ponía de pie, pero evitó mirar a los ojos al muchacho.
Ambos muchachos se lanzaron al ataque en contra del demonio... no se sabía quién era más ágil pues los dos habían logrado tocar el cuerpo del mismo unas cuantas veces hasta que, después de un duro trabajo y que a Daniel le echaran a perder su camisa favorita, Jasna hundió su espada en el estomago del demonio y Daniel le voló la cabeza de un tajazo.
—Bien hecho—felicitó Daniel a Jasna mientras se secaba el sudor de la frente.
—Regresa—dijo Jasna sin hacer mucho caso a lo que decía Daniel. Estaba a punto de irse cuando sintió una presencia—¡No otro! ¡Schwert!—la espada volvió a parecer en su mano. Daniel hizo lo mismo con la suya.
—¿Dónde está?—preguntó Daniel
—No se...—admitió la muchacha—parece ser por allá—se acercó con cuidado a un árbol frondoso que estaba cerca y miró hacia arriba entre sus ramas. Una figura peluda cayó al suelo produciendo un crujido al caer sobre unas cuantas hojas secas. Daniel gritó
—¡A un lado!
—¡Maldita sea!—exclamó Jasna—¡Luka!
—¿Luka?
—Luka
—¿Tu mascota?
—No es un gato normal—explicó Jasna—primero me siguió hasta mi casa y ahora me ha seguido hasta aquí... tengo que hacer algo con él.
—¿El era el de la presencia?
—Eso creo... sentí lo mismo cuando regresaba a casa esta mañana—Jasna miró con dureza a Daniel—no sé por qué diablos te cuento todo esto ¡Regresa!
La espada volvió a desaparecer y Jasna tomó al gato entre sus brazos y se las arregló para cubrirlo con la túnica. Después salió con paso rápido y decidido y sin decir nada.

Aun cuando era temprano, las calles estaban casi completamente vacías; era casi como si las personas supieran que algo malo ocurrían en las calles de la ciudad y que en cualquier momento podrían ser atacadas por un demonio. Pero Jasna no le dio importancia a eso y sólo iba pensando en dos cosas a la vez: en la deliciosa cena de su padre... y en la actitud de Daniel.
—Es un maldito arrogante, idiota, presumido, tonto, malcriado, grosero y además un...—Jasna se detuvo en seco y suspiró, después miró el árbol por el que debía trepar para regresar a su habitación—No puedo cargarte y subir a la vez.
Jasna bajó al gato y comenzó a subir al árbol. Después, el minino subió también y llegó a la ventana de Jasna, donde después saltó a la cama y se acurrucó en un rincón.
—Eres un gato inteligente.


La mañana siguiente transcurrió de lo más normal y en los siguientes dos meses no hubo un ataque más, ni uno solo. Jasna había pasado la mayor parte de su tiempo libre en practicar con la magia y había prosperado mucho. Ahora no solo era capaz de hacer levitar objetos y hacerlos volar por toda la habitación, sino que también podía lanzar un potente ataque como el que una vez había salido de la mano de Daniel pero con la diferencia de que este era azul.
Todo había sido paz y tranquilidad, pero fue el 8 de Noviembre cuando la paz fue perturbada... y no precisamente por un demonio, sino por lo mas inesperado.
Jasna había bajado de lo más contenta para la cena pero se encontró con algo que jamás se imaginaba: su padre estaba vestido con uno de sus mejores trajes y tenía tres maletas a su lado.
—¿Adónde vas?—preguntó Jasna sin poder darle crédito a lo que estaba viendo.
—¡Oh!—exclamó su padre—había olvidado decírtelo: salgo para Chicago en media hora; hay una convención de psicólogos y es muy importante que vaya. Regresaré en una semana y media.
—¿Habías olvidado decírmelo?
—Si... bueno, con tantos trabajos... tu sabes.
—¡Lo olvidaste!
—Perdona, Jasna...
—Qué hubiera pasado si nunca me lo hubieras dicho?
—Nada.... Joshua te lo diría.
—¡Joshua! Vaya... en qué santo te encomiendas...
—Jasna... lo siento, es por el trabajo... estoy muy perturbado.
—¡Ja!.... ¿es mas importante el trabajo que tu propia hija?
