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La Noche

La noche habia terminado para el aun antes de empezar. Como lo habia premeditado, nadie se acerco a el durante toda la cena, no hubo una sola alma piadoza que dirigiera la mirada hacia el, y su copa nunca fue llenada una segunda vez…su presencia en esa reunion vivio una muerte subita en un ambito esteril que le mostro que nunca fue necesaria en primer lugar. Se dedico a beber solo, sintiendo que el estar ahi, el haber aceptado la invitacion no fue la correcta. Tantas otras experiencias de este tipo habian dejado en el un mal sabor como para tener tanta fe y creer que esta noche no fuera diferente. 
Se encontro una mancha de salsa de soya en su pantalon y se entretuvo un poco tratando de limpiarla con una toalla humedad que encontro sobre la mesa. Y al mirar que no iba a salir ya maldijo entredientes y desistio en el intento.
Era un hombre bajo, con mala dentatura, de poco cabello canoso y cejas esporadicamente pobladas como la de todo Japones. Sus labios apretados, fruncidos en forma eterna en sus esquinas en una mueca de reproche por su character rancio, le daban una impresion de no quererce ni a si mismo; cosa que no pasaba desapercibida entre la gente que tenia la mala suerte de conocerlo. 
Como en todas las reuniones sociales de trabajo en Japon, se le habia invitado como una obligacion solamente por los jovenes de la oficina donde laboraba, a sus ya avanzados 58 anos de edad existia un gran abismo cultural, e idiosincratico muy profundo con los demas…siempre le fue imposible relacionarce con alguien, no importaba el nivel, o el sexo; era algo con lo que habia vivido toda su vida. Y todo esto habia causado un odio en el que no encontraba soziego aun a solas. 
Pero nunca habia sido asi, no, una vez en un pasado lejano fue alguien, tuvo suenos, y vivio enamorado de manera oculta y erraticamente las pocas veces que lo hiso como todo mundo lo hace en algun punto de nuestras vidas…pero en algun lugar remoto, en un valle recondito e inascesible en su subconsiente, su vida paro de sentir y reconocio que existia un amargo sabor a la vida, a todo, al mundo, y este rechazo abarcaba (e impedia) cualquier tipo de acercamiento hacia una reconciliacion interna que le negaba una paz serena. Mostraba todo con su manera de ser, su hablar, su mirada, frases frias y calculadoras sin el menor vestigo de respeto a terceros. Asi vivia, asi era feliz en el medio de su soledad, algo que habia cultivado el mismo. Y la soledad acepta a esos que la aman. Su cosecha era el rechazo social.
Miro a su alrrededor y vio caras conocidas, escucho voces familiares, pero no pudo recorder un solo caso donde el dueno de esa cara, o esa voz, le haya ofrecido una amistad sincera durante los anos de oficio. Algo le decia que el tenia gran parte de la culpa, pero no lo quiso escuchar en ese momento, apago esa voz interna con una maldicion mas y fue entonces cuando el frio de la soledad, algo ya familiar, le dijo que era hora de retirarce. 
Se levanto del tatami donde se encontraba sentado con las piernas cruzadas, se coloco sus zapatos y fue por su maletin que contenia su trabajo, papeles que cargaba consigo para poder terminarlos en casa, un labor acumulado que nunca mermaba no importa lo rapido con que trabajara, era su vida, y su unica conversacion, una razon mas por la cual era evitado en los circulos sociales de su empresa. Lo tomo en su mano derecha y se volteo hacia donde la fiesta estaba siendo llevada a cabo, nadie habia notado su ausencia. O todo mundo aparentaba no percatarce que planeaba retirarce.
Todo mundo permanecia sentado, compartiendo alguna historia, haciendo un brindis, riendo de algun comentario falaz, todos disfrutando la noche y las bebidas. Le parecieron las risas tan falsas, los gestos tan programados, y se dirigio hacia la puerta sin despedirce de nadie, un gozo inexplicable lo lleno y no penso mas.
“No necesito a nadie”, penso para el mismo a la vez que los maldecia. 
El calor de la calle, nocturno y lleno de un sin fin de ruidos de Tokio le golpeo la cara y le lleno los sentidos. Eran los dias de lluvias torrenciales de Julio cuando ciclon tras ciclon parecen hacer linea para entrar a la isla y vaciar sus nubes sobre las ciudades, transportadas sobre largas distancias desde el sur de Asia para dejarlas caer como un manto gris a intervalos de varios dias. 
