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Klein, el pequeño soldado

Había una vez un pequeño soldado llamado Klein que servía en el ejército de Su Majestad el rey Cuojo, rey de Cuojia, un reino muy lejano y apartado. El trabajo de Klein consistía en limpiar las botas de los oficiales, porque era tan pequeño que no podía combatir. Todas las armas eran más grandes que él, y ni siquiera era lo suficientemente alto como para ayudar en la cocina o en las cuadras.

Klein pasaba desapercibido entre los demás soldados cuando se colocaban en formación, y más de una vez se lo llevaron por delante durante las maniobras de entrenamiento.

Un día, durante una exploración rutinaria por los alrededores del castillo, varios batallones fueron secuestrados por unos bandidos que pretendían asaltar la fortaleza del rey Cuojo para hacerse con el poder.

Al enterarse de la noticia, los soldados que quedaban en el castillo cerraron todos los accesos y se pusieron a la defensiva para evitar el ataque.
-¡Tenemos que salir de aquí! -decía el comandante al resto de oficiales-. Tranquilos, pensaré en un plan para escapar y contener el ataque enemigo.
-Comandante, tal vez yo pueda ayudar -dijo Klein, saliendo de detrás de unos soldados.
-¡Soldado Klein! ¡Qué sorpresa! ¿Cómo lo has hecho? ¿Cómo has escapado? -preguntó el comandante.
-No me he escapado, señor -respondió el pequeño soldado -. Esos villanos ni siquiera me han visto. Creo que puedo soltar a todos los soldados retenidos, pero necesito que vosotros sigáis como si nada hasta que acabe. Entonces podremos atacar todos a la vez.
- De acuerdo soldado Klein, adelante.

Klein se deslizó por detrás de los postes y las rejas donde sus compañeros estaban atados y los fue soltando uno a uno. Cuando estuvieron todos listos, esperaron a que se hiciera de noche para atacar.
Cuando llegó el momento, el comandante dio la orden y en cuestión de pocos minutos el ejército enemigo estaba reducido y el ataque al castillo fue frustrado.

Klein fue premiado por su valor y, desde ese momento, pasó a convertirse en soldado de operaciones especiales y espía.
-Con tu tamaño nadie sospechará de ti, soldado Klein.
-Probablemente ni siquiera me vean, señor.

Y así fue como el pequeño soldado Klein salvó a su reino y se convirtió en un gran héroe.

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