El padre de Jasna la miró con severidad y, cuando iba a responder a su pregunta, alguien llamó a la puerta. Jasna, que era la más cercana a la puerta, la abrió con enojo y miró hacia fuera. Una hermosa mujer de unos 30 años, de piel blanquísima, cabello rojo oscuro y unos grandes y brillantes ojos verdes le sonrió. Jasna no se molestó por devolverle la sonrisa.
—¿Qué?—dijo Jasna en tono seco.
—Goran—dijo la mujer y el padre de Jasna se acercó a la puerta—¿Listo para irnos?
—Si—contestó el padre y la mujer de dio un beso en la boca. Jasna se quedó helada.
—¡Tiempo, tiempo! Para tu tren, papá.... ¿Qué es esto?
—Te juro que pensaba decírtelo—respondió su padre
—¿Pero también lo olvidaste? ¿Qué sigue después? ¿Te olvidarás que tienes hijos y te largarás con ella?
—Jasna cálmate...
—No, cálmate tu, papá. Mamá acaba de morir hace apenas 7 meses y tu ya estás saliendo con otra persona... es como si no te importara su muerte, como si sólo hubieras estado esperando que falleciera para poder andar con muchas mujeres más... pensaba que la ambas y que te había dolido su muerte...
—Si me dolió
—Pues no parece. Pero no te preocupes, lárgate a Chicago y déjanos a Josh y a mi solos en esta casa que al cabo ya estamos acostumbrados a estar sin ti—Jasna metió la mano al bolsillo y apretó el guante de Cahmil (aunque no recordaba haberlo puesto ahí) y sintió un terrible impulso de sacar la espada y apuntar a su padre.
Jasna le dio la espalda a su padre y salió de la casa.
—¿a dónde vas?
—No lo sé—Jasna se dio la vuelta y caminó.
—¿No la detendrás?—preguntó la mujer al padre de Jasna
—No, volverá cuando se sienta mejor.

Jasna caminó sin rumbo fijo por media hora. ¿Su padre se había olvidado de ella? Se sentía horrible, no lo negaba, pero nada se igualaba con el gran sentimiento de culpa que le había empezado a embriagar desde que salió de su casa.
—Si no hubiera pedido que fuéramos al teatro—se decía Jasna a sí misma—nunca hubiera muerto mamá, jamás habríamos venido a Londres y estaría pasando la mar de bien en Zagreb. Papá nunca habría conocido a esa mujer y ahora estaríamos todos cenando tranquilamente
Una gota de agua cayó sobre la cabeza de Jasna pero no le importó en lo más mínimo. Siguió caminando, doblando esquinas casi sin poner atención y dejando que sus pies la llevaran a cualquier lado. La lluvia se intensificó de madera rápida, Jasna estaba empapada y sola pero nunca lamentó haberse ido de su casa pero le seguía doliendo el que su padre no le hubiera dicho nada acerca del viaje a Chicago ni tampoco de su relación con aquella mujer.
Jasna dobló la última esquina hacia la izquierda y se topó de frente con una persona a la que no le vio el rostro, cayó hacia atrás sobre el pavimento empapado y se disculpó con la persona al tiempo que se volvía a mirar quién era.
—¿Jasna?—dijo una voz conocida
—¿Eh?
La muchacha miró atentamente y se dio cuenta que era Daniel. Al principio se sintió extraña pero después el chico le tendió una mano para ayudarla a ponerse de pie y la llevó hasta debajo de un árbol cercano para resguardarse un poco de la lluvia.
—¿Qué haces vagando sola en una tormenta?—preguntó Daniel al tiempo que sacudía la cabeza de un lado a otro.
—Lo mismo me gustaría saber—le contestó Jasna.
—Salí a dar una vuelta... en mi casa hay algunos problemas—le contó Daniel a Jasna—¿y tu?
—Papá acaba de salir a Chicago y había olvidado decírmelo, si no es porque me encontré con él cuando ya tenía las maletas listas y estaba por salir creeme que jamás me entero y pienso que nos ha abandonado.
Los muchachos permanecieron callados un largo rato evitando mutuamente sus miradas, de modo que parecían dos desconocidos que se resguardaban de la lluvia bajo el mismo árbol pero que no se atrevían a dirigirse la palabra.