Los ultimos habian sido de fuertes vientos y varios dias de lluvia interminables, ciclon numero 22 habia dejado a su paso un desmadre de perdidas materiales y a tres miembros de una familia arrastradas a sus muertes al desplomarze la falda de la colina donde vivian en las afueras de la ciudad de Shizuoka, a tres horas al sur de Tokio. 
Maldijo el clima y apresuro el paso cruzando la avenida principal ilegalmente, desafiando los autos con una desfachatez hasta un poco envidiable.
Los chillidos inesperados de unos frenos accionados de forma desesperada lo hicieron voltear en una fracion de segundo…fueron inmediatos y fuertes pero no aptos de un automovil de lujo de procedencia Alemana. 
Diez minutos…serian otros diez minutos a paso rapido que lo separaban de la estacion de Shinjuku pasando por la zona roja de diversiones para adultos conocida como Kabukicho.
Sus trabajadoras nocturnas ya adornaban las aceras de la avenida, colocandose directamente frente a las entradas de sus negocios ofreciendo y haciendo invitaciones indecorosas a los hombres que pasaban rumbo a sus destinos.
Algunas tratando de convencer a los hombres para que estos disfruten de un “masaje” antes de volver a sus hogares; y otros tambien, vestidos como Dios les hiso aceptar la vida, sacandole provecho de la unica manera como la sociedad se los permitia.
Los trasvestis Filipinos y Tailandeces buscaban clientes locuasmente, verbalmente jugando con el idioma Japones, ofreciendo mas de una bebida, otra cancion en un karaoke, una compania furtiva a quien la necesitara y pidiera; todo estaba de venta esa y todas las noches. 
Noto que ningun renglon torcido de Dios se digno a buscarle su mirada para ofrecerle los placeres carnales que a cada transeunte se les hacia de manera obvia. Lo ignoraron tan abiertamente pero le importo poco, supo que sin saberlo les habia dicho todo con sus ojos, maldiciendolos bajo su aliento y dejandoles saber que no era participe de tan baja moral. Apresuro el paso mientras maldecia a diestra y siniestra a todos y al mundo en general por permitir tanta suciedad. Miro con desprecio a un par de hombres, claramente homesexuales, que le gritaban al mundo su amor y les grito mas profanidades. Estos no rapararon y continuaron con su vida, que era de ellos, y no de el. 
Unas nubes mas negras que la noche se avecinaban tras los rascacielos, era obvio que ciclon numero 23 estaba a punto de golpear la isla, ya habia sido anunciado en las noticias de la manana y se esperaba que golpeara durante la madrugada. Iba pensando en el, y en el problema en que se convertiria al llegar a su propia estacion, cuando entro a la estacion de Shinjuku por el lado Este frente a Studio Alta.
Dicha estacion tiene a sus alrrededores tiendas departamentales, hoteles de 5 estrellas, las oficinas del governador y de las autoridades metropolitanas, asi como tambien un gran numero de universidades y puntos turisticos que a cualquier hora pueden estar llenos de autobuses descargando sus cargas humanas de ropas distintas y colores posibles. Tambien sirve de enlace para otras lineas de la compania JR, y algunas estaciones de metro de otras companies que zurcan la gran mikan, o mandarina (a comparacion de la gran manzana, como es llamada la ciudad de Nueva York) hacia todos los puntos cardinales del Japon; en su mas tranquilos e intimos momentos, esta tiene en sus adentros a varios cientos de personas, no importa la hora o el dia.
No noto que en ese instante se encontraba misteriosamente vacia de gente, ni un solo ruido molestaba la noche.

Nunca miro hacia atras, ni presto atencion alguna a la falta de humanidad que era obvia por su ausencia durante esas horas cuando deberian estar todos en busca de transportacion para volver a sus lugares de origen.
De haberlo hecho, se hubiera dado cuenta de que esta noche seria especial. Pero muy tarde seria. 
