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LA AMISTAD AZUL

Conocí a Ángel Oleiro cuando estaba preparando un relato sobre las palabras, el poder de una letra. Jugaba con un título provisional: las palabras vuelan. Él podía ofrecerme un valioso testimonio. Sus antepasados pertenecían al gremio de inventores que escribían cuentos para poder subsistir. Su abuelo había nacido en Galicia. Trabajo de articulista en periódicos. Ángel conservaba una fotografía en la que se veía a su abuelo en presencia de otros compañeros, sentados sonrientes allí en la oficina, detrás de la mesa, como jóvenes intrépidos siempre al acecho de nuevas narraciones.
Fue ese abuelo, cuando se jubiló, el que empezó con la manía de las palabras. Había comprado una pequeña casa en el pueblo de Oleiros. Ese era su sueño. Tener un lugar, un hogar, donde esperar su final con una pluma en la mano. Escribió relatos, cuentos y también algún que otro poema. Pero una señora portuguesa, con la que se había amigado tras enviudar, le regaló un día una caja con letras azules. Y al abrirla, el abuelo se quedó sorprendido, como si de repente hubiese descubierto el poder de las palabras. Decidió prescindir de relatos, cuentos y poemas, convirtiendo su despacho en un gran laboratorio gramatical. Recorría librerías y bibliotecas, asistía a charlas y conferencias, compraba e intercambiaba información, y luchaba contra la fatiga y el desanimo. Por las noches, se encerraba y me pedía que le leyese en voz alta el libro titulado Los misterios de las letras mágicas.
Yo era su lector preferido, recordó sonriente Ángel Oleiro. Me daba un euro por noche y mi alegría era tal que soñaba con escribir algo para él. En un capítulo se contaba cómo una historia de palabras había logrado traspasar el mar Mediterráneo. Mucho le gustaba aquella historia. Y también la de aquellas palabras que habían logrado bordar con hilos de oro una amistad entre desconocidos. ¿Tú has oído hablar del poder de las palabras?.
Le contesté que sí, por supuesto. En realidad, yo no tenía ni de idea en el arte de combinar letras y formar palabras, y menos de su magia y poderío. Pero la víspera, mientras le daba vueltas al caso Ángel Oleiro, le había echado un vistazo a una enciclopedia.
Uno de los mejores escritores gallegos, una tal Manuel Rivas, tenía un poder especial para atravesar las líneas gramaticales, y la misión de inventar palabras que cautivasen almas.
Así es, asintió Ángel Oleiro, sorprendido y satisfecho con mi información.
A mí me tiene hechizado la leyenda del poeta desconocido, dije con el tono de un iniciado. Una pantalla cubierta de palabras que los navegantes descubrían a través de la mirada y les penetraba sigilosamente al corazón.
Yo esperaba una entusiasta aprobación. Era mi último recurso entre el anecdotario que había memorizado. Pero, con un rictus enigmático, Ángel Oleiro desvió la mirada hacia el fondo de la sala. En el atardecer de diciembre, una niebla espesa atravesaba el jardín y envolvía en gasas los cristales. La sala adquirió el inquietante aspecto de un castillo medieval.
Esta lluvia me pone melancólico, dijo por fin Ángel. Hiere de tristeza a mi alma. Hizo un gesto señalando las ventanas de la sala. ¿Qué te parece si tomamos algo?.
La sala estaba repleta por todas partes de libros, de apuntes, de notas, muebles escondidos bajo multitud de libros y papeles. Y también había una mujer. Era más mayor que Ángel Oleiro, de unos treinta y tantos, tez mestiza y con esa mirada melancólica que poseen las mujeres de presencia ausente.
Una amiga.
No soy muy dado a impresionarme, desconfió de los silencios pero la quietud de aquella mujer me estremeció.
Ella es mi ángel azul.
Me pareció una metáfora apropiada, aunque cursi, pero en aquel momento no entendí todo su sentido. El algo para beber que me había prometido Ángel resulto ser, cómo no, un Fariñas.
Sorbí un trago de líquido ámbar. Sabía a frutal. Volví la mirada hacía la amiga, aparentando una simple curiosidad, digamos científica.
Los ángeles azules, con perdón, no existen, ¿verdad?
Oleiro esbozo una maliciosa sonrisa.
Aún no me has preguntado por qué he regresado. No creo que te sirva para una tesis doctoral. En realidad, regresé huyendo. Huyendo de una maldición.
