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LA SONRISA CAUTIVADORA

LA SONRISA CAUTIVADORA

CAPITULO I

EL

Te voy a contar una historia que no te termine de contar…
Había un príncipe llamado “el príncipe de la sonrisa cautivante”, vivía en el reino norte de los dos hemisferios, era delgado, facciones finas, una sonrisa cautivadora, reiteradamente, y unos ojos impresionantes, eran grandes y amables, su sonrisa era tierna y a veces con cierto misterio, su estatura era la perfecta, la perfecta para el reino, la que le daba presencia y ciertos aires de distinción…
Su personalidad era un vaivén, pero lograba impresionar, con aquella alegría y aquella fe en poder creer que las cosas buenas pueden pasar… aquel positivismo, dinamismo, entusiasmo se veían aplacados por pequeñas cosas que disimulaban otras más grandes e impredecibles…
Tal vez su comienzo no fue fácil, desde el principio el destino le había condenado a buscar seguridad, y a tener cierta inestabilidad… a veces era impulsivo y poco racional, tenía como yo lo suelo llamar sus “lapsus brutus” esos momentos de brillantes y sensatez que se le iban cuando quería dejarse ganar por los impulsos.
Tenía como heredera una hermosa princesa que ahora le daba su razón de vivir de existir…su razón para soportar ciertas pruebas en la vida, que sin ella las hubiera abandonado… un amor que no había funcionado, una derrota en el pasado, una esperanza en el futuro y la incertidumbre a veces matándolo…
Su reino, de pronto se había derrumbado, y ahora tenía que enfrentar nuevos retos, nuevas pruebas, que lo tenían agobiado, pero sin embargo seguía adelante, pues aquella fe no tan firme pero existente lo tenía ahí de pie frente a las batallas…
Quería estar en mejor lugar que el actual, pero no sabía que la vida tenía que enseñarle ciertas batallas, que en la Biblia lo llaman “modelar al hijo”, Paulo Coello lo llama “el guerrero de la luz”, los de la nueva era las fuerzas cósmicas, los brujos “el destino.”

CAPITULO II

EL TRABAJO

El príncipe tenía hoy un nuevo trabajo, bueno ya no tan nuevo, pero lo llamaremos el nuevo trabajo, en el cual había hecho una gran vida social, por su gran don de gentes, todas en su trabajo admiraban su sonrisa y aquella gentileza que su madre le había enseñado bien… aunque el trabajo era lo que más llenaba de cierta forma su vida…pero sentía que estaba desperdiciando su talento, su habilidad, aquello para lo que tanto había estudiado, pero el futuro lo aguardaba y tenía cosas mejor, mientras el destino lo entretenía en donde hoy estaba… su responsabilidad, su constancia, pronto hicieron ver a todos su gran talento, lamentablemente aquel lugar donde trabajaba pertenecía a un terrateniente, que no podía de ver de cerca el talento de nadie… Pero un día llego la noticia esperada, el príncipe se había ido, y todas las princesas del reino del trabajo se encontraban triste porque ya no iban a ver tan seguida a ese delgado hombre con nariz perfilada… oh pobre las señoras, madres, que veían sonreír y morir del enojo al príncipe… pero el se había esforzado y había podido salir de aquel lugar que le gustaba y no le gustaba, que le frustraba y a veces lo disfrutaba.

CAPITULO I

LA FAMILIA

El príncipe tenía una hermosa familia, a veces fastidiosos, molestos, irritantes, pero indispensables para amar. Su madre tenía aquella misma sonrisa del príncipe, era una buena herencia, era el hijo de sus ojos, pues sentía que le debía más que a los demás, eran buenos amigos y siempre le trataba con amor… con su padre a veces había aquellos roces normales y los no normales, los generosos y los egoístas, los que dolía y los que dejaba pasar, los que lo marcaban y resentían, pero su padre no dejaba de quererlo… aunque a veces el príncipe quería huir de aquel lugar… a veces se llenaba de tristeza y era como un niño buscando un refugio y unos brazos dispuestos a aceptarlo

CAPITULO IV

LOS AMIGOS

Lo que más disfrutaba aquel príncipe un poco miope, era encontrarse con sus amigos de toda la vida, era su espacio, era su tiempo, era el jugar tal vez como cuando era pequeño y donde los problemas, los miedos, no le podía alcanzar, era el reír, el poder correr, y correr, y seguir corriendo donde nadie le pueda alcanzar, donde aquellos demonios en su mente no existían, donde aquellas preocupaciones se iban y dejaba de ser…