—¿Quieres ir a mi casa y pasar la noche ahí?—preguntó de ponto Daniel.
Jasna miró a Daniel con los ojos muy abiertos pues aquella había sonado como una proposición indecorosa y se soltó a reír. El muchacho entendió lo que había sucedido, también se rió y se ruborizó un poco.
—Bueno, hay habitaciones de sobra y si dices que tu padre se ha ido....
—Mi hermano ha de estar preocupado por mi, pero gracias de todos modos.
Los dos chicos se quedaron callados durante un minuto, pero después Jasna volvió a reírse al recordar las palabras de Daniel y éste también se rió junto con ella. Pero la risa se vio interrumpida cuando los dos muchachos sintieron un rayo de energía cruzándoles la espina dorsal.
Jasna se alarmó y miró a Daniel con los ojos muy abiertos, después sacó de su bolsillo el guante de Cahmil y se lo puso en la mano derecha; Daniel imitó sus movimientos y acto seguido salieron corriendo para rastrear la presencia.
—¡Tunika!—dijo Jasna y la túnica azul oscuro apareció cubriéndole el cuerpo. La chica se puso la capucha para resguardarse del frío y la lluvia y continuó corriendo al lado de Daniel.
—Por allá—señaló Daniel hacia la izquierda
—¿Seguro?
—Completamente.
Jasna salió corriendo sin dudarlo hacia la dirección que señalaba Daniel, éste la siguió inmediatamente. Las túnicas quedaron empapadas en un par de minutos y el aire seguía azotando con fuerza las ramas de los árboles. Pasaron tres calles y giraron a la derecha, siguieron en línea recta y torcieron a la izquierda. El viento se iba intensificando conforme se acercaban al que parecía el lugar del ataque hasta que un halo de luz dorada le dio de lleno en el estómago a Jasna y la lanzó a tres metros por los aires.
—¡JASNA!—gritó Daniel, asustado, y corrió hacia ella—¿Estás bien?
Jasna abrió pasadamente los ojos y respiró con dificultad un par de veces. Después trató de incorporarse pero una mueca de dolor indicó que el rayo de luz le había causado alguna herida pequeña pero dolorosa.
—Schwert—dijo casi sin aliento e incorporándose pesadamente
—Déjame... tu recupérate y entra en combate después.
Daniel corrió hacia el lugar de donde salió el rayo de luz y se perdió detrás de algunas casas pequeñas. Jasna respiró hondo unas cuantas veces y corrió (o al menos trató de correr) para llegar hasta donde Daniel. Pero al llegar ahí no pudo entrar en combate de inmediato.
Una muchacha de la misma edad que Daniel y Jasna estaba peleando contra uno de los demonios. La chica tenía el cabello rubio recogido en una coleta y llevaba una túnica de un color que parecía café oscuro. El demonio con el que peleaba era de los fuertes: tenía aproximadamente dos metros de estatura y los cabellos largos de color marrón caían sobre una capa negra. Llevaba una espada algo oxidada pero potente y sus ojos, de color amarillo, tenían una expresión vacía.
—¡Vamos, Jasna, al ataque!—le gritó Daniel y ambos muchachos salieron a encontrarse con el demonio.
Éste era sumamente poderoso y era un verdadero peligro con la espada. Jasna intentó aturdirlo un poco con un ataque mágico pero no funcionó de mucho. Después intento hacerlo Daniel combinando el poderoso rayo con una maniobra de la espada.... pero también fue inútil. La muchacha rubia, sin embargo, hizo tres ataques de espada, dos de magia y nuevamente dos de espada con un resultado perfecto: le clavó la espada en el estómago. La muchacha sonrió con sarcasmo y lanzó un hechizo al demonio, éste salió disparado hacia atrás y gran cantidad de sangre de color verde oscuro comenzó a brotar de la herida que tenía en el estómago.
Jasna reaccionó de inmediato y lanzó un hechizo contra el demonio, pero los otros dos muchachos también hicieron lo mismo. El demonio quedó noqueado de manera casi inmediata. Era increíble el poder que aquella muchacha tenía.