Bebió un trago con calma, paladeando, como si fuese una poción que le ayudase a recuperar su memoria y siguiendo el camino del humo de su cigarrillo.
Ese abuelo del que te he hablado, dijo por fin, se volvió loco con sus palabras. Para ser exacto, enloqueció con las letras a,m,i,s,t,a,d. La tranquila afición de su vejez se convirtió en una competición obsesiva contra el tiempo. Como un embrujado, día y noche experimentaba combinaciones de letras. Se murió delirando. Convencido de que la había obtenido. Le dijo a mi padre: " Llama a la asociación de escritores, que la registren, que ya la tengo. ¡La amistad azul! Mi padre, como puedes suponer, no llamo, claro. Heredó la palabra. Durante un tiempo, se despreocupo de la caja de palabras azules. Hasta que un amigo lo convenció de que las palabras podían ser incluso mejor negoció que la venta de rosas por bares. Galicia estaba cerca y su mar era un lugar idóneo para dejarlas volar. Y, en efecto, fue un buen negocio. Aún no se ha inventado en este mundo nada mejor para perfumar a un oído, y saber que una palabra puede dejar impreso el más bello olor.
Mi padre compró mas cuadernos y amplió su laboratorio experimental. Se limitaba a las palabras más tiernas. Pero un día, como jugando, consiguió un híbrido, una hermosa variedad de amistad a la que llamó amistad desconocida. Ingresó en un club internacional de inventores de palabras e hizo mucho dinero con los derechos de esa palabra. Obtuvo varios híbridos más que le dieron una cierta celebridad en el mundo de las palabras. Por cierto, a una palabra la llamo mensajera azul. Al principio, gozaba con esos éxitos, vivíamos una vida cada vez más confortable. Incluso pensó en invertir parte de aquel floreciente negoció en la producción literaria, algo que le apasionaba. Pero un día llego a casa, borracho, con el cuento de la amistad azul. Lo había embrujado.
Ángel Oleiro saboreó otro trago de aquella pócima.
Te voy a ahorrar detalles. Arruinado, abandonado incluso en su aspecto físico, una noche se marcho y jamás volvió.
¡Esto está muy oscuro!, Dijo de repente mi anfitrión. Había una sola vela encendida y la noche se proyectaba en grandes sombras fantasmales sobre las paredes. No me pareció apropiado hacer preguntas. Él cogió de la mano a la dama. Pensé, emocionalmente, la dama azul.
Ya ves David, dijo Ángel, he vuelto para imaginar historias. Es un poco de lo que sé hacer. Pero creo que he vencido a la fatalidad. He encontrado mi amistad azul.
A pesar de la vela, en el exterior, al despedirme, ambos me parecieron dos etéreas criaturas sobrenaturales, como salidos de un cuento fantasmal.
Salí de Oleiros en dirección A Coruña por la carretera de la costa. Era una noche de niebla espesa que envolvía el coche sin detenerse. Por eso, cuando aquellos dos faros se me echaron encima y escuché un último estallar de cristales, pensé que era mi propio coche que había chocado con un espejo. Recuerdo que pasé aquella noche soñando que iba flotando, bocarriba en medio del mar, y que olía el mar salado del Atlántico. De repente, mi cabeza tropezaba con algo suave, blando, como algodón. Palpé con las manos. Era mi cuerpo muerto. Y mi alma volaba...
Me desperté angustiado por la anestesia y sólo supe que estaba vivo cuando ella, mi Ángel, se acercó para darme un mensaje azul.
Mi pobre locuelo, ¿por qué te dejaría partir de noche con semejante niebla?

Porque debía volar para desearles a mis amigos David, Juan Carlos, Ramón...:

FELIZ NAVIDAD y PRÓSPERO AÑO 2003

Un abrazo de vuestro amigo Ángel
Datos del Cuento
  • Autor: ANGEL
  • Código: 852
  • Fecha: 20-12-2002
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.95
  • Votos: 44
  • Envios: 5
  • Lecturas: 6100
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Martha Senovia
invitado-Martha Senovia 21-01-2004 00:00:00

Este cuento esta muy bien elaborado. Tiene buena redacción, excelente ortografía, buena imaginación y lo más importante la sorpresa al final, algo tan indispensable en un buen cuento.Leerlo fue muy agradable.Felicitaciones

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 22-03-2003 00:00:00

Interesante el cuento, parece bien pensado y original, pero la verdad es que no lo entendí, no no me cautivó.Saludos.

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