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LA BLANCA

Nunca me gustó hacer cola, peor si tenía que estar junto a algún conocido. Me sentía incómodo haciendo cola junto a mi familia. El caso era que no tan solo yo hacía la cola junto a toda su familia. No. Por los alrededores, y quizás mas allá se vería que por todos lados había colas y colas de grupos de personas con algo familiar en común esperando atenderse...

Todo comenzó un día al regresar del colegio. Escuché que un compañero había contraído una extraña enfermedad que lo hacia verse cada día más delgado y más blanco, hasta quedar tal como un palito blanco. Todo sería algo singular, pero cuando un día mis compañeros de clase decidieron seguir a este chico, sin que se diera cuenta, hasta su casa. Los chicos contaron que vieron a toda su familia del mismo color y del mismo grosor que el chico... Avisaron a los profesores acerca de está familia que conocíamos desde niños.

Siempre los mirábamos como personas extrañas. Su familia estaba compuesta por su padre, su madre, su abuelo, su abuela, su hermana menor y su perro. Esta familia, tenía la extraña costumbre de acompañar al muchacho hasta la puerta del colegio, y cuando salía, toda su familia lo esperaba. Así sucedió siempre, hasta que él comenzó a adelgazar y a cambiar de color de piel.

El director nos dijo que exagerábamos, y que iba a averiguar este caso. No pasó más de una semana cuando dejamos de ver al muchacho enfermo. La historia quedaría así, si no hubiera sucedido que todos los chicos del salón alarmaron a sus familiares con la noticia agigantada. Hubo una reunión de todos los padres de familia, y se produjo una protesta general para averiguar si aquella enfermedad, que llamamos "la blanca", era contagiosa. Al mismo tiempo que exigíamos a las autoridades que tomaran las cartas en el asunto.

La protesta de nuestros padres tuvo los resultados esperados. El alcalde, el médico del centro de salud y el sacerdote de la iglesia se reunieron, y decidieron acercarse a la casa de esta familia... Este grupo quedó sorprendido cuando entraron a la casa de este compañero, encontrando a toda la familia transformadas en seres blancos y delgados como plásticos, que hablaban y caminaban, asustados, refugiándose del mundo en su casa...

El alcalde se pronunció, diciendo que dicha familia había sido separada y evacuada hacia la ciudad para investigar el motivo de la enfermedad. El doctor habló que "la blanca" no era contagiosa, y que dicha familia estaba tratándose en el hospital central. El cura decía que esta enfermedad era un castigo de Dios... Todos sabíamos que esta familia jamás iba a escuchar misa los domingos, ni contribuía en las reuniones sociales, ni participaba en apoyo a las mejoras urbanas del pueblo... Eran extraños.

Todo sería normal sino fuera porque un día, el cura en pleno sermón comenzó a adelgazar y a cambiar de color de piel... Cundió el pánico en todo el pueblo, y mucha gente comenzó a tratar de escapar a cualquier lado... pero, cuando vimos que nuestros vecinos comenzaron adelgazar, nos aterramos y no supimos que hacer... Decidimos quedarnos en el pueblo, pasara lo que pasara.

Mientras esperábamos noticias, vimos pasear al perro de esta familia, y nos dimos cuenta que era el único personaje de éllos que no contrajo "la blanca". Avisamos al hospital de la ciudad y después de capturar al perro, y de estudiarlo, las autoridades nos mandaron un comunicado general diciéndonos que se había encontrado el antídoto a este mal y que todas las familias del pueblo quedaban en cuarentena...

El antídoto era un líquido que teníamos que asimilarlo tres veces al día. Este tratamiento duraba tres meses... Había una contraindicación a este tratamiento, y era que todas las familias del pueblo quedaban imposibilitadas de consumir cualquier tipo de alimento que no sea el antídoto. Éste líquido era como la leche, y casi del mismo sabor... Era terrible para mí, pues siempre odié la leche. No había remedio, pues aquella cuarentena era mejor que quedar como fideos blancos.

Y aquí estamos. Haciendo cola tras cola tres veces al día, todas las familias del pueblo, pues es la única manera de recoger este líquido...

Ya han pasado más de tres meses, y aún no termina la cuarentena. Mi familia observa con temor que muchas otras familias están adelgazando y cambiando de color de piel...

El mal nos ha llegado, veo extrañado que mi cabello se cae, mis piernas y manos adelgazan, mi rostro se pone día a día más pálido... He observado que la gente que tiene "la blanca", al principio reniegan de su suerte, pero, después comienzan a acostumbrarse... y empiezan a sonreír con tristeza. No me molesta tanto estar día a día más delgado y más blanco cuando todos amigos lo están también... Lo único que no ha cambiado es: los animales y las plantas. Nos miran de una manera como apiadándose, como diciéndonos que no hemos sabido cuidar nuestra especie... Les miro como si fueran personas, y nosotros los perros...


Joe 25/03/03
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 7993
  • Fecha: 27-03-2004
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.07
  • Votos: 27
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3393
  • Valoración:
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