CAPITULO V

LOS SUEÑOS

De pronto el príncipe se dio cuenta que poco a poco los sueños se podían alcanzar, con un poco de esfuerzo, constancia y estabilidad, además de paciencia, lecciones que le costaban aprender y que le habían hecho cometer errores que dolían a la final, lecciones y lecciones, quería que llegue su momento y así fue sin querer había conseguido un mejor trabajo, tenía más ganas de seguir adelante como siempre responsable, le había dando mucha fama aquella virtud que pronto las cosas, los caminos se fueron abriendo, con mucha fe y un poco de paciencia, su princesa había crecido unos centímetros, tenía ya colgado un cartel encima de su escritorio, de esos que te dicen que eres algo en la vida, que va ligado a tu nombre y le dan cierta identidad al hombre, claro no a todos, pero al final a la mayoría… Se había comprado un nuevo corcel, era negro, fuerte, grande y corría a gran velocidad… ahora se disponía a sacar nuevos cartones, para poder hacer mas largo su nombre. Los años le llevaron a tener un gran éxito en cada cosa emprendida, pero tuvo que aprender a esperar sin dejar de luchar, porque mientras se espera sin luchar las cosas no pasan y eso era lo que se le estaba quedando de lado… el príncipe era bueno, tenía un corazón de oro cicatrices que terminaban de caerse cada día…

CAPITULO VI

No se sabía mucho de la vida sentimental del príncipe, pero jamás le falto compañía, muchas historias para contar, muchas novias que olvidar y otras que recordar, unas marcaron algo en su vida, otras pasaron sin pena ni gloria… su novia lo amaba con todas sus fuerzas, quería ser fuerte para él, quería ser bonita para él, quería darle el mundo… era su príncipe lo que siempre había soñado, lo que siempre había pedido al cielo… solo un hombre bueno y emprendedor sabía que lo demás llegaría con el tiempo, el a veces tenía dudas, pero ella siempre le sonreía, queriendo tener fe, a pesar muchos amores derruidos, porque solo al mirar sus ojos ella podía pelear las batallas que fueran, pues su amor le enseñaba a ser feliz, su pasado le enseñaba a ser generosa, y era todo lo que necesitaba en la vida, en este y en otras vidas… un día sin pensarlo se habían conocido, sin saber como, cuando y porque. Ella llegó cansada, cansada del pasado, de los intentos, del amor, de todo, y el viendo que pasa… ella quiso salir corriendo cuando lo vio, su vanidad se hacia presente y no lo había visto aún sonreír, pero cuando el sonrió y sin pensarlo la besó ella se enamoró, se enamoró sin saberlo… un día se había ido a tierras lejanas, y mientras miraba el mar, se dio cuenta, que lo único que necesitaba para ser feliz era aquel príncipe, que le había besado sin conocerla, que le había tomado de la mano sin saber porque, que la hacían sentir la persona más feliz y afortunada del mundo, tan solo por haber salido aquella tarde sin ganas y sin esperarlo ahí estaba el amor frente a ellos, el que da fuerza para que todo se construya, el que hace sacar lo mejor y lo peor de ti, el que te hace desear la vida, el que da el propósito al respirar, a suspirar, el que te hace sentir mas cerca de Dios, que a veces te hace llorar, necesitar, depender, pelear, batallar, y sentirte invencible, aquel que a la final resulta más importante que todo en la vida, pues ella solo quería un día dormir en brazos del príncipe que había encontrado en aquella tarde fría, un día verlo envejecer, verlo triunfar, y seguir tomados de la mano como cuando eran jóvenes… sin pedirle absolutamente nada a cambio… y así encontrar aquellos destinos escritos y no escritos en alguna parte existente e inexistente, dependiendo… de que ojos lo miren …
A la final tuvieron y no tarde una hermosa casa a las afueras de sus reinos, y tierras más a las afueras de sus reinos, bellos hijos y siempre la reina la heredera del príncipe, un Golden Retriever, muchos viajes, y muchas cosas que quizás nunca lo lograron soñar, unos hermosos corceles, que no hacía otra cosa que complementar la vida nada más, pues no había nada más bello que su amor… que a veces pasaba por lloviznas, una que otra tormenta, pero que a la final siempre terminaban venciendo para en la noche ser uno, como así habían nacido… pues compartían la vida, los sueños, las esperanzas, se apoyaban y sonreían… la soledad se había alejado por siempre de su princesa y sus miedos había desaparecido… crecían juntos en todos los aspectos, el le apoya en sus sueños y a veces en su graciosa superficialidad, y ella aprendía de su sencillez y le apoyaba en sus grandes y espectaculares deseos, que a veces los decía en vos baja, por miedo a soñar…

CAPITULO VII

EL AMOR

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o como un platillo que retiñe.
Aunque tuviese el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la Fe, una Fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregar mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve de nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Ella nuevamente había vuelto a escribir una historia, una historia por primera vez inspirada en un ser real… el príncipe, el príncipe de aquella sonrisa…
Datos del Cuento
  • Categoría: Sin Clasificar
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