—¿Saben hacer un ataque continuo?—dijo la muchacha con voz clara pero segura y los otros dos muchachos asintieron con la cabeza—¡A la cuenta de tres entonces!: Uno...—los tres se pusieron en posiciones—dos...—el demonio se movió un poco—¡¡TRES!!—Tres rayos de luz muy brillantes salieron de la mano de cada uno de los tres muchachos. Jasna jamás había entrenado un ataque continuo y, aunque sabía hacerlo bien, se estaba debilitando por la gran cantidad de energía que se necesitaba para ello. Los otros dos chicos no tenían problemas en eso, pero Jasna estaba cada vez más débil: la vista se le nublaba y las rodillas empezaban a doblegarse bajo el peso de su cuerpo... ya no podía más. El demonio lanzó un horrible grito y seguidamente se convirtió en cenizas de color rojo oscuro y Jasna calló de rodillas sobre el suelo húmedo.
—¿Estas bien?—Oyó que preguntaba Daniel—Contesta Jasna... ¿Jasna?—la voz se iba haciendo más y más lejana y Jasna iba cayendo ¿en un profundo sueño?—Jasnaaaaa... —oyó por última vez casi como un susurro inexistente y, seguidamente, todo se quedó en absoluto silencio.
Jasna se quedó sumida en la oscuridad e intentando saber donde se encontraba, miró a su alrededor. No había ni una pequeña luz, nada que le indicara un camino para volver... ¿pero qué era eso, en donde estaba?. Camino (o eso parecía que hacía) tratando de encontrar una salida... y la vio: una pequeñísima luz muy blanca brillaba a lo lejos, era como si un pequeño hoyo en la pared permitiera que la luz se filtrara por ahí. Corrió hacia ella... sabía que esa era la salida. Todo se iba haciendo cada vez más claro... segadoramente claro, pero la muchacha se asustó mucho cuando sintió una poderosa presencia que provenía de la luz. Esa luz no debía ser buena ¿pero por qué no podía dejar de correr hacia ella? ¿Por qué sus pies no reaccionaban?. Se iba acercando cada vez más hasta que todo tomó sentido: una figura alta y masculina tenía dos alas de plumas blancas plateadas, los largos cabellos también plateados caían ligeramente y un par de ojos grises la miraban fijamente...
Jasna despertó de inmediato y se percató de que aún estaba de rodillas, como si hubiera entrado y salido de una especie de trance extraño que nunca había experimentado
—¿Estás bien?—preguntó la muchacha rubia a Jasna
—Si, muy bien—respondió Jasna con frialdad pero entonces volvió a sentir la presencia de hacía unos minutos.
—¿Qué es eso?—preguntó Daniel mirando a su alrededor.
—No sé, pero viene de allá—dijo la chica rubia señalando hacia un conjunto de árboles que estaba a unos 100 metros.
Los tres muchachos se pusieron de pie y corrieron hacia allá. Una luz blanca iluminaba los árboles y el piso y se iba intensificando conforme los muchachos se iban acercando a ella. Daniel corría delante de ambas muchachas y la chica rubia tenía la vista fija en la luz, pero Jasna tenía un mal presentimiento y sabía que lo que quiera que fuese esa cosa haría una gran controversia.
—Ya casi...—dijo Daniel cuando faltaban pocos metros—...falta poquito... poquito.
—Deténganse...—dijo Jasna con la voz un tanto apagada, pero los otros muchachos seguían corriendo.
—Preparen el ataque—dijo la chica rubia. La luz se hizo increíblemente deslumbrante pero nadie se detuvo. Daniel y la otra chica ya estaban preparados para atacar y se veían muy seguros de si mismos.
—¡Deténganse!—gritó Jasna, pero no hicieron caso a sus plegarias.
—¡Ataquen!—indicó Daniel y preparó la espada.
—¡¡NO LE HAGAN DAÑO!!—Gritó Jasna enfurecida y lanzó un ataque hacia sus compañeros. Los dos chicos salieron volando por los aires a unos cuantos metros y la luz bajó de intensidad de manera inmediata.
—¿Qué crees que...?—comenzó a decir Daniel pero se quedó callado y sus ojos se abrieron como platos: la escena que tenía enfrente no era común.
Datos del Cuento
  • Categoría: Aventuras
  • Media: 5.28
  • Votos: 179
  • Envios: 1
  • Lecturas: 4310
  • Valoración:
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