Al colocar su pase electronico en el lector de la maquina, y al dar un par de pasos para pasar a la estacion, el “BIIP” del escaneador robotico lo hiso despertar de su ceguera mental como si fuera un sueno. Miro a su alrrededor y no miro un alma, volteo a su derecha para mirar la oficina donde siempre hay alguien atendiendo algun turista perdido y solo miro la palida y arrugada cara de una mujer de avanzada edad sentada y mirandolo fijamente. Su rostro no mostraba senal de vida; solo sus cansados ojos almendrados, profundos y negros mostraban un brillo tenebroso, frio y sin el menor rastro de compasion. 
Algo le hiso sentir que esa mujer no pertenecia ahi, pero el uniforme de la compania de trenes lo hiso reconocer que estaba talvez juzgando mal, el alcohol estaba jugando con su cerebro, penso. 
“Hola?” se dirigio hacia la mujer, “paso algo, porque no hay gente?” 
Esta solo se limito en mantener su mirada en el, impavida y congeladora, para luego levantar su brazo derecho indicandole hacia las plataformas de los trenes. Su huesuda mano, y cadaverico dedo indice parecian estar hechos de un material blanco y transparente, aun mas carentes de color que su cara misma. O talvez era la distancia que lo hacia ver cosas que no estaban ahi. 
Le grito un par de necedades obscenas, nacidas del mismo terror que le hiso sentir y continuo caminando hacia donde sabia que su tren pararia. La decripta mujer no se inmuto, y una mueca que queria ser una ronrisa ironica broto en sus labios, mientras que un gesto que parecia decir todo le nacia en su cara. 
Esto el no lo miro; pero ya no importaba, aun despues de haberlo visto hubiera sido muy tarde y no cambiaria nada al final. Continuo balbuceando algo entre dientes como lo hacen todos los Japoneses, se volteo una ultima vez y grito un “BAKA!” (estupida!) hacia donde se encontraba la mujer sentada, y el eco que su voz habia creado con sus gritos se negaba a desvanecerce. 
Al penetrar un poco mas hacia las plataformas empezo a escuchar ruidos que provenian del area de ventas. Las tiendas deberian estar cerradas ya, penso por un momento. Pero el ruido lo hiso pensar dos veces, los negocios parecian seguir abiertos, simplemente no habia nadie en ellos. La musica moderna emanaba de la tienda de CDs, los parlantes de la panaderia anunciaban la llegada de un pan de moda, el local que vendia articulos de Okinawa seguia tocando la aburrida musica tipica de esa isla, todo parecia normal, solamente la falta de gente lo hiso reconocer que este vacio no era del nada normal. 
Continuo caminando, y antes de voltear hacia su plataforma escucho un ruido que provenia de unas escaleras electricas a varios metros de ahi, escucho pasos y un sonido gutural muy animal, sintio una emocion inexplicable al no sentirce solo en medio de ese silencio que lo empezaba a agobiar.
Mantuvo la mirada hacia donde se encontraban las escaleras para poder ver quien las producia, y espero unos cuantos segundos hasta que miro bajar de ella a una mujer alta de extraordinaria belleza, de tez blanca y un cabello negro que le caia hasta su estrecha cintura vestida en un manto rojo, le dio la impresion de haberla visto saltar de un poster Espanol de los anos 50. Mantuvo su mirada en ella, asombrado por su manera de caminar que era elegante pero calculadol; fue cuando noto que en su mano izquierda traia atada una cadena de oro, fina, de la cual al lado opuesto se encontraba atada una cerdita rosa que lloraba y caminaba a duras penas sin duda alguna por culpa de la cadena misma. Se paraba a intervalos como negandose a seguir caminando, y soltaba un largo repertorio de fuertes chillidos.
La mujer, sin decir palabra alguna como se le suele hablar a las mascotas, la jaloneaba para que no se quedara atras y el animal dejaba salir un desgarrador aullido aun mas fuerte mientras trataba de escapar de la cadena, con esto la mujer la hiso apresurarce de nuevo con otro simple pero firme jalon y esto hiso que la marranita rosa soltara un llanto enorme como el de un bebe hambriento. 
Al voltear la esquina el hombre le perdio de vista. Se habia quedado sin habla por la rara aparicion. Fue algo inverosivil y decidio dejar de pensar en eso, se dirigio a escalera electrica para subir a su plataforma tratando de pensar en algo mas que no fuera en esa noche que no auguraba nada bueno. 
Al llegar a ella reconocio inmediatamente que todo habia perdido significado esa noche para el, estaba fallando en los mas minimos intentos en reconstruir lo que le estaba pasando, sus sentidos parecian aceptar todo como lo mas natural, nada parecia estar fuera de lo normal, pero algo en su subconciente le trataba de hacer ver que ALGO no estaba bien. 
La plataforma se encontrabra totalmente vacia. Los truenos del ciclon que se avecinaba se podian escuchar a la distancia, mas cerca cada vez, y un viento frio empeza a soplar; no un viento fresco de verano, sino un frio que le hiso acomodarce el cuello de la camisa. Los trenes, en su totalidad, se encontraban en sus respectivas vias, los motores parados, inertes. Miro hacia abajo donde habia estado hace un momento, deseando ver alguna persona, pero la escalera tambien habia dejado de funcionar. Era un silencio total. 
Se acerco a su tren con un poco de aprehension, no sabia lo que iba a encontrar en el, se coloco frente a la primera puerta que encontro abierta y se asomo en ella…alguien se encontraba sentado en un asiento. 
Era un hombre de alta estatura, vestido en ropa negra y un poco anticuada para los tiempos, con zapatos de charol que no mostraban huella alguna del tiempo, como si los hubiera recien adquirido, y con un sombrero de palma blanco como el que usan los viejos en paises caribenos cuando van a las fiestas de las plazuelas, mas blanco que la memoria de un recien nacido. 
Su pelo mostraba algunas canas, pero en su rostro se denotaba una sabiduria mas alla de lo humano. Levanto su mirada de sus manos, pero no pareciera que estuvieron ahi mirandolas, no, no se podia decir donde se habian encontrado, talvez en algun punto mas alla del infinito; y volteo a verlo, sus ojos lo clavaron en ellos y sintio que lo habia conocido toda su vida.
“Hola” se limito a decir el hombre en el tren con una voz profunda, un acento inolvidable pero que sus huesos lo reconocieron como un frio seco. Con un gesto de su mano izquierda lo invito a que subiera al tren, toco el espacio junto a el como indicandole que se sentara ahi mismo y le sonrio levemente. 
El hombre sintio un escalofrio. 
Volteo a su lado derecho, a la izquierda, nerviosamente buscando a alguien a quien preguntarle por lo que estaba pasando pero no encontro ningun alma en toda la plataforma. Volteo a mirar el lado opuesto donde otro tren se encontraba estacionado y noto que otro hombre, con el mismo tipo de ropa, con el mismo sombrero, se hallaba sentado mirando de la misma manera hacia un punto lejano e indescriptible como habia encontrado al hombre hace un momento. 
Cuando se dio la vuelta hacia su propio tren se encontro con la cara del hombre a no mas de 50 centimetros de la suya. 
“Que pasa? No quieres abordar? Ya esta a punto de salir” le dijo con una voz que quiso ser amable pero que lo traiciono y resulto amenazante; lo hipnotizaba con su acento.
“No…no, no quiero” balbuceo el hombre mientras que esquivaba su mirada.
“Porque no quieres? Aqui no es para ti, nunca fue para ti. Nunca te diste cuenta, como querias que te lo comunicara?”
Le pregunto mientras le mostraba una sonrisa que pretendia ser alentadora pero que resultaba siendo una mueca burlona.
“A don…a donde va este tren?” pregunto el hombre mientras un viento frio y tenebroso le recorria la espalda.
El hombre en el sombrero, sin decir una palabra, lo tomo del brazo con un mano que no pareciera que tuviera fuerza, pero que era obvio de la cual nunca hubiera podido escapar aunque lo hubiera intentado.
“Este va a ser un viaje muy interesante, creeme” le dijo mientras lo asistia a subirse al tren, haciendolo tomar el ultimo paso. La sonrisa habia desaparecido, la mano dejo de ser fuerte para convertirce en hueso…y su boca dejo escapar un fuerte olor a muerte.
El hombre no se resistio mas.

La gente se habia acomulado alrrededor del cuerpo que yacia inerte en el medio de la calle, el nervioso chofer del auto se encontraba sentado en la acera con las manos en la cabeza, junto a el un agente de transito local le estaba hacienda las preguntas reglamentarias cuando se ha atropellado a un peaton. La sirena de una ambulancia se podia escuchar tratando de hacerce paso entre el trafico de la noche, pero no importaba, el hombre sin nombre habia muerto instantaneamente.

